Abraham Miguel Domínguez

Con Esperanzas en papel de arroz, la escritora Susana de Murga (Ciudad de México, 1968) crea un retrato de la realidad clasemediera mexicana. Uno de los temas principales que se abordan es el del narcomenudeo, pero la novela es la exploración de una realidad a la que se enfrentan millones de personas: la imposibilidad del empleo. En un país que se ha empeñado en negar oportunidades de desarrollo y en donde la complejidad del problema educativo se encuentra muy lejos de resolverse, el trabajo fuera de la ley se presenta como la única alternativa para lograr una vida decorosa.
Carmela, el personaje principal de Esperanzas en papel de arroz (Ediciones Felou, México, 2013), representa a esa parte de las mujeres mexicanas que no tienen más alternativa que volverse luchadoras aguerridas que salen a la calle dispuestas a todo con tal de llevar algún ingreso a sus hogares. Un marido insuficiente, la montaña de deudas subiendo, la escasez de empleo y la responsabilidad de sacar a sus hijos adelante son los factores que obligan a Carmela a introducirse en el mundo de la venta de drogas de una manera poco convencional: en una canasta de frituras.
La novela es una fuerte crítica al sistema: el desempleo es un problema de dimensiones portentosas; sin embargo, la tesis que se mantiene a lo largo de la historia es el origen de la corrupción. ¿Qué lleva a una persona a sacrificar sus valores e, incluso, su propia identidad? ¿Es acaso inevitable la transformación de uno mismo en un país que ahoga, minuto a minuto, no únicamente la posibilidad de la realización personal, sino que también la supervivencia básica?
La mediocridad de los sueldos, la falta de oportunidades y el alto precio de la vida en la ciudad no dejan otra opción a sus habitantes más que desarrollarse fuera del marco de la ley. La clase baja y la clase media, la cual se encuentra cada vez más indefinida, se vuelven el punto de estudio de la novela de Murga. La narración es un tratado de lo que pasa en el interior de los hogares de millones de mexicanos, en donde la escasez de dinero acompaña a las personas a cualquier lugar.
Inmersa en el mundo del narcomenudeo, Carmela descubre que los personajes dentro de esa vida no son monstruos ni gente que viene de otro planeta. Son seres humanos como ella, que busca sobrevivir y darle una mejor vida a sus seres queridos. Es uno de los bemoles de la novela: cuando el lector llega al final, se da cuenta que no puede juzgar a Carmela por sus acciones, mucho menos por sus motivos.
Con un estilo contundente y dinámico, Susana de Murga narra la transformación de una heroína muy al estilo de Balzac en el siglo XIX. Pareciera que la honestidad y las buenas intenciones no tienen cabida en un país como México. Carmela logra salir adelante, pero una parte de ella se muere en el proceso. Es el eterno conflicto entre las personas con herramientas insuficientes para vivir y el mundo del dinero.
La novela insiste en narrar lo que pasa dentro de las casas, la intrahistoria, el microcosmos. De Murga abre la puerta del hogar de Carmela y vemos la vida hogareña, sus carencias, la lucha del día a día por sobrevivir a la hora de la comida, a la cena, a la levantada temprano y las peleas con el marido por no ser un proveedor exitoso. Refleja, en fin, la realidad de gran parte de las familias mexicanas.
La autora cuenta en un pasaje: “una entrada sistemática es el único sinónimo de armonía familiar”. Lejos de que la frase pueda parecer generalizada, al leer la novela nos queda más que claro el número de desazones y problemáticas que se generan por no tener lo suficiente para vivir decorosamente. Cuando la carencia se instala en las familias, el amor de pareja, el tiempo con los hijos (ya no hablamos de las aspiraciones personales) salen volando por la ventana.
Esperanzas en papel de arroz es la historia de una heroína mexicana que representa a millones de mujeres. Un testimonio poderoso de una parte de nuestra ciudad que a primera vista se ignora. Susana de Murga le da voz a una mujer cálida, llena de esperanzas, que sale a las calle para vender tamales, frituras y algo más incluido. No busca destruir vidas; al contrario, quiere construir la suya, porque es lo único que tiene.