Halina Vela

La relación existente entre la Realidad y la Literatura ha sido siempre objeto de interés de teóricos, estudiosos de la Literatura y críticos literarios, quienes han tratado de establecer los límites que las circundan. La Realidad hace referencia a lo real; al hecho de existir; al mundo real; a lo que existe, lo efectivo y lo práctico, y pone de manifiesto la idea de verdad. Y la Literatura; a la mimesis, la verosimilitud, y a la imaginación. De acuerdo con lo anterior, la Literatura es Ficción. Sin embargo, se debe subrayar que no toda ficción es narrativa, ni toda narración es ficticia. Para Aristóteles (Arte Poética), todas las obras literarias copian a la realidad, de acuerdo con el principio de la verosimilitud; pero lo que diferencia a la Literatura de la Historia, es que ésta copia las cosas que han sucedido, y la Literatura habla de las que podrían suceder. No obstante, hay que hacer hincapié en el hecho de que Aristóteles no afirma que el objetivo de la Literatura sea llevar a cabo una imitación del mundo real; lo que la Literatura realiza, es una recreación de las acciones de los hombres. De ahí, el que se diga que el texto literario no se somete a la prueba de verdad, porque no es ni verdadero, ni falso, sólo es ficción; y al serlo, le da cabida a la verosimilitud. Y la importancia de la verosimilitud de los textos literarios, reside en el hecho de que éstos deben ser un fiel espejo de las acciones de los hombres. Como ejemplo, baste pensar en la crisis de la Novela, que justamente sucedió, porque dejó de reflejar la realidad cambiante que alguna vez la vio nacer. Y esto nos llevaría a otro término introducido por Aristóteles: la catarsis, la cual debe suceder, en el momento en que el espectador de la Tragedia se ve implicado emocionalmente con las imitaciones de las acciones humanas que se están desarrollando frente a él. Por ello, no es un hecho gratuito el que Octavio Paz afirme, que si uno desea conocer a un país, basta con conocer su arte y su cultura, con lo que queda evidenciado, que ya sea para excluirse, o para contenerse, la Literatura y la Realidad parecen constituirse en líneas paralelas, porque si bien es cierto que nada puede interrumpir el ritmo inquebrantable de la vida, que arrasa con todo lo que encuentra a su paso; la Literatura, que nace de ella y con ella, es espejo y reflejo de su universo infinito. Un espejo único, que no se limita a reflejar lo que tiene frente a sí, ya que lo descifra y contiene de tal manera, que al reflejarnos en ella, parece que nos miramos por primera vez.