Reconocido a nivel mundial y de los mejores de la historia, el ex futbolista Alfredo Di Stéfano, el presidente honorario de Real Madrid, falleció este lunes a los 88 años de edad después de haber estado dos días internado en el Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio, cerca del escenario donde tuvo grandes logros, el estadio Santiago Bernabéu, la también llamada “Saeta rubia”.
El sitio web del equipo informó “El Real Madrid C. F. comunica que su Presidente de Honor, Alfredo Di Stéfano, ha fallecido hoy a las 17:15 horas en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid”.
El ganador de cinco Copas de Europa Di Stéfano sufrió en el 2005 un infarto agudo al miocardio cuando se encontraba en Valencia, lo que ocasionó que le colocaran un marcapasos; hace más de un año presentó otro infarto, por lo que en los últimos años disminuyó su presencia en los actos públicos y habitualmente se le veía en silla de ruedas por su delicado estado de salud.
De la humildad al sueño
Di Stéfano nació el 4 de julio de 1926 en el distrito bonaerense de Barracas, un barrio obrero donde se asentó el abuelo paterno del futbolista, Michele, quien procedente de Capri llegó a Argentina. Su padre, Alfredo, se casó con Eulalia Laulhé Gilmont, una mujer de ascendencia francesa e irlandesa.
Los adolescentes jugaban a patera el balón y soñaban con ser Carlos Peucelle, puntero derecho de River Plate, o José Manuel “Charro” Moreno, el mejor jugador del mundo en la década de 1940, que junto con Juan Carlos Muñoz, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau formó parte de la mítica delantera de River conocida como La Máquina.
En aquel fútbol de los grandes diseñado por Peucelle entrenó Alfredo Di Stéfano. Inició su carrera en el equipo River Plate en 1943, a los 17 años, y debutó el 15 de julio de 1945 frente al Atlético Huracán, al que sería cedido un año después; fue en donde dio las primeras muestras de su capacidad deportiva, por lo que los directivos pidieron precio para su traspaso definitivo, pero como River reclamó una fortuna, regresó al club donde consiguió el campeonato y se consagró como máximo goleador.
La huelga de futbolistas de 1949 lo orilló a irse al fútbol colombiano, en donde se encontraban los mejores jugadores sudamericanos de la época; compartió cartel con figuras como Adolfo Pedernera, Néstor Rossi y el respetable arquero Julio Adolfo Cozzi. Los cronistas de la época llamaron al equipo el “Ballet Azul” y a Di Stéfano la “Saeta Rubia”.
En 1952, Alfredo Di Stéfano era un jugador poco conocido en Europa. Su carta de presentación fue el torneo triangular conmemorativo del medio siglo de vida del Real Madrid en el que, además, participó el Norrköping sueco. Santiago Bernabéu se quedó sorprendido por el futbolista y dijo “quiero a ese argentino”, pero también Pepe Samitier, secretario técnico del Barcelona, también le había observado y considerado, por lo que comenzó una competencia entre ambos equipos.
Lo que complicó las gestiones fue que Di Stéfano jugaba en el Millonarios, pero sus derechos pertenecían a River Plate. El Madrid negoció con los colombianos -incluso firmó el traspaso del jugador el 24 de julio de 1953-, y el Barça, con River. La Federación Española de Fútbol intervino en el conflicto y autorizó al argentino a jugar cuatro temporadas en España, dos en cada club litigante, por lo que el presidente azulgrana, Enric Martí, protestó por esta decisión; así la comisión que se hizo cargo del Barcelona tras la salida de Martí pensó que el jugador no merecía tanto desgaste y renunció a contratarlo. El Madrid abonó al Barça el dinero adelantado a River y pagó el resto del traspaso.
Inicio en Real Madrid
La especificación de contratación más importante en los 112 años de vida del Real Madrid tuvo lugar el 23 de septiembre de 1953 en el nuevo Chamartín. El rival fue el Nancy francés, equipo de bajas expectativas.
