Por Juan Antonio Rosado

Una trayectoria marcada por la curiosidad permanente, por el hurgar en la vida y en el intelecto con intensidad sostenida es uno de los elementos que a sus noventa años caracterizan a Juan Miguel de Mora (1921), periodista, escritor, investigador, indólogo y traductor del sánscrito. Viajero incansable, ha sido también corresponsal extranjero y autor de numerosos libros, como La filosofía en la literatura sánscrita (1968), Tlatelolco 68 (1973), Tantrismo hindú y proteico (1988), El yelmo de Mambrino (1993), Sólo queda el silencio (2000) e Historias de ignominia (2005). Durante la Guerra Civil española, fue soldado en la XV Brigada Internacional. Vivió la batalla del Ebro, experiencia narrada en Cota 666 y en La libertad, Sancho. Herido de bayoneta, fue al hospital y cuando fue dado de alta ya se había producido la retirada oficial de los brigadistas. Se negó a irse, como otros, y fue nombrado comisario de campaña (equivalente, en jerarquía, a capitán) en una unidad española. Con ese cargo, se desempeñó hasta la retirada final.

Años después, en 1964, viajó clandestinamente a la España franquista con objeto de exhibir la situación represiva e intolerante que allí se vivía. Al año siguiente, presenció la invasión norteamericana en Santo Domingo. Sobre estas vivencias tratan los reportajes Misión de prensa en España y Misión de prensa en Santo Domingo. De Mora fue asimismo el primer corresponsal de habla española en atestiguar la guerra de Vietnam, donde aprovechó para estudiar la literatura de ese país. En la segunda edición de Juego y revolución, la literatura mexicana de los años sesenta, dedico un apéndice dividido en seis partes que denotan seis facetas diferentes de este investigador, testigo político y social del siglo XX y de lo que va del XXI. A sus noventa años, el sanscritista, difusor de la literatura de Viet Nam y de la India antigua, sigue luchando contra el olvido del pasado. Sirva esta breve nota como un homenaje más a quien, junto con su compañera Ludwika Jarocka, ha dado a nuestra cultura y a nuestra lengua estudios y traducciones ya imprescindibles, como las de algunos Upanisads, la de El último lance de Rama, de Bhavabhuti, y las de algunos de los más profundos e intensos himnos del Rig Veda, uno de los libros más antiguos de la humanidad. Pienso que, independientemente de su labor periodística, su máxima contribución se ubica en este rubro y en las muchas narraciones que nos ha legado.