Tayde Acosta Gamas
Primera de tres partes

 

 

 

La vida de un ser tan peculiar no cabe en la dimensión de una biografía o de un análisis psicológico, por detallada que estimemos la biografía o inteligente que sea el análisis.

Jaime Torres Bodet

 

El 13 de mayo de 1974, el escritor Jaime Torres Bodet decide terminar con todo:

He llegado a un instante en que no puedo a fuerza de enfermedades, seguir fingiendo que vivo; esperar, día a día, a la muerte; prefiero convocarla y hacerlo a tiempo. No quiero dar molestias ni inspirar lástima a nadie. Habré cumplido hasta la última hora, con mi deber…

 

El deber, el sentido del deber, esta palabra encierra toda la vida de Jaime Torres Bodet, cumplir con su deber, así lo asume desde su juventud, cumplir con un deber para consigo mismo, para con sus padres, para con su esposa, para sus amigos y para México. Así transcurre siempre la vida de Jaime Torres Bodet, incluso sacrificando el deseo de dedicarse únicamente al estudio y a la escritura, en muchas ocasiones se ve precisado a cumplir con el deber y abandonar su obra literaria, motivo por el cual se desdeña injustamente al escritor y sólo se recuerda al funcionario público, y que también, injusta como es la memoria en México, se le evoca cada vez menos por esta importante tarea.

Mario Emilio Jaime Torres Bodet nace el 17 de abril de 1902 en la ciudad de México. En 1913, ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria en donde comienza su carrera literaria, ahí conoce a sus mejores amigos, los compañeros que lo acompañan lealmente en todos sus proyectos culturales: Bernardo Ortiz de Montellano, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Enrique González Rojo, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y Jorge Cuesta, con los cuales queda unido en las letras mexicanas como parte del grupo “Contemporáneos”.

En sus primeros años en San Ildefonso, Jaime Torres Bodet da inicio a una aventura literaria que quiere “ser”, como él mismo lo recuerda: “Desde joven, quise ser hombre: acelerar el reloj, ir más de prisa que el tiempo, ahondar para descubrir lo que había de extraño y de nuevo en mí”, es así como en 1918, a los 16 años y bajo la tutela de Enrique González Martínez, publica su primer libro Fervor, un incipiente poemario que revela su admiración por el maestro “modernista” y que refleja tan sólo el “amanecer de una vocación”, la prisa por vivir y ser.

En esta etapa participa en una serie de revistas literarias: Pegaso, San-Ev-Ank, Mefistófeles, Policromías, Revista Nueva, México Moderno, El Maestro. El modelo para seguir es el Ateneo de la Juventud, junto a González Martínez, el influjo de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos, Antonio Caso, es lo que mueve a Torres Bodet y a su generación. Con esta base, en el mismo año de 1918 funda la “Sociedad Rubén Darío”, un pequeño “ateneo”, una reunión de compañeros que gira en torno a la literatura y que en 1919 se convierte en el “Nuevo Ateneo de la Juventud”, una formula demasiado ambiciosa para estos casi adolescentes, pero que trabaja a toda prisa por ocupar un lugar en el parnaso literario de México. En 1918, también ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Jaime Torres Bodet emprende el vuelo más rápido que sus compañeros, los adelanta en su prisa por querer “ser”, destaca como estudiante, lector voraz que se prepara constantemente. En 1920 consigue el puesto de Secretario de la Escuela Nacional Preparatoria que dirige Ezequiel A. Chávez, y se inicia como profesor con su cátedra de Literatura. Al año siguiente y ya bajo el gobierno de Álvaro Obregón, en uno de los periodos más brillantes de la cultura en México, se desempeña como Secretario particular de José Vasconcelos, entonces rector de la Universidad Nacional. Desde este puesto, Torres Bodet proyecta junto a su Jefe la creación de una Secretaría de Educación completamente renovada. Vasconcelos ha contemplado la proyección de tres Departamentos fundamentales para modernizar la Educación: el Departamento de Escuelas, el de Bellas Artes y el de Bibliotecas, de éste último Jaime Torres Bodet asume la Jefatura y, en 1924, ya con el gobierno de Plutarco Elías Calles, se hace cargo de la Jefatura del Departamento de Salubridad que dirige Bernardo J. Gastélum.