Alfredo Di Stéfano, que tenía 27 años en aquel momento, fue objeto de las cámaras de los fotógrafos y del análisis del cronista de ABC, Lorenzo López Sancho, “El as argentino traía ayer el lastre de medio año largo de inactividad”, escribió, “su trote ha perdido la fulgurante rapidez de otro tiempo y el sprint corto es también menos veloz que cuando vino con el Millonarios, pero su juego sigue en posesión de un toque impecable de pelota, de un dribling sobrio, muy ceñido y rápido, de una gran facilidad y precisión en el pase y de una concepción instantánea y certera de la jugada”; el Madrid perdió el partido, y López Sancho, que no casaba con nadie, tituló la crónica: “Un absurdo conglomerado madridista fue derrotado ayer por el Nancy (4-2) en Chamartín”.
Después del tropiezo con el Nancy, el domingo siguiente debutó de forma oficial frente al Racing de Santander en partido liguero. Ganó el Madrid por 4-2 y Di Stéfano estrenó su cuenta. Los blancos ganaron la Liga (no lo hacían desde la temporada 1932-33) con su estrella como máximo goleador (27 tantos); el inicio de una larga y reconocida trayectoria.
En la temporada 1954-55 se repitió el éxito. Di Stéfano marcó 25 tantos, pero la repercusión de este deporte, y por extensión del Real Madrid, cambiaría de forma radical con la creación, un año después, del mejor torneo de clubes del mundo: la Copa de Europa; el primer título vino de París, tras unas eliminatorias con el Partizán y el Milán, que fue la determinación de un equipo que remontó en la final, en el Parque de los Príncipes, ante el Stade de Reims francés, que empezó ganando 2-0, un gol de Di Stéfano cambió el curso del partido, que concluyó 4-3 para los blancos.
Después llegaron las finales ante la Fiorentina, el Milán, nuevamente el Stade de Reims y al Eintracht de Francfort, ante todos el argentino consiguió marcar; de la última, en Glasgow, Lorenzo López Sancho expresó “Nunca se había visto una exhibición tan prodigiosa”. El partido acabó 7-3, fue el triunfo de Di Stéfano, que anotó tres tantos -los otros 4 llevaron la firma de Puskas- para la quinta Copa de Europa consecutiva.
En el Real Madrid ganó cinco Copas de Europa de manera consecutiva, Di Stéfano tuvo sus réplicas en la primera Copa Intercontinental ganada por el club y el Balón de Oro que “France Football” concedió al jugador argentino como el mejor futbolista europeo de 1957 y 1959.
En los años siguientes el Real Madrid perdió el pulso continental, pero no tuvo rival en España. La derrota en la final de la Copa de Europa de 1964 (3-1 ante el Inter de Milán) significó el fin de la era de Di Stéfano, de manera que el Madrid decidió no renovarle el contrato; esa última temporada también estuvo marcada por el secuestro en Caracas de la “Saeta Rubia” por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela, que no buscaban dinero por un rescate, sino notoriedad pública. Después de tres días retenido, fue puesto en libertad en la avenida Bolívar, cerca de la embajada de España.
Después de su adiós como héroe madridista jugó dos temporadas con el Español de Barcelona. El 7 de junio de 1967 determinó de forma definitiva un partido homenaje que disputaron en el Bernabéu el Real Madrid y el Celtic de Glasgow. Su carrera como internacional no brilló como otras ocasiones, y nunca pudo exhibir su talento en un Mundial, ni con Argentina ni con España -se nacionalizó en 1956-. Convocado por Helenio Herrera para Chile en 1962, una lesión le impidió jugar, aunque si viajó con el equipo.
Como entrenador dirigió al Elche, Boca Juniors, Valencia, Real Madrid, Sporting de Lisboa, Rayo Vallecano, Castellón y River Plate. El 5 de noviembre de 2000 fue nombrado presidente de honor del Real Madrid y, como tal, unos días después recogió en Roma el trofeo al Mejor Club del Siglo XX otorgado por la FIFA, desde entonces había estado presente en los principales eventos del club y se volvió una referencia para las nuevas generaciones de jugadores.