A cien años del nacimiento del Charro Cantor

Guadalupe Loaeza

 

Por una trágica coincidencia, los versos inmortalizados por Jorge Negrete, “México lindo y querido / si muero lejos de ti / que digan que estoy dormido / y que me traigan aquí”, cobraron un significado premonitorio. El 5 de diciembre de 1953, a las 11:03 de la mañana, murió Jorge en el Hospital Cedros del Líbano en Los Angeles, California.

Muchos de sus admiradores hicieron una serie de suposiciones sobre la causa de la cirrosis hepática que llevó a la tumba a su ídolo a la edad de 40 años. No podían creer que el Charro Cantor, el máximo galán de la pantalla, el más representativo del “mero macho” que “no se raja”, desapareciera en la flor de la edad. Se preguntaban si habría sido alcohólico. Si habría tenido muchas presiones en su labor como dirigente sindical, o bien, si habría resentido demasiado el rompimiento con la que fuera su verdadero amor, Gloria Marín.

En 1941, Jorge fue contratado para protagonizar ¡Ay, Jalisco, no te rajes! El papel estelar femenino correspondió a Gloria Marín, una joven y bella actriz que sin ser una desconocida tampoco era una estrella. Gloria Méndez Ramos empezaba apenas a hacerse notar en el cine después de haber aparecido en distintas carpas como tiple.

Desde el principio de su relación, Gloria se percató de que su amado era muy tímido: “Tal vez tenía complejo de inferioridad”, comentó en una entrevista. A esa característica, ella le atribuyó la actitud de arrogancia y altanería que a veces asumía y esa manera brusca de tratar a la gente que en tantos problemas lo metió en el curso de su corta vida. Pero, por otra parte, lo consideraba con grandes cualidades, como un hombre noble, como un niñote sano, puro y bueno que gustaba de hacer bromas pesadas y entretenerse con juguetes de cuerda.

Negrete aprovechó la fama obtenida por sus cintas durante 1945 y 1946. El cine mexicano se encontraba en su apogeo y él era su estrella principal. Aceptó hacer un recorrido por Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Venezuela y Cuba. En todos los sitios donde se presentó, fue aclamado por multitudes. En los intervalos de sus viajes se las arregló para filmar algunas películas. En casi todas, su coestrella fue Gloria Marín.

Jorge quedó muy “mosqueado” por el asunto con Hugo del Carril. Aun cuando se reunió con Gloria en Buenos Aires para presentar una obra de teatro, teniéndola a ella presente con él a todas horas, sufría de verla tan atendida por sus admiradores, a los que ella alentaba con su belleza, feminidad y coqueteo. Ahí se entera de la muerte de su padre. El golpe es terrible. Jorge se siente apesadumbrado, triste, culpable y aún más responsable de su madre y de sus hermanas.

Despechado, Jorge se relacionó con Elsa Aguirre y después con una “niña bien”, candidata de la madre para reemplazar a Gloria, pero, por no ser del medio artístico, no le interesó al hijo. Se habló de divorcio, pues, aunque nunca se casaron, hicieron creer que lo habían hecho en secreto. Hubo una corta reconciliación. Gloria adoptó a una niña, pero, a pesar de que Jorge se encariñó con Goyita, las cosas no se arreglaron entre ellos. Se avecinaba una ruptura que se concretó cuando, después de un altercado, Jorge le dice para que todos oigan: “¡Hasta aquí llegué! ¡Eres libre de hacer lo que quieras!”.

No era para menos, la había encontrado besándose con Abel Salazar, lo cual haría del galán más atractivo, varonil y “macho” del cine nacional un verdadero “cornudo” para su público, pues oficialmente estaba casado con la Marín. Nunca más hicieron nada para reconciliarse. No había nada más que hacer, su desencuentro no nada más era en el aspecto sentimental, sino, sobre todo, en lo que se refería en los encuentros en la cama.

Años después, Jorge Negrete se casó con María Félix, a quien seguramente nunca llegó a amar tanto como a su Gloria. Cuando su madre se enteró del escándalo del collar de esmeraldas que le regaló a María por su boda, no se cansaba de repetirle a su hijo: “Te lo dije, te lo dije”

¡Pobre de Jorge, tan macho y tan débil a la vez..!