Nos sabíamos diferentes; nos sentíamos desiguales. Leíamos los mismos libros; pero las notas que inscribíamos en sus márgenes rara vez señalaban los mismos párrafos. Éramos como Villaurrutia lo declaró, un grupo sin grupo. O, según dije, no sé ya dónde, un grupo de soledades.

Jaime Torres Bodet

 

En este mismo periodo también se convierte en el Jefe de su propio grupo literario, el grupo que más adelante es conocido como “Ulises” y “Contemporáneos”. En 1922 funda su revista La Falange junto con Bernardo Ortiz de Montellano, ésta es quizá la primera publicación que realmente representa a estos jóvenes, en la cual sus colaboraciones muestran ya una perspectiva literaria de lo que quieren construir.

Casi al mismo tiempo, Torres Bodet edita El Libro y el Pueblo, participa en La pajarita de papel, Antena, Forma, Ulises, Sagitario, El Universal Ilustrado, Revista de Revistas…Publica buena parte de su obra poética: El corazón delirante y Canciones (1922); La casa, Los días y Nuevas Canciones (1923); Poemas (1924); Biombo (1925); Poesías (1926); y su primera novela, Margarita de Niebla (1927).

Desde el año de 1925, ambiciona la publicación de un medio que de verdad defina a su grupo, es así como proyecta Contemporáneos. Intenta los preparativos para la revista, pero la idea es muy ambiciosa y los hechos son otros, así lo anuncia a su admirado Alfonso Reyes: “No sé si [Xavier] Villaurrutia o [Enrique] González Rojo o alguno otro le hayan anunciado la próxima aparición de nuestra revista Contemporáneos. Deseamos que el primer número corresponda al mes de agosto. La revista será probablemente mensual. ¿Querría usted enviarnos algo suyo para el segundo número, el de septiembre? Necesitamos su ayuda pues contamos ya con su amistad generosa”.

En 1928 publica su libro Contemporáneos, Notas de crítica, así como la Antología de la Poesía Mexicana Moderna, que es preparada por todo el grupo, pero firmada por Jorge Cuesta. En junio y con el auspicio de Bernardo J. Gastélum desde el Departamento de Salubridad, Jaime Torres Bodet al fin publica junto a Bernardo Ortiz de Montellano y Enrique González Rojo, la revista Contemporáneos, que por su proyección, su permanencia y la inclusión de una amplia nómina de escritores, destaca en la letras mexicanas.

 

Un hombre que anhelo ser más que un hombre, y que de pronto un día comprendió el valor que tendría la existencia si todos, todos cuantos viven, fuesen en realidad hombres enhiestos, capaces de legar sin amargura lo que todos dejamos a los próximos hombres…

Jaime Torres Bodet

 

En el año de 1929, Jaime Torres Bodet se casa con Josefina Juárez y accede al Servicio Diplomático, su primer encargo es como Tercer Secretario de la Legación de México en Madrid. Permanece en España hasta 1931, donde le toca vivir el arribo de la Segunda República Española, evento que no deja de observar con cierto escepticismo, pues considera que España no ha previsto todos los riesgos. En Madrid mantiene una relación estrecha con Ramón del Valle Inclán, Juan de la Encina, Manuel Azaña, Enrique Diez-Canedo, Pedro Salinas, Benjamín Jarnés, Antonio Marichalar, Rafael Alberti, José Bergamín, José Ortega y Gasset y con Federico García Lorca, quien está a punto de viajar a Nueva York.

Entre 1931 y 1936, comienza un peregrinaje por varios países en diferentes puestos diplomáticos que sólo revela lo volátil de la carrera que ha elegido: Segundo Secretario de la Legación de México en París. Encargado de Negocios ad interim en La Haya. Representante de México en la Asamblea General de la Sociedad de las Naciones Unidas. Encargado de Negocios en Buenos Aires. Primer Secretario de la Legación en París. En esta experiencia por Europa advierte que los problemas políticos sólo presagian una nueva contienda.

