Gilbert Keith Chesterton nació en Kensington, Reino Unido, el 29 de mayo de 1874 y murió el 14 de junio de 1936 en Beaconsfield, Inglaterra. Sus 62 años de vida le alcanzaron para convertirse en uno de los escritores más influyentes y admirados del final del siglo XIX y los principios del XX; entre las múltiples obras que nos han quedado de su pluma se encuentran El hombre que fue jueves, La taberna errante y las inolvidables aventuras del Padre Brown. Sus escritos han sido ampliamente valorados por figuras de la talla de Jorge Luis Borges, sin mencionar que acaparó la atención y fue merecedor de apasionantes estudios y traducciones por parte de Alfonso Reyes en México.

Es difícil que en el mundo de las letras una figura de tal magnitud pase desapercibida a los ojos de la polémica, pero tal parece que a Chesterton le gustaba envolverse redundantemente con ella a través de sus ensayos. Dentro de esta labor literaria, el escritor inglés desarrolló el medio perfecto para la remar contra corriente de las ideas de su tiempo, por lo que nunca dejó de causar incomodidades que bien podrían considerarse satíricas y humorísticas, pero no por ello menos inteligentes y profundas. Y es precisamente esta faceta de revolucionario genial la que busca retomar editorial Jus con Temperamentos, un volumen que reúne nueve ensayos editados y traducidos por Juan Antonio Montiel.

Montiel, quien considera que a pesar del paso del tiempo Chesterton se encuentra vigente y ha trascendido las barreras de los años, detalló que las creaciones que podrán leerse en Tempestades dejan testimonio de su afán de incomodar a los lectores para despertar sus ideas, lo cual realizó gracias a la reivindicación de autores como Blake, Byron, Stevenson y Tolstoi.

“Al hablar sobre esos autores, no lo hizo como si fuera una clase de historia de la literatura, así que no podemos colocar sus ensayos en la lista de las cosas que sabemos para mostrarnos cultos. No va por ahí”, dice el también profesor de Literatura, pues lo que en verdad interesaba a Chesterton era descifrar “el complejo engranaje de la imaginación”, explica a Excélsior.

La temática del libro, expresa Montiel, es también consistente con la personalidad de Chesterton en cuanto a sus afinidades, ya que “no se media con autores menores, sino con grandes autores de la literatura, a partir de los temas que conformaban sus obsesiones”. Obsesiones que no se quedaron únicamente para él, debido a que pudo formar una contracorriente de pensamiento.

“El estilo de Chesterton no sólo fue propio de él, sino que formó parte de la escuela del ensayismo inglés que tenía como característica el enfrentarse a los tópicos, es decir, a cualquier idea tópica, de cualquier perspectiva política o idea anquilosada o ampliamente difundida y tomada como cierta, sin que se cuestionase si era verdad o no”.

La obra del hombre que en medio del anglicanismo se volvió un ferviente católico, coloquialmente se considera compleja, sin embargo, Juan Antonio Montiel ha decidió desmontar dicho estigma demostrando la vigencia, simbolismo e importancia de sus creaciones:

“…me parece que estamos en una época en la que esa clase de pensamiento vuelve a ser muy imponente, en un tiempo en el que estamos dispuestos a aceptar verdades que parecen evidentes, pero sobre las que nadie quiere cuestionar, indagar o revisar a fondo”.

Y añadió que, junto con Thomas de Quincey, Chesterton fue un escritor que requirió de todo su ingenio y valentía para oponerse a las creencias más “difundidas y cómodas de una sociedad conformista”.