Por Ricardo Muñoz Munguía

La homosexualidad tiene la edad de la humanidad, abrirla para que sea parte de una sociedad es algo que inicia. Alrededor de cincuenta años es el tiempo que el tema llega de modo más serio y activo a la sociedad mexicana.

Braulio Peralta (Tuxpan, Veracruz, 1953) lanza el libro El clóset de cristal (Ediciones B, México, 2016), el que muestra en su portada a Carlos Monsiváis. Imagen y título son la carnada para, más bien, entrar al inicio, al enfrentamiento y la consolidación del movimiento gay en México, así como algunos flashazos de su historia, o, más puntual, de bautizar esta preferencia sexual, apenas poco más de cien años de hoy día. Inicio: por el señalamiento de datos importantes: La primera marcha del 26 de julio de 1978, que incluyó alrededor de 30 homosexuales, hombres y mujeres; o la de veintisiete homosexuales y lesbianas el 2 de octubre de 1978; por otro lado, el que se considera el primer manifiesto público a favor de los homosexuales, por la autoría de Monsiváis, que apareció en estas páginas del suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! o la primera vez que el Chopo y la UNAM abren el tema gay gracias a la directora de entonces, la poeta Elva Macías.

El libro de Peralta describe los años sesenta, el destape y, por ende, enfrentamiento de la repercusión de ser homosexual (entre ello las “redadas” de personas; el levantamiento que hacía la policía), las personas que estaban al frente de este nacimiento de lucha, los que habrían de continuar; también, por supuesto, los amores y los amantes de varios protagonistas de ese tiempo y, claro, también de Monsiváis y del mismo autor; el tiempo del Sida en México, los sitios de reunión para consolidar estrategias…, para ello trae, sobre este tema, a otras personalidades por igual muy valiosas para este movimiento, como Nancy Cárdenas, “la primera mujer en México que se asumió lesbiana públicamente y defendió las minorías sexuales y sus derechos civiles” en el programa 24 Horas, de Jacobo Zabludovsky, pieza importante en el inicio del movimiento gay en el país, fue también muy cercana a Monsiváis, tanto que a él se le quebró la voz “y dejaste salir las lágrimas al despedir a Nancy Cárdenas en el Teatro de las Vizcaínas en 1994”.

Cierto es que Monsiváis se aferró constantemente a quedarse dentro del “clóset”, aunque fuera de cristal, pues su reiterado argumento de que no quería ser considerado “el intelectual gay” —como lo confirma Peralta y como se lo dijera Monsiváis a Sabina Berman— fue rebasado por su participación tanto intelectual, de lucha presente y, por supuesto, su homosexualidad que, ésa sí, la ejerció a plenitud con parejas que tuvo y se mencionan en el volumen, o sus disfrutes en las “pasarelas” de los hombres desnudos en los baños de vapor.

Braulio Peralta, a pesar de la voluntad del escritor de la Portales, se siente rebasado por la importancia de su participación en la vida gay de México y, porque, finalmente “soy periodista…”.

Carlos Monsiváis estuvo presente en los inicios de la defensa de los movimientos gay en México desde los sesenta hasta la Ley de Sociedades de Convivencia y a el derechos a casarse y a adoptar hijos, como lo afirma Peralta. Es, pues, “una crónica de lo que vi”, una crónica que va más allá de una sola persona.