Mientras tanto, hace un paréntesis en su carrera y dedica algo de tiempo a su obra personal, publica sus novelas: La educación sentimental (1929); Proserpina rescatada (1931); Estrella de día (1933); Primero de enero (1935) y el poemario Destierro en 1930. En abril de 1934, es invitado por el Instituto de Estudios Hispánicos de la Sorbona para dictar una conferencia sobre la poesía mexicana desde Sor Juana hasta Ramón López Velarde.

A mediados de 1936 regresa a México. En el gobierno de Lázaro Cárdenas ocupa el puesto de Jefe del Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Desde este encargo observa el inicio de la guerra civil española, y su labor en la Secretaría es fundamental para llevar a buen fin el exilio republicano en México. En 1938, a casi diez años de empezar su carrera diplomática, es enviado a Bélgica como Encargado de Negocios en la Legación de México en Bruselas. Mantiene una relación muy estrecha con el Primer Ministro Paul-Henri Charles Spaak, conoce a Paul Valéry y, en 1939, cumpliendo cabalmente con sus funciones, asiste al funesto inicio de la Segunda Guerra Mundial.

En una madrugada de mayo de 1940, atestigua el bombardeo nazi contra Bélgica y debe salir apresuradamente rumbo a París, es una de las travesías más difíciles de toda su vida. Jaime Torres Bodet se convierte en el responsable de una amplia comitiva encabezada por el Abate de Mendoza, el Capitán Antonio Haro Oliva y su esposa Nadia, séquito que debe salvaguardar desde Bruselas hasta París. En la “Ciudad Luz” observa los primeros estragos de la guerra, se encuentra un París bombardeado y a punto siempre de iniciar un nuevo combate. Debe viajar a Marsella donde lo recibe don Gilberto Bosques, quien por supuesto lo auxilia en su regreso a México. Después de entregar los documentos de la Legación de Bruselas a don Gilberto, comienza el viaje de retorno a México, sale rumbo a Barcelona, de ahí a Madrid, Lisboa, Nueva York y México, había dejado la guerra atrás pero el recuerdo de esos trágicos días lo acompañatoda su vida.

A su regreso, en diciembre de 1940, es nombrado Subsecretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Manuel Ávila Camacho. En este puesto su labor es decisiva, su definición es muy relevante. En principio señala la posición de nuestro país frente a la guerra en Europa. Resuelve la situación de México frente a la reciente Expropiación Petrolera, lleva a buen fin uno de los mayores logros de su vida, el Convenio sobre la Indemnización a las Compañías Norteamericanas afectadas por la Expropiación, convenio que es avalado y recibe el visto bueno del presidente Franklin D. Roosevelt, así lo explica: “Quizá hoy las nuevas generaciones no tengan muy clara idea de lo que representó, para México, el término de las controversias suscitadas por la nacionalización de nuestro petróleo. Pero los hombres de mi edad no han olvidado el orgullo que despertó, en los mexicanos de 1942, la certeza de que –gracias a la paciente perseverancia de Ávila Camacho– el patriótico gesto de Cárdenas fue reconocido, en el plano internacional, por un gobernante como Roosevelt”.

Dentro de sus responsabilidades también debe asumir la ruptura de México con los países del Eje tras el ataque a Pearl Harbor y, por supuesto, la enérgica respuesta de México frente al hundimiento del Potrero del Llano, que conduce a un estado de guerra. Atento siempre a su labor como funcionario, no deja de lado su producción literaria, de esta temporada son sus libros Cripta (1937); Sombras (1937) y Nacimiento de venus y otros relatos (1941).

Frente a los resultados en la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, el presidente Manuel Ávila Camacho decide nombrarlo Secretario de Educación Pública en diciembre de 1943. Éste es uno de los periodos más constructivos de México, Torres Bodet intenta dar seguimiento al Plan de José Vasconcelos en 1921, pero sin duda, supera por mucho la obra llevada a cabo por Vasconcelos, la Educación en sus manos es una oportunidad para la transformación de México, nuevamente se presenta la ocasión de que la Educación y la Cultura, desde el mismo plano de importancia, muevan al país.