CHARLAS DE CAFÉ

 

Charla con Lourdes Meraz/Escritora

 

 

Eve Gil

Los abismos de la piel es la primera novela de Lourdes Meraz. Ella, sin embargo, no es ninguna desconocida en el mundo de las letras y tanto su nombre como el del personaje que creó para anunciarse al mundo entero a través de Internet, la Srita. Kamikaze, alojada en el blog diablitalactea.blogspot.mx había trascendido mucho antes de incursionar en el género novelístico. Además de crear un personaje excepcional, Lourdes es una intensa actriz teatral y había publicado un poemario titulado Vertedero o la suma de todas las cosas, que en su momento le originó excelentes comentarios.

 

Redes sociales

Así, entonces, Lourdes forma parte de ese interesante fenómeno sociocultural generado por Internet, donde los artistas se hacen de nombre y seguidores antes de mostrar su rostro en sociedad. Pregunto a Lourdes qué tanto influyó la Srita. Kamikaze para darle forma a Julia, la no menos pasional y arrebatada narradora de Los abismos de la piel.

“El caso de la Srita. Kamikaze —responde— es distinto. Es un personaje que llevo escribiendo desde hace dos años y medio, y ha evolucionado de una manera que no me esperaba. Nació en las redes sociales con comentarios que firmaba a nombre de personajes de ficción que me inventaba y este resultó ser no sólo el más llamativo, sino el que más me exigía”.

Pero cuando Lourdes nos hace la descripción general de la Srita. Kamikaze nos resulta del todo semejante a Julia, una joven que alberga pasiones violentas y las deja fluir con la impulsividad de quien no tiene nada que perder: “Es un antihéroe femenino orgulloso de la fatalidad de su destino. El suicidio como forma de vida es su estandarte y también, la profesionalización de un trabajo serio que la acaba y la completa a la vez. Como autora, en ella trato de responderme sobre la inevitable lucha entre la razón y el instinto, entre el placer y el displacer, entre la autoinmolación y la supervivencia”.

“Julia y la Srita. Kamikaze —agregase traslapan. Hasta ahora, hay ciertos personajes que me fascinan porque tienen esa cualidad prometeica. Me refiero a aquellos que, como Prometeo, nos entregan el fuego. Eso que nos daban Janis Joplin o Jim Morrison cuando cantaban; eso que recibíamos de Michael Jackson cuando se subía al escenario o todo aquello que volcó Truman Capote con su obra maestra y le costó su última novela. La diferencia con Prometeo es que ellos son mortales y al darnos el fuego se queman. Es inevitable. Se acaban porque el camino es demasiado como para resistirlo”.

 

Influencia teatral

Pregunto a la autora de Los abismos de la piel si la calificaría su obra como una novela intimista, de características casi autistas por lo cerrada en sí misma que parece estar Julia, reprimiendo todo el tiempo los deseos de gritarle al mundo que se vaya al carajo, aunque a través de sus pensamientos lo grite a los personajes que la rodean.

“Más que intimista —responde— es un monólogo. Debe ser el teatro. Aunque hoy en día el escenario y yo nos arañamos, sin duda mi formación como escritora empieza justo allí. Durante los diez años que estuve ahí como estudiante, como actriz y como docente, la consigna fue siempre buscar la acción, generar el conflicto; eso determinó mi manera de leer y escribir”.

El hecho de que el personaje que despierta la pasión de Julia sea nombrado “Minotauro”, nos remite a muchas cosas. ¿Por qué decidiste, le pregunto, darle ese apelativo a ese hombre, y qué dirías que tiene en común con el personaje mitológico?”.

“Ese hombre es un ser humano común y corriente. Es la mirada de Julia la que lo bestializa. En sus ojos ese hombre es también un toro y ella se asume como el tributo que ha de serle entregado al monstruo. Seguramente es por eso que él tampoco puede separarse de ella, porque en esa relación él tiene dimensiones mitológicas; porque se metieron a un laberinto del que nadie sabe cómo salir. El Minotaruo es uno de mis personajes mitológicos favoritos y en esta historia se convierte en mi motivo”.

 

Erotismo y rol femenino

Cuando le pido a Lourdes que nos descubra más sobre Julia, su respuesta no puede ser más desconcertante: “Sé de Julia casi lo mismo que tú.”

Y añade: “Para construirla, me hice las preguntas que se plantean cuando se va a representar a un personaje: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿adónde va?, ¿cuál es su objetivo? Las respuestas señalaban al mismo lugar: él”.

“Sabemos que Julia es hija única, que se hace diseñadora gráfica, que seguramente lo conoce al diseñarle unas tarjetas de presentación, que su héroe es Bruce Lee, que aunque no lo sepa, ama a sus padres. Es un animal solitario que busca desesperadamente el sosiego, que se avienta al vacío, entrega los huesos, la memoria y la piel. Lo demás le toca al lector construirlo como lo necesite”.

Una pregunta que se le hacen a todas las escritoras, pero creo que en esta ocasión viene más al caso que en otras, dado el potencial erótico de Julia: ¿qué tan difícil (o sencillo) le resultó a Lourdes hablar de la sexualidad y el erotismo desde una voz femenina?”.

“No fue difícil porque tengo el rol femenino. Lo difícil será lograrlo desde una voz masculina. Cuando la escribía pensaba sobre todo en las pulsiones, en lo que rebasa, en lo insoportable; el erotismo fue la consecuencia de todo eso”.

Comento a Lourdes que su estilo de narrar, contundente, tajante, de una poesía que no pretende ser tal, me recordó a Marguerite Duras y a Pascal Quignard, pero ella me sorprende de que su mayor influencia con los trágicos griegos, “aunque también me gustan Gabriel García Márquez, Banana Yoshimoto, Federico García Lorca y especialmente Pedro Lemebel”.

Los abismos de la piel está publicada por Editorial Terracota, México, en 2013.