Imagine vivir expuesto al ruido continuo de los barcos que van y vienen de los puertos marítimos. Probablemente su humor cambiaría, se volvería irritable y el estrés haría mella en usted. A los cangrejos les ocurre lo mismo, según asegura un estudio británico publicado en días pasados en Biology Letters.

Tras realizar un experimento controlado con estos artrópodos, un equipo de investigadores de las universidades de Bristol y Exeter concluyó que los cangrejos expuestos a grabaciones de ruidos emitidos por los barcos experimentaban un aumento de su ritmo metabólico que sugería altos niveles de estrés.

“Un aumento en su ritmo metabólico puede indicar un aumento en el nivel de estrés. Y el estrés crónico, por supuesto, es un problema para cualquier animal. Es más, si mantiene un ritmo metabólico alto el animal necesitará aumentar su consumo de comida, lo que se traduciría en que pasará más tiempo buscando alimento, incrementando el riesgo de que sea devorado por algún depredador”, explica a El Mundo.es  Andy Radford, investigador de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y uno de los que autores que firman este estudio.

Contaminación acústica

El ruido provocado por actividades humanas, sostienen los autores, ha cambiado los entornos acústicos terrestres y marinos, y cada vez hay mas pruebas de que la exposición a un único tipo de ruido puede afectar el comportamiento de numerosos organismos vertebrados.

“Tenemos en marcha un gran proyecto investigador para estudiar el impacto potencial del ruido de los barcos en distintas especies de peces que viven en aguas dulces o marinas, y también en otras especies de invertebrados marinos. En este caso elegimos cangrejo de mar porque son muy comunes y se encuentran en zonas costeras donde hay mucho ruido y porque son fáciles de utilizar en experimentos”, añade Redford.

Para realizar el estudio se recolectaron cangrejos en el puerto de Newquay, que fueron trasladados al Acuario de Bristol y colocados en tanques. Por otro lado se realizaron grabaciones en tres puertos marítimos de Reino Unido, tanto de sonido emitido por los barcos como del ruido ambiente del puerto. Las grabaciones duraban 15 minutos.

Cada cangrejo era dispuesto en un contenedor sellado que contenía un litro de agua, del que se midieron los niveles de oxigeno antes y después del experimento. El recipiente fue expuesto a grabaciones tanto de ruidos de barcos como de ruido ambiente de puerto: “En uno de los experimentos todos los cangrejos fueron expuestos a una sola grabación. En el segundo, fueron expuestos de manera repetida a  la misma grabación durante un periodo de dos semanas”, detalla Redford.

El experimento reveló que el ruido de los barcos les afectaba más que el ruido ambiente del puerto. Así, el análisis mostró que los cangrejos expuestos a la grabación de los barcos consumían más oxígeno, indicando un ritmo metabólico más alto y potencialmente, más estrés.

Teresa Guerrero/elmundo.es/redacción/bbb