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La batalla de El Carrizal fue un triunfo de las armas nacionales en contra del ejército estadounidense.
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En contra de la invasión norteamericana en 1916

 

Ninguno ama a su patria por ser grande,

sino por ser suya.

Séneca

 

Es gratificante constatar que, a pesar del olvido oficial, la memoria centenaria e imbatible de la patria mantiene viva la admiración y voluntad de ciudadanos y militares que por años han venido recordando a los mexicanos que, el 21 de junio de 1916, ofrendaron su vida en la batalla de El Carrizal; mexicanos como el general Genovevo Rivas Guillén, que supo actuar con firmeza y valentía, a pesar de su corta edad, logró frenar la velada invasión que el ejército estadounidense desplegaba bajo la llamada Expedición Punitiva, comandada por el general John J. Pershing.

carrizal.gob.mx

A pesar de los esfuerzos de quienes redactan la historia oficialista —tan afecta a olvidos y deliberadas omisiones y, por ende, proclive a generar amnesias colectivas que borren de la memoria hechos que contravienen los obscuros intereses de los gobernantes fácticos— la batalla de El Carrizal fue un triunfo de las armas nacionales en contra del ejército estadounidense que, enarbolando la persecución de Francisco Villa, se adentró sin autorización del gobierno constitucionalista mucho más allá de su frontera sur.

En la mañana del 21 de junio de 1916, frente al poblado de El Carrizal, situado a pocos kilómetros al sur de Villa Ahumada, Chihuahua, el destacamento del ejército mexicano, comandado por el general Félix Uresti Gómez, avistó a la caballería estadounidense, encabezada por el comandante Charles T. Boyd y el capitán Morey.

El combate comenzó a las 7 de la mañana, cayendo en los primeros momentos un importante número de soldados mexicanos, entre ellos, el general Félix U. Gómez, cuyo lugar fue inmediatamente ocupado por el joven teniente coronel Genovevo Rivas Guillén, quien tras dos horas de pelea abatió a las fuerzas invasoras, obligándolas a recular.

www.mexicoarmado.comLa hazaña perpetrada por el joven militar y sus compañeros de armas es equiparable a la gesta registrada en Puebla en 1862, y celebrada, año tras año, en los salones de la Casa Blanca, como el Día de México.

Por una servil e injustificable corrección política y diplomática, el gobierno mexicano omite conmemorar la Batalla de El Carrizal, para así no incomodar esa sensibilidad yankee a la que cualquier derrota de sus fuerzas armadas le resulta insoportable, sobre todo viniendo del país en el que triunfó su estrategia de integración subordinada a sus dictados económicos y militares.

Para la imbatible memoria de un grupo de mexicanos, el centenario de la proeza encabezada por el general Genovevo Rivas Guillén y sus compañeros de armas no puede pasar inadvertida, no debe ser negada por la historia, ya que el espíritu patriótico que animó a esos hombres a enfrentarse a un ejército mejor preparado y superior en armamento rubricó con su triunfo un valioso precepto de Séneca, quien afirmó que el amor a la patria no se mide por la dimensión del territorio, sino por hacer suya, con convicción, la defensa de sus patriotas.