Por Fernando Benítez*

 

Una voz puede ser sofocada indefinidamente cuando esa voz carece de resonancias. Las nuestra, vuelve a sonar, no por su propio mérito, sino más bien por los ecos y las simpatías que logró despertar en los mejores. Estamos aquí, después de un breve y forzado silencio, debido a un milagro de la amistad, a un interés y a una solidaridad intelectual de la que no hay muchos antecedentes en la historia de la cultura patria.

La obra emprendida con amor durante 13 años, ahogada por la incomprensión y el sectarismo estulto, hemos deseado deseado continuarla precisamente en el punto que la dejamos, es decir cuando nos disponíamos a publicar el resumen cultural de 1961: una tradición creada por nosotros que permite tener una idea a los lectores de lo realizado — con sus luces y sus sombras, sus aciertos y sus fallas—, durante el último año.

El hecho de que hayamos seguido los pasos de algunos escritores y dibujantes y encontremos un refugio en Siempre! no es, en modo alguno, un hecho fortuito. Esta revista, asilo tradicional de perseguidos, lejos de constituir un refugio del sectarismo, un coto cerrado, una manifestación de ciertos intereses, demuestra, en un a hora difícil para la convivencia humana, que en sus páginas pueden tener cabida y resonancia, las voces más dispares, los criterios más encontrados, las ideas juzgadas como irreconciliables, porque una Nación es en sí misma una pluralidad, un conjunto de opiniones diversas; reunir esas opiniones, hacer que se manifiesten sin inquisiciones ni censura es expresar a la nación como un todo y no como una de sus partes, es darle su dimensión, su complejidad y su sentido verdadero, es, en suma, la obra y el objetivo de la prensa digna de de ese nombre.

Esta vez SIEMPRE! no ha brindado asilo a un periodista aislado, sino al grupo numeroso de escritores y críticos  que con su honestidad y su eficiencia hicieron del antiguo suplemento el mejor de su género en el mundo de habla española. Desde luego no haremos en SIEMPRE! lo que hicimos durante 13 años. Aparte de que una revista impone modalidades y estilos propios, aspiramos a renovarnos, a realizar una nueva aventura, más periodística, más ágil, y sintética, donde los autores, los responsables de la obra cultural, tengan la oportunidad de decir sus opiniones y de contrastarlas o de acordarlas con el juicio de sus críticos, estableciendo un diálogo  —no necesariamente cordial—  que integre y ajuste nuestra información semanaria.

Naturalmente, con esta información ofreceremos reportajes y entrevistas; los ensayos de los escritores más reputados en México, en América Latina y en Europa; los textos y documentos que recojan las preocupaciones, las ideas de nuestro tiempo, la lucha eterna que libran pensadores, artistas y científicos tratando de formar un mundo más racional, más libre, menos injusto y angustiado.

Nuestra antigua preocupación por otorgarle a la crítica su elevada función dentro de la actividad cultural, está hoy fortalecida tanto por el disfrute de una libertad sin restricciones, como por el apoyo y la simpatía de los que en nuestro país constituyen un elemento activo de su progreso y renovación.

Los científicos, los artistas, los escritores, los hombres liberales, los estudiantes de  provincia, todos los que entendieron la significación de una tarea modesta pero animada por el deseo de exaltar los valores esenciales de México, estuvieron con nosotros cuando afrontábamos una dura prueba. Debemos decir que el primero en acudir desinteresadamente en nuestra ayuda, sin otro deseo que el de continuar una obra cultural interrumpida, fue el Presidente de la República. Al licenciado López Mateos, a Pepe Pagés, a todos los que nos tendieron su mano amiga en medio de los más cerrado de ese brote de mezquina intolerancia, vaya nuestro reconocimiento. Un respaldo tan cordial, tan unánime, tan sincero, supone un estímulo insustituible y una responsabilidad a la que trataremos de hacer honor en esta nueva aventura.

Libertades del hombre

 

Por José Pagés Lllergo

Con calor de hermanos, y con reconocimiento debido a sus calidades superiores de hombres y de periodistas, SIEMPRE! recibe en su hogar a un grupo de compañeros que desde las columnas de “Novedades”, y a lo largo de trece años, dieron a la cultura mexicana un nuevo rumbo y un nuevo aliento.

No es una simple coincidencia el hecho de que nuestras banderas cubran y proyecten desde hoy el esfuerzo y el espíritu de un grupo de profesionales que en nombre y en defensa de la libertad de expresión, abandonaron con Fernando Benítez el instrumento que pretendía coartar y limitar sus ideas.

Porque SIEMPRE! fue en su turno el fruto de una rebeldía semejante; porque SIEMPRE! no puede ser ajeno a ningún gesto que enaltezca a nuestro oficio, ni puede traicionar el origen que le dio sustento, es que recibe— orgullosos de su actitud, consciente de su impulso— a quienes vienen ahora a darnos con su renovado entusiasmo, horizontes más amplios, metas más concretas.

Bienvenidos a este hogar que quiere ser la playa de todos los náufragos que han librado, bajo el signo de la adversidad, la gran batalla para las libertades del hombre.   

*Texto publicado el 21 de febrero de 1962, en el suplemento La Cultura en México #1, de la revista Siempre!