Roxana Elvridge-Thomas

Ricardo Muñoz Munguía

La palabra ensancha la llama. Entonces el fuego se extiende a lo largo, un fuego interior que se deja ver (sentir) conforme pasa la caricia sobre las páginas donde se guardan estampas de diversos animales que agrupa (atrapa) la poeta con su quehacer creativo (mirada que lame la sangre y recorre cada cuerpo de la bestia). Belleza animal trazada por la escritora en seres salvajes, nobles y fantásticos.

El volumen Pequeño bestiario ígneo (Parentalia, 2016), de Roxana Elvridge-Thomas (Ciudad de México, 1964), permite adentrarnos al territorio del animal en turno, entonces el dibujo de cada uno de los seres aparecen más allá de su piel y su mirada, es seguirlos en sus garras, en su vuelo, en su luz…, y para ello, la mejor muestra sea desde la propia voz de la autora: “Tigre”: “Indómito ángel, cuerpo que es silbido, que es antorcha al penetrar la selva gangrenada, al erigir clamores que calcinan, arrasan, transforman todo cuanto arde con su paso”. “Carnero”: “Arde, con el cuerno, en su sangre el ánimo de guerra que agita los destellos de su estancia”. “León”: “Elige mortal tesitura,/ ofrenda con líquidos sones su estampa rugiente/ que estalla en coral belcebúes”. “Águila”: “Lúcida entrega surca los aires./ Clava sus firmes pupilas en ojos que atisban pasmados. Hoguera que incendia la aguda mirada”. “Grifo”: “Acaba de un zarpazo con la mansa, atroz, presagiada lejanía”. “Salamandra”: “Multiforme, como el fuego, enfatiza la fiera mirada entre flamas fluctuantes y arteras”. “Dragón”: “Acarrea su perjuicio, quiebra las leyes./ Sufrirá de por vida mil trances”. “Serpientes”: “Eclosiona simiente: renueva el embate y nueva serpiente renace a la luz”. “Luciérnaga”: “Tu sendero se refleja en las alturas, láctea vía que es espejo del andar hacia las brumas”. “Colibrí”: “Vierte con su activo fundamento un refugio que abre, en el pliegue del viento, a los amantes”. “Ciervo”: “Arrobo que roba la paz al que atisba esa fuga de bestia que es árbol en llamas, que es río palpitante de anhelos”. “Caballo”: “Es ráfaga y ritmo de cascos esquivos que invade de las chispas la estepa”. “Toro”: “Es bestia hecha de lava congelada”. “Jabalíes”. “Son legión y son la muerte”.

El bestiario de Elvridge-Thomas, como se aprecia, se ocupa de unos cuantos animales pero los que aquí aparecen, nos obliga a ver (insisto: sentir) otros animales que nos vengan a la mente o, lo mejor, que podamos tener de frente para, contagiados por los versos de este volumen, clavar la mirada en su personalidad (si se me permite el término) de cada animal.

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