Entrevista con Gerardo Gurza/Investigador del  Instituto Mora

Nora Rodríguez Aceves

Es difícil saber en estos momentos si el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tiene la intención de aplicar una política intervencionista para México. Lo primero que hay que tomar en cuenta es que apenas lleva un mes en el poder, y es muy complicado medir exactamente los alcances de lo que puede llegar hacer.

Retóricamente ha probado ser “alguien muy imprudente, que dice muchas cosas que asustan e incluso dice muchos disparates. No se debe tomar al pie de la letra todo lo que dice Donald Trump, aunque hay que verlo con cuidado, siempre considerando lo que pueda pasar o lo que es probable que suceda en la realidad”, asegura, Gerardo Gurza Lavalle, Investigador del Instituto Mora.

Más allá de eso, lo que se puede anticipar, con un margen de error considerable, es cierto retraimiento y aislacionismo de los Estados Unidos, no es una exacerbación o un aumento de las tendencias intervencionistas, porque en muchas de las  declaraciones y de los pronunciamientos que ha hecho Trump, desde su campaña y en estas semanas que lleva ya en la Casa Blanca, transmite una visión de la política internacional en la que Norteamérica ha estado presente en muchos escenarios.

“Ha gastado muchos recursos,  miles de millones de dólares en defender y tener presencia en muchos países, en muchos escenarios, por ejemplo Trump es muy crítico de la OTAN –Organización del Tratado del Atlántico Norte-, es como decir,  de qué sirve estar en esta organización tantos años, invertir millones de dólares para tener hombres, armamento, presencia en la OTAN, ayuda militar, si pese a esos esfuerzos, no se ven beneficios concretos”.

Lo mismo pasa con Corea, Japón, no ve ningún beneficio concreto y tangible para Estados Unidos, no estoy diciendo que sea la realidad, sino lo que parece  ser la visión de Trump, por lo mismo, lo que Estados Unidos debe hacer es una reevaluación de toda su política internacional y retirarse de los lugares en donde gasta dinero y recursos y no obtiene ganancia alguna.

El especialista en historia de Estados Unidos en el siglo XX, explica que “si le creemos a Trump lo que dice, sería un retraimiento de América Latina, en donde los intereses son realmente económicos, pero no hay, salvo México y Cuba, no hay intereses de defensa tan cruciales para los Estados Unidos como son lugares del Medio Oriente u otros sitios que son fuentes de terrorismo”.

El caso México

En cuanto a México, “no se ve ningún prospecto probable de intervención, esto del muro es también parte de esa visión de retraimiento, podrá ser muy absurda e ingenua, pero hasta ahora es lo que Trump ha manejado. El muro es un intento de aislarse de un país que envía -en su visión- inmigrantes, drogas, criminales, etc., y  lo que le conviene a Estados Unidos es poner una barda enorme para que no haya ningún tipo de contagio con esa realidad”.

Los riesgos que se ven son en el sentido comercial, por la revisión –que es un hecho- del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por la renovación de tendencias proteccionistas, quizá la imposición de aranceles a importaciones mexicanas, eso ¿qué forma tendrá? Tendremos que aguardar a la renegociación y ver cómo resulta. Más allá de eso, que sí está más limitado al ámbito comercial y de la producción, sin duda puede “tener daños y consecuencias muy importantes para la economía mexicana”.

Para el investigador del Instituto Mora es poco probable una intervención político-electoral por parte de Estados Unidos en México, lo que sí podría suceder, “es la militarización de la frontera, un reforzamiento de la patrulla fronteriza o, incluso, el uso de militares para patrullar ciertas zonas, construcción del muro, políticas duras en contra de los inmigrantes, ya se está viendo con las deportaciones, pero no algo al estilo de la Guerra Fría”.

La relación con América Latina

Gerardo Gurza, explica la relación entre Estados Unidos y América Latina, “lo primero que nos viene a la mente es la famosa Doctrina Monroe, pronunciada en 1823, en la que se pone una barrera a cualquier intento, por parte de alguna potencia europea para recuperar colonias que ya son libres o para  establecer nuevas colonias. Es un primer gran paso hacia el dominio estadounidense del hemisferio de Latinoamérica”.

Es un principio importante, continúa el entrevistado, porque denota la preocupación de los Estados Unidos por lo que está sucediendo en Latinoamérica, denota un esfuerzo por dejar claro a Europa que todo el continente americano es otra cosa, son diferentes, que serán  mayormente republicanos, aunque todavía en ese momento hay un imperio en México, es una monarquía, también en Brasil, por lo demás dominan las repúblicas.

