La crisis económica es el peligro

Marco Antonio Aguilar Cortés

Cosas poco apropiadas suelen pasarle al Presidente Enrique Peña Nieto en foros internacionales, esos escenarios a los que él parece apreciar en demasía.

Recientemente, en la 70 Asamblea General de la ONU, al pronunciar su mensaje, se le trabó la lengua al tratar de pronunciar el término “multilateralismo”; sin embargo, los enredos prosódicos son comunes, y en el fondo irrelevantes.

Lo que es esencial, al menos para la vida de nuestro país y el resto de las naciones integrantes de la ONU, es saber si el tema de nuestro tiempo lo constituyen los “nuevos populismos”, sobre los que alertó Peña Nieto como la mundial “amenaza… de izquierdas y derechas, pero riesgosos por igual”.

El propio presidente de México, en la anatomía de su discurso, denunció como causas de esos nuevos populismos: “las crecientes desigualdades, la crisis económica mundial que no cede, la frustración social”, y aún así, calificó de peligrosa amenaza el supuesto efecto, y no las causas por él indicadas.

Quien le estructuró el mensaje lo hizo cometer una aberración lógica, ya que siempre la causa de la causa es causa de lo causado, salvo las excepciones que no actualiza la especie.

Más aún cuando en el discurso subraya que “el siglo XX ya vivió y padeció las consecuencias de individuos que, carentes de entendimiento, responsabilidad y sentido ético, optaron por dividir a sus poblaciones”; cuando esos individuos son más efecto que causa en toda sociedad enferma de populismo, cuyos integrantes son los que viven y padecen esos males, y no los siglos, como lo hace sentir en su metáfora poco pertinente.

La realidad actual ha rebasado lo que el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) nos explicó en El tema de nuestro tiempo en 1923; ahora en 2015 ya no hay “el tema”, sino infinidad de temas, y a cual más de importantes, o vitales, que ni siquiera aceptan un eje como denominador común.

Y para no equivocarnos, en nuestro tiempo, frente a quienes debemos estar más alertas, ya que son más peligrosos, es ante los que, irresponsablemente y carentes de ética, provocan las crecientes desigualdades económicas, educativas y sociales, las crisis económicas mundiales y nacionales que no ceden, y la frustración social que nos ahoga.

Ésos son el verdadero peligro, los auténtico sembradores del odio y del rencor entre la especie humana.

Los ambiciosos de poder, los demagogos sólo son sus compañeros de viaje, sus hechuras colaterales.

En este pícaro mundo no debemos equivocarnos de enemigo o de sujetos peligrosos que frenan el progreso, afectando el desarrollo de la vida social de México.

El populismo, por demagógico, va en contra de la población, pero más contundentemente van en contra de ella los provocadores de la brutal desigualdad económica mexicana, y los poderosos beneficiarios de nuestras crisis.

Ambos son enemigos de México.