Ricardo Muñoz Munguía
La presencia del poeta se agiganta conforme vence a la muerte, es decir, a través de su palabra, al irse al fondo de la memoria de sus lectores, tal valoración brota de lo genuino, de la real admiración por su creación. Y no como los escritores que utilizan su labor para conseguir poder, dinero, fama…, lo que, sobre todo en este tiempo, en que la violencia tiene desmedida presencia en el país, son un reflejo doloroso y vergonzoso…, mafias al fin y al cabo.
El caso de Raúl Renán (1928-2017) es la del valor por la palabra, la razón primordial de toda literatura. Como lo delineó en los diversos géneros: poesía, cuento, minificción y epigramas. Por otro lado, una de sus apasionadas labores, y la que le dejara varias generaciones de estudiantes en deuda con él, fueron sus talleres literarios, además de su participación en la edición de colecciones de libros y demás publicaciones.
Renán, el hombre que a todo momento se mostraba contento, dispuesto a la charla, a compartir anécdotas, a crear nuevas anécdotas…, fue generoso en su amistad, también genuina, la que cultivó en su completo alrededor. Su juventud la mantuvo en sus cuatro costados, tanto en las diversas charlas así como en sus trabajos creativos, donde se daba constantemente su poesía experimental, como aquel niño que constantemente busca para que, a su vez, se deslumbre y deslumbre a los demás. De su poesía visual, la que trató por igual con pasión, entre figuras garigoleadas atravesábamos para ver/sentir sus versos para poder ver/entender lo que le atraía sobremanera la atención, así, logró adentrarse en el cuerpo de una letra capitular o en el laberinto de lo nuevo.
El editor de Pluvia, Carlos Pineda, amigo poeta, también fallecido, quien se encargó del prólogo, enmarca una figura importante en el quehacer literario de Renán: “la palabra sin el verbo adicto a la metáfora es sólo palabra”. Un libro en el que el autor, señalado por él mismo, es hurgar en el significado y las formas del agua, el elemento vital presente en la mitología y la tradición maya.
Este bello poemario que, por fortuna, aún pudo tener en sus manos Renán, se presenta el 4 de febrero a las 12:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de las Bellas Artes, por los escritores Armando González Torres, Mariana Bernárdez, José Luis Martínez S. y Marcos Daniel Aguilar. Será un homenaje a un escritor que supo ganarse cada una de sus letras y que las valoró con pasión.



