En política, la cabeza es siempre la única que se sabe la película completa, entonces los tres últimos delegados de la Ciudad de México tendrían que haber tenido cada uno en su momento toda la información de lo que ocurre en la capital de país, más si se trata de un tema tan delicado como el narcotráfico.

Ante la respuesta del jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera y del delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado Vázquez, de que no se trata de un cartel y de que no estaban enterados, es muy ingenuo pensar que es verdadero.

En este sentido, el analista en temas de seguridad nacional Alejandro Hope en una columna publicada en el diario El Universal ironiza esta respuesta de la siguiente forma:

“Hay que ser enfáticos: esto no es un cartel. Se dice cartel, se comporta como cartel, tira bala como cartel, vende droga como cartel y bloquea calles como cartel… pero no es cartel…. Entonces, espero que hayan entendido. Esto no es un cartel. Le falta estructura. Le falta operatividad. Son un grupo. Grande y peligroso. Armado hasta los dientes, con capacidad y disposición para traficar, secuestrar, extorsionar, torturar y matar como si fuera cartel. Pero no es cartel. Agarren la onda ya”.

Existen muchas contradicciones alrededor de este fenómeno que se presentó en las pasadas semanas, pero para entender el presente, sería importante analizar el pasado.

Las mototaxis y los Ubereat, que son bicicletas que reparten la droga en la zona oriente de la ciudad, parecen ser la reedición de los Panteras del exjefe capitalino —entonces perredista— Andrés Manuel López Obrador trabajando para el cartel de Tláhuac.

A raíz de los acontecimientos del linchamiento de dos policías en Tláhuac en 2004, el entonces titular de Seguridad Pública Marcelo Ebrard tuvo que dimitir de su cargo, o más bien, el entonces presidente de la república Vicente Fox lo cesó. Pero López Obrador lo cobijó designándolo secretario de Desarrollo Social.

Rigoberto Salgado Vázquez, jefe delegacional en Tláhuac.

De esa posición saltó a la candidatura de la jefatura de gobierno donde tuvo como sus principales jefes policiacos a Joel Ortega, quien fue cesado como consecuencia de la tragedia de Lobohombo.

Contradicciones: en los días previos a su cese, diversos medios documentaron las acciones y omisiones de Marcelo, quien en el cargo que ostentaba y después como jefe de Gobierno tendría que haber estado informado de lo que ocurría; negarlo es una falacia.

Hoy quien está en entredicho es el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera. Él debe ser el funcionario mejor enterado de todo el gobierno de la ciudad. Y las señales son que Mancera está desinformado. El asunto de la presencia de un cartel en el oriente de la Ciudad de México no es, pues, cosa nueva.

Y no son solo las siete delegaciones que menciona en su espléndida columna, también en El Universal el siempre bien informado Héctor de Mauleón, quien reseña la corrupción de Rigoberto Salgado, exdirector de Seguridad Pública en esa demarcación, ya que fue acusado de proteger a extorsionadores.

Un siempre cercano colaborador de Rigoberto Salgado, es el entonces director de Participación Ciudadana en Tláhuac, Raymundo Martínez Vite. Ambos hicieron carrera en Tláhuac como perredistas, hoy como morenistas; Salgado es jefe delegacional y Martínez Vite diputado en la Asamblea Legislativa.

Entonces surge la pregunta: ¿Mancera por sus proyectos políticos esta de lado del PRD y en contra de Morena?  O ¿Mancera, ante la grande, será leal al cartel de Tláhuac y a Morena?

Esta decisión seguramente definirá su camino rumbo a una posible candidatura presidencial del Frente.