Escenario de guerra civil entre Templarios y autodefensas

Mireille Roccatti

El agravamiento de la difícil y compleja situación que vive el estado de Michoacán ha motivado una respuesta enérgica, decida e inteligente por parte del titular del Ejecutivo federal, quien acudió personalmente al estado a anunciar una política integral para atacar de raíz el mal que originó la descomposición social en la entidad. Es cierto que el problema es ancestral y que por lo menos los últimos siete años ha sido atacado con una lógica policiaco militarista, que ocasionó la ruptura del tejido social, entre otras consecuencias.

Tal y como anunciara el presidente Enrique Peña Nieto, el uso de la fuerza es necesario pero suficiente, por ello se diseñó una estrategia integral, que desde luego tiene una vertiente de seguridad publica innegable, en principio con la creación de la figura del Comisionado Especial, se articularon las acciones de las fuerzas armadas, la policía federal y la PGR con las policías estatales y municipales que sobrevivieron y la propia procuraduría de justicia local, para restaurar la fuerza del Estado, en los territorios con mayor presencia del crimen organizado. En esta materia los esfuerzos continuarán y también es multifactorial para restaurar la vigencia del Estado de derecho.

La crisis de inseguridad e ingobernabilidad era ya de tal magnitud que requirió la intervención del gobierno federal en apoyo del gobierno local y sus municipios frente a un escenario de guerra civil entre Templarios y autodefensas que ponía en peligro la paz social. Tal y como afirmara la directora de nuestra revista Siempre!, Beatriz Pagés, “en Michoacán, se está decidiendo el futuro y viabilidad del Estado mexicano” La decisión de cooptar, legalizar o regularizar las policías comunitarias o autodefensas, es entendible en la coyuntura, pero no es sensato prolongar su vigencia, se camina al filo de la navaja, y el remedio puede resultar peor que la enfermedad. La salida de control de este tipo de fuerzas paramilitares en Colombia debe ser el espejo de lo que no queremos que suceda en nuestra país.

Lo más importante y que debe destacarse es la contundente respuesta del gobierno federal de diseñar una estrategia de rescate de Michoacán, en la cual la república entera acude en su apoyo con una estrategia integral de desarrollo social, y esta política pública emergente y extraordinaria se fondea con 45 mil quinientos mdp. Hay que tener presente que política pública sin recursos es discurso. Aunado a la instrucción de designar un funcionario de alto nivel de todas las dependencias, permitirá la fluidez de los recursos y la instrumentación de los programas.

La estrategia diseñada se compone de 250 acciones comprometidas en materia de educación salud, desarrollo social, creación de infraestructura y reactivación de la economía. Un renglón muy importante será la implementación de proyectos productivos agroalimentarios en cítricos y frutales, especialmente a fin de agregar valor a la producción agrícola y pecuaria de Michoacán.

En materia de infraestructura destaca la construcción de carreteras y ampliaciones de escuelas, así como la construcción y recuperación de parques recreativos para estimular  la vida comunitaria. Éstas y otras acciones habrán de generar empleos que, complementadas con otras acciones, como becas escolares, apoyo a adultos mayores, a jefas de familia, creación de pequeñas y medianas empresas, buscan detonar el desarrollo y recomponer el tejido social.

Finalmente, debe destacarse que la crisis purépecha no debe contaminarse con mezquindades políticas de corte electorero por ninguna de las fuerzas políticas. Las instituciones políticas y democráticas deben prevalecer y salir fortalecidas de esta coyuntura. Recordemos que todo Michoacán es México.