Para entender las relaciones de Estados Unidos con América Latina, se debe evitar darle a la región una hegemonía que no tiene. La política de Estados Unidos es muy diversa dependiendo de la región de que se trate, para ellos no es lo mismo México o El Caribe, donde a finales del siglo XIX hay mucha presencia estadounidense, intervención, que los países del Cono Sur, Brasil, Chile o Perú, que son países muy lejanos y en los que no ha tenido gran intervención. Haciendo esa diferenciación regional, se puede marcar ciertas diferencias de política exterior e intervencionismo.

Esas características empiezan a cambiar hasta la década de 1890, cuando ya se puede notar una política más agresiva de Estados Unidos hacia América Latina, sobre todo hacia el Caribe y Centro América. Este cambio se da por  factores diversos, pero sobre todo se debe a que Norteamérica, después de su Guerra Civil, se consolida como nación, antes era una país con conflictos internos que no había tenido una manifestación violenta, pero si muchas divisiones y debate político, en torno a la cuestión de la esclavitud, eso le restaba fuerza en la escena internacional.

Después de la Guerra Civil, el país se consolida, se unifica bajo la pauta del norte, que impone una sola política económica y comercial. Se da acompañado de un crecimiento económico impresionante, de tal forma que ya para finales del siglo XIX, Estados Unidos se siente por primera vez con la capacidad, con la fuerza y el poderío económico para ejercer un papel mucho más activo e importante en la política internacional. Lo hace, obviamente, con base en la Doctrina Monroe, pensando en el hemisferio occidental como el área en la que puede tener más juego e importancia.

En esta época es cuando se da el famoso Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, que le da facultades policiacas, o se las arroga el gobierno estadounidense hacia países pequeños de Latinoamérica que tienen muchas deudas y problemas, y que por lo mismo son una invitación constante a que intervengan las potencias europeas.

A partir de los noventa, se ve una política más agresiva, es un parteaguas significativo: la guerra con España que a través de ella se declara la independencia de Cuba, pero Estados Unidos se queda con las demás colonias españolas, Puerto Rico, Guam, Filipinas, y como el protector de Cuba. Aunque la Isla es nominalmente independiente en el anexo de su Constitución, en la enmienda Platt, queda plasmado que los norteamericanos pueden intervenir en ella y no se pueden endeudar de manera autónoma.

Hay también una intervención en Santo Domingo, por cuestión de deudas, en Nicaragua, en Panamá, ahí se da la separación de Panamá de Colombia apoyada por Estados Unidos con miras a la construcción del Canal.

En suma, el periodo del siglo XIX, es una primera etapa de debilidad, titubeos, de presencia, de declaraciones que parecen muy impresionantes y muy agresivas, pero que en realidad son defensivas hacia Europa, ya que son estas potencias  las que realmente tienen el poder en la zona internacional.

Gerardo Gurza, señala que desde principios del siglo XX, justo en este intento por frenar endeudamientos que puedan causar inestabilidad e intervenciones europeas, Estados Unidos empieza a tener una presencia económica importante en muchos países.

La Guerra Fría es ese gran momento en el que la Unión Americana, con tal de frenar el avance del comunismo, así como intentos de subversión interna o revoluciones que puedan desembocar en regímenes favorables a Moscú o China, empieza a intervenir de manera agresiva en todos los países del continente, incluso en naciones que pueden tener poca importancia para los Estados Unidos, ya el interés no es tanto el de las inversiones, importaciones o presencia de grandes empresas estadounidense en alguna de esas zonas, sino justamente esta visión de que los territorios latinos puedan ser ocupados por la comunidad europea.

Si de lo que se trata es de ubicar el momento en el que Estados Unidos ya está en una posición de poder económico, militar y político tal como para quitar y poner regímenes, promover revoluciones o apoyar dictaduras –aunque violen los derechos humanos y sean completamente antidemocráticos–, es durante la Guerra Fría, de 1959 hasta principios de los años ochenta, esos 30, 35 años sí son notorios por este tipo de cosas y este tipo de intervenciones.

“Estados Unidos trataba de favorecer la estabilidad de México y por eso no intervinieron de manera directa, pero en otros países lo hicieron, ahí está el caso de Chile, Argentina, Brasil, lugares que de manera tradicional no habían estado muy cerca de la esfera de intereses estadounidenses”.

Sin embargo, por la visión global de contención del comunismo, se convierten en objetivos en donde los estrategas del pentágono y los políticos estadounidenses creen que debe haber presencia, estar informados sobre lo que sucede y en algunos casos intervenir.

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