La tragedia de un sueño

 

Susana Hernández Espíndola

Lo que pudo haber sido una de las más grandes travesías en la historia de los trasatlánticos, terminó en una tragedia. La noche del 14 de abril de 1912, a las 23:40 horas, el barco más lujoso e imponente de su época, el Titanic, chocó contra un iceberg, en las gélidas aguas del océano Atlántico.

El trasatlántico, de la compañía británica White Star Line, zarpó de Southampton, Inglaterra, el 10 de abril de 1912, al mediodía. Seis horas y media después, se encontraba en las aguas de Cherbourg, Francia, y un día después, llegaba a Irlanda. Hasta ese momento, se calcula había alrededor de 2 mil 227 pasajeros a bordo del buque. El destino del trayecto sería Nueva York, Estados, Unidos.

El día de la tragedia, el Titanic había recibido los reportes de varios buques, que advertían de inmensos bloques de hielo que flotaban a la deriva. Al parecer, la tripulación del trasatlántico hizo caso omiso de las alertas, navegando a toda velocidad, tal vez con el objetivo de batir el récord del RMS Olympic.

La colisión con el iceberg fue letal: los remaches del buque se soltaron y se abrió una vía de agua en el casco por debajo de la línea de flotación. En menos de tres horas, el inmenso barco de 46 mil 329 toneladas —considerado indestructible— comenzó a hundirse frente a la costas de Terranova, Canadá, llevándose en sus entrañas la vida de 1,512 personas, convirtiéndolo en una de las mayores catástrofes marítimas.

Entre los factores que confluyeron para explicar el hundimiento del Titanic, se menciona que no se disponía de suficientes balsas salvavidas y la tripulación no estaba entrenada. El comportamiento del comandante Edward John Smith también fue criticado, en especial, porque había mantenido el barco a una velocidad demasiado alta, dadas las condiciones de navegación. El tiempo meteorológico y climático también jugaron un papel determinante.

 

 

Mexicano en el Titanic

El normalista, abogado y político, Manuel R. Uruchurtu iba a bordo del trasatlántico. La mañana del 10 de abril, desde Francia, Manuel Uruchurtu le envió una postal a su madre, que vivía en Hermosillo. Refirió que era una fotografía del barco en el cual viajaría ese mismo día, y que cuando llegara a México, iría a Sonora para visitarla y platicarle del viaje.

Uruchurtu viajaba en el Titanic como pasajero de primera clase, en su calidad de legislador del gobierno mexicano en misión oficial (como fue registrado). La noche de la tragedia ya se encontraba a bordo de una de las lanchas salvavidas, cuando apareció una mujer inglesa, pasajera de segunda clase, que le suplicaba la dejara subir a la embarcación, ya que en Nueva York la esperaban su esposo y su hijo.

Como un acto de caballerosidad, más que de heroísmo, Uruchurtu decidió desembarcar cediendo su lugar a la mujer, pidiéndole sólo el favor a la mujer de que en la primera oportunidad que tuviera fuese a México a ver a su familia y narrara lo que ahí había sucedido.

La pasajera inglesa cumplió el último deseo de Uruchurtu, viniendo a México y entrevistándose con la esposa del diputado, Gertrudis Caraza y Landero, viuda de Uruchurtu, a quien le platicó lo sucedido en presencia del entonces Coronel Joaquín Pita, íntimo amigo de la familia y quien se encontraba con la viuda para darle el pésame, y quien comentó el hecho, años después, en un libro que publicó sobre sus memorias.

Foto: Wikipedia