Los beneficios tardarán… pero valen la pena

Yazmín Alessandrini

Después de que 25 Congresos estatales aprobaron el proyecto de decreto de la reforma energética y de que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión hizo la declaratoria de constitucionalidad de la enmienda, bien valdría reflexionar un poco sobre las consecuencias reales y tangibles que sufrirá nuestro país una vez que los legisladores cumplieron el carácter de constitucional a la reforma de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución.

Más allá de las críticas, la reforma energética permitirá que se aproveche la ubicación geográfica de nuestro país para atraer inversiones y procesar las materias primas para colocar en los mercados internacionales productos con valor agregado, generando mayores beneficios en toda la cadena productiva, además de que se dejará de desperdiciar el gas natural para dar mayor impulso a la industria nacional con la consecuente generación de fuentes de trabajo.

México sigue el ejemplo de otras naciones que han implementado reformas energéticas, por lo que en nuestro país se puede esperar que en muy poco tiempo se genere una mayor cantidad de empleos en este sector y en la industria relacionada, como en la fabricación de derivados del petróleo, detonando en varias regiones nuevos polos de desarrollo por la extracción del llamado oro negro; si este hidrocarburo es de todos los mexicanos, justo es que ahora, con las reformas aprobadas, los beneficios alcancen a muchas familias mexicanas.

Uno de los aspectos que no se han valorado aún es el mayor aprovechamiento del gas natural para generar electricidad, lo que además de permitir una sustantiva reducción de emisión de contaminantes en la atmósfera, su producción resultará más barata y permitirá promover el uso de tecnologías y combustibles más limpios y a menor costo para los hogares y en el transporte público y privado.

Sin embargo, habrá que tener paciencia, porque los resultados de esta reforma energética no serán palpables en el corto plazo, sino dentro de cinco o 10 años. Esto significa que durante el próximo lustro tanto Pemex como la CFE seguirán siendo los principales proveedores de gasolina y luz, respectivamente. Para echar a andar todo este engranaje cuyo objetivo es el desarrollo y el progreso del país se requiere de inversiones iniciales que oscilan entre los 20 mil y los 50 mil millones de pesos que no van a llegar mañana ni la próxima semana. Cierto, somos la quinta reserva más importante de energéticos del planeta, pero se requiere de la construcción de gasoductos de miles de kilómetros para que las termoeléctricas hagan la transferencia del combustóleo a gas, por ejemplo. Empezar a extraer el gas shale y el gas natural de las entrañas de nuestra geografía va tardar un poco… pero vale la pena.

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