Recientemente se celebró en México la Plataforma Global para la Reducción de Riesgo de Desastres. Este evento estuvo a cargo de la ONU y de la Coordinación Nacional de Protección Civil. Asistieron más de cinco mil personas de alrededor de 180 países para dialogar sobre los avances en torno al Marco de SENDAI. Este es un plan con metas, objetivos y principios para la reducción de riesgos de desastres con una vigencia a 2030.

Uno de los aspectos más importantes tiene que ver con la infraestructura. El objetivo es reducir drásticamente los daños causados por los desastres naturales en infraestructuras vitales, volviéndolos resistentes e inhibiendo la interrupción de servicios básicos, como las instituciones educativas y de salud. Es decir, que la infraestructura en su conjunto resista los desastres naturales. Esta es una responsabilidad estratégica de los tres órdenes de gobierno. Además los proyectos ejecutivos de la nueva infraestructura deben buscar reducir al máximo las posibilidades de que las amenazas a dichos objetivos se conviertan en daños.

Es muy estimulante observar la reacción de la comunidad internacional frente a los desastres naturales y en particular, en el caso de México, la activa participación del sector privado en la solución de este problema.

Sin embargo, la grave cuestión de los desastres naturales exige un enfoque global para llegar a la solución de sus causas y no solo atender a sus efectos.

La evidencia científica muestra que la actividad humana ha provocado un acelerado proceso de destrucción de la naturaleza y el ambiente en los últimos doscientos años. El desarrollo y el progreso que se dio desde la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII conllevan también la destrucción de la naturaleza como nunca antes en la historia humana.

Asimismo, la población mundial creció de mil millones de personas a finales del siglo XVIII a 7,500 millones en la actualidad. Al mismo tiempo, el consumo per cápita de energía, agua, minerales, alimentación y espacio se incrementó también. Estamos frente a la perspectiva de llegar en poco más de 30 años a 10,000 millones de personas con la consecuente demanda creciente de recursos naturales.

Pero uno de los temas más sensibles es el del cambio climático. Este fenómeno siempre ha existido en el planeta debido a causas naturales. Sin embargo, el calentamiento global en los últimos dos siglos se ha debido a la actividad humana. Una de sus causas más claras en las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos principalmente por la actividad industrial. Estos gases al concentrarse en la atmósfera impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio. El calentamiento tiene efectos sobre el ciclo de carbono. Eso, a su vez, afecta la disponibilidad de recursos imprescindibles como el agua potable, la energía y la producción agrícola de las zonas más cálidas y provoca la extinción de parte de la biodiversidad del planeta. Asimismo, causa el derretimiento de los hielos polares y de planicies de altura, lo cual amenaza con provocar a su vez la liberación de gas metano, y la descongelación de la materia orgánica congelada podría acentuar más la emanación de anhídrido carbónico.

La contaminación que produce este gas aumenta la acidez de los océanos y afecta la cadena alimentaria marina. Si la actual tendencia continúa, veremos en poco tiempo cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes en los ecosistemas. Uno de los casos es el crecimiento del nivel del mar, que puede crear situaciones de extrema gravedad, ya que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o cerca de este y la mayor parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras.

Asimismo, derivado del calentamiento global se registran cada vez más eventos naturales catastróficos, cada vez más intensos y frecuentes. México es un país particularmente vulnerable al cambio climático. Este fenómeno es un problema global con graves consecuencias ambientales, sociales, económicas, distributivas, de seguridad y políticas. Es uno de los principales desafíos actuales para la humanidad.

En suma, es muy importante que la comunidad internacional se organice y se aboque a la prevención de desastres naturales.

De igual forma, es muy alentador que México efectúe un gran esfuerzo en la materia, con la participación del sector productivo y de la sociedad civil en general. Pero también es claro que no basta con atacar los síntomas de un problema sino que es necesario combatir las causas de fondo, que es detener la destrucción de la naturaleza y dentro de este esfuerzo combatir el cambio climático. Recordemos que el desarrollo y el bienestar se construyen lentamente pero la ruina es rápida.