Camilo José Cela Conde

Madrid.-Entre las pocas cosas que pueden darse por ciertas dentro del caos en que se ha convertido Irak, una tiene al menos la condición de muy probable. Ya conocemos el nombre de la próxima amenaza que nos hará lamentar, una vez más, la idea genial del llamado Trío de las Azores —Bush, Blair y Aznar (un cuarteto en realidad porque allí estaba también el portugués Barroso)— cuando decidió, con los pies sobre la mesa, derrocar a Sadam Husein. La próxima amenaza la supondrán los kurdos: al menos aquellos a los que los Estados Unidos han decidido armar para que puedan enfrentarse a la amenaza de los yihadistas.

Llueve sobre mojado; sobre unos lodos muy familiares ya. ¿Acaso cabe olvidar que desde Afganistán a las fallidas primaveras árabes los enemigos de Occidente son esos mismos a los que se armó hasta los dientes pensando en que era lo mejor? A falta de una estrategia global con la que actuar en el asunto de los muchos fundamentalismos islámicos, vamos dando palos de ciego que serían sólo una metáfora de no ir acompañados de morteros, ametralladoras y misiles. Nuestros muy avispados próceres se parecen cada vez más al personaje del matemático visionario de la película Jurassic Park quien, de acuerdo con sus propias palabras, estaba siempre buscando la siguiente ex-señora Malcolm. Tal vez la mayor diferencia sea que nuestros padres de la patria encuentran casi de inmediato al próximo ex-amigo convertido en amenaza.
La falta de criterio lleva a esas cosas.

A no saber en realidad si sería mejor apoyar a los insurrectos sirios o al dictador el Asad. Siria es hoy un avispero medio olvidado porque son otros los focos calientes de conflicto que reclaman la atención y, entre ellos, el que obtiene más portadas es de momento el del drama yazidí, ese credo del Kurdistán del que nadie, salvo los especialistas, había oído hablar hasta hace unas semanas. La investigación más simple conduce de inmediato a averiguar que a los yazidíes su religión les permite negar su propia fe cuando afirmarla significa riesgo de muerte. Pese a ello, las noticias confusas que nos llegan desde el norte de Irak hablan de las ejecuciones que están llevando a cabo los yihadistas: fusilan a quienes no se convierten al Islam. O no; cualquiera sabe lo que en verdad sucede siendo así que las fuentes de información son del todo confusas.
Pero la reiteración de los sucesos anteriores deja claro que quienes vemos ahora como defensores de los oprimidos por el califato del Estado Islámico pueden volverse con suma facilidad la siguiente amenaza. Que en Occidente, y en particular en Europa, tocamos de oído la melodía de la geopolítica es algo que saben hasta los niños de pecho.

Es lo que tiene manejar las crisis con guantes de boxeo cuando lo que se necesita es utilizar un bisturí. Y por desgracia nuestras torpezas no se limitan a mandar armas a países exóticos y lejanos. Cuando pase de la docena el número de los posibles afectados por el ébola que hayan llegado a Europa, será un milagro si sabemos qué hacer con ellos al margen de ponernos a rezar.