No es tiempo de repartir culpas
Somos la memoria que tenemos y la
responsabilidad que asumimos.
Sin memoria no existimos y sin
responsabilidad quizá no merezcamos existir.
José Saramago
José Fonseca
A quienes vivimos en la Ciudad de México nos alcanzó el futuro.
Desde hace semanas se vive de emergencia a emergencia en materia ambiental. La contaminación ha alcanzado niveles peligrosos para la salud de quienes aquí vivimos.
Se tuvo que hacer un plan de emergencia para enfrentar la crisis ambiental, uno que restringe con rigor la movilidad de vehículos, como medida desesperada para mantener la contaminación en niveles tolerables. Al menos mientras se ponen en marcha los programas de largo plazo que recomiendan los científicos ambientales.
Como pararrayos, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ha tenido que hacer frente a las contingencias ambientales. Y lo ha hecho con responsabilidad.
Cierto, cuenta con la colaboración de la Secretaría del Medio Ambiente Federal y la Comisión Ambiental Metropolitana, pero ha sido él quien ha tenido que enfrentar la indignación que es tan propia de quienes aquí vivimos.
Todos queremos que se combata la contaminación. Ah, pero sin que a nosotros nos incomoden, como nos incomodan cada vez que aplican medidas drásticas que restringen el tránsito de vehículos.
Quizás el doctor Mancera debió dedicar más recursos a iniciar una gradual pero sistemática mejoría del transporte público. Aunque reconozcamos que muchos de esos recursos los tuvo que emplear en recomponer las barbaridades de Marcelo Ebrard en la Línea 12 del Metro.
Al doctor Mancera y a los habitantes de la Ciudad de México nos alcanzaron los efectos de una herencia maldita: las omisiones en materia ambiental durante los pasados veinte años.
Todos los antecesores del doctor Mancera se dedicaron a obras de relumbrón, con la complacencia de nosotros, los que aquí vivimos.
En materia ambiental no hay inocentes. Todos somos culpables, todos tenemos responsabilidad. Incluidos los ciudadanos y ciudadanas, porque no hemos asumido que resolver el grave problema de la contaminación ambiental exige aceptar sin rezongar medidas difíciles e impopulares.
Esa responsabilidad no queremos asumirla los ciudadanos y ciudadanas de la Ciudad de México. Nadie quiere sacrificar un ápice de su comodidad.
Claro que las autoridades tienen la responsabilidad de empezar a tomar esas medidas, por impopulares que sean.
No lo han hecho porque nosotros, los ciudadanos y ciudadanas les cobraríamos en las urnas el agravio de alterar nuestra comodidad.
Aun así, ya no es tiempo de repartir culpas. Las autoridades deben hacer lo que sea necesario. Eso significa la responsabilidad de gobernar. Mas nosotros, los ciudadanos y ciudadana, tenemos que asumir el reto de aceptar las medidas, por duras que sean, si mejorarán a mediano y largo plazo el medio ambiente que le heredaremos a nuestros hijos y nietos.
jfonseca@cafepolitico.com
