La investigadora Rebeca Monroy Nasr, en su más reciente investigación, reflexiona y sitúa la práctica social del fotoperiodismo y la fotografía documental en México y América Latina, entre los años setenta y noventa; ella misma es protagonista de una renovadora generación de fotógrafos que surgió y desarrolló el fotodocumentalismo, y tuvieron como modelos, maestros y guías a personajes como Manuel Álvarez Bravo, Rodrigo Moya, Enrique Bordes Mangel y Héctor García.

Se ha considerado a Felix H. Man (1893-1985) el iniciador del periodismo fotográfico de la modernidad, quien realizó trabajos sobre la destrucción en Alemania en la región renana. Otra figura central será Henri Cartier Bresson (1908-2004), considerado el padre de la “fotografía de la calle”, quien acuñó la frase “instante decisivo” porque: “De todos los medios de expresión —dijo—, la fotografía es el único que fija el instante preciso. Jugamos con cosas que desaparecen y que, una vez desaparecidas, es imposible revivir… Para nosotros lo que desaparece, desaparece para siempre jamás: de ahí nuestra angustia y también la originalidad esencial de nuestro oficio”.

 

Fotografía documental y fotoperiodismo

Con el deseo en la piel. Un episodio de la fotografía documental a fines del siglo XX es un ensayo historiográfico sobre las transformaciones de nuestra fotografía a lo largo de un cuarto de siglo. Se despliegan en contrapunto 57 fotografías; más de la mitad son de la propia investigadora, para quien es necesario establecer las diferencias entre la fotografía documental —la cual no siempre tiene un destino dirigido— y el fotoperiodismo —realizado por los fotógrafos de prensa, responsables de una fuente (política, nota roja, deportes…)—. Lo relevante para ellos era captar la imagen como un testimonio: “La diferencia entre documentalismo y fotoperiodismo se establece a partir del uso social de la imagen —precisa la estudiosa—, y la intención con la que el fotógrafo toma esta imagen”.

En esos años 70 y 80, los fotógrafos aspiraban a “sacudir las conciencias” con sus imágenes; los fotorreporteros se introducen en las fábricas o en los sindicatos. El presente ensayo conjuga el periplo de la misma estudiosa como fotógrafa documentalista con el decurso de la historia de nuestra fotografía; sintetiza los rasgos técnicos y los alcances sociales y de denuncia de fotógrafos como Nacho López, considerado por Rebeca Monroy el “ideólogo” de su generación, consolidador del fotoensayo en la revista Siempre! de José Pagés Llergo, quien desde el cardenismo propició la sátira política de los reporteros gráficos en la revista Rotofoto.

 

Discurso contestatario

Héctor García y María García, su esposa, establecieron un nuevo discurso contestatario en sus fotografías sobre el Movimiento del 68. Rodrigo Moya desarrolló la “doble cámara”: con una captaba imágenes para cubrir los requerimientos editoriales de las publicaciones para las que trabajaba; con otra tomaba imágenes que conformaban su archivo; así conservó una memoria histórica visual.

A Enrique Bordes Mangel se le conoció como el Dandy del periodismo y se le entregó el Premio Nacional de Fotoperiodismo por una imagen en la que es intimidado por un “representante de la ley” con una pistola calibre 45; su cámara captó antes la imagen del tirador.

La autora de “Robert Capa, mensajero del tiempo” realiza una suerte de paneo de la fotografía mexicana, a partir de la Revolución, y la influencia que tuvo su ejercicio como denuncia social; secciona trayectorias de protagonistas axiales, aun extranjeros, como Edward Weston, Tina Modotti (que configuraron una especie de cultura del “petate y la jícara”, a decir de Erica Segre), Hans Gutman (Juan Guzmán) y Simone Flechine.

Algunos profesionales de la fotografía adoptaron México como segunda patria; recuérdese a Kati Horna, amiga desde la juventud de Robert Capa, quien solo estuvo cinco meses en nuestro país, en las cruentas  elecciones del 7 de julio de 1940. Los seguidores de Juan Andrew Almazán fueron atacados. Capa, considerado por Picture Post el fotógrafo de guerra más importante del mundo (1938), fotografió para Life las multitudinarias manifestaciones, lo evidenciaban el júbilo por el triunfo de Ávila Camacho, aunque su propósito central en México fue resolver un trámite de migración. Capa fue, junto con Cartier Bresson, uno de los fundadores de Magnum Photos (1947), agencia pionera de fotógrafos independientes.

 

Legados

Reconocemos la significación de fotógrafos posteriores; sin dejar fuera a Miguel y Agustín Casasola. Los hermanos Mayo, cuyo legado, con más de cinco millones de negativos, se resguardan en el Archivo General de la Nación; sus archivos en conjunto representan una parte esencial del imaginario colectivo de nuestro país, aunados al icono bucólico que el cinematógrafo y codirector Gabriel Figueroa nos dejó en su obra para el cine a lo largo de más de 200 títulos.

En Con el deseo en la piel… Rebeca Monroy muestra cómo los fotógrafos han enfrentado la censura gubernamental; se han defendido de diversas maneras. Pedro Valtierra propuso una nueva noción y ejerció de los periodistas gráficos en las páginas de La Jornada, recién fundada (1984), después de insalvables diferencias en Unomásuno: los fotógrafos dejarían de ser ilustradores de noticias, sus imágenes serían “un testimonio crítico de la vida política, económica y cultural”; reveladora es la iniciativa de que ellos mismos deben controlar y preservar los archivos de sus imágenes.

Con el deseo en la piel… también es una profunda reflexión sobre aspectos técnicos que, paradójicamente, inciden en posiciones ideológicas, aun éticas, por ejemplo, el uso del flash.

 

EZLN: un capítulo de la prensa gráfica

Un capítulo de la prensa gráfica se inició y concluyó —a decir de la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH— durante el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (enero, 1994). Aunque las demandas de los zapatistas no han sido satisfechas y el abandono a las comunidades indígenas se acrecienta, la sociedad, en general, hoy es más sensible ante los indígenas (que comprenden el 10 por ciento de nuestra población, que hablan sesenta y seis lenguas), gracias al seguimiento que, en particular, le dio la prensa gráfica.

Una de las contribuciones de este libro es la valoración y reconocimiento de Rebeca Monroy a los ideales y logros de su generación. Admirable también es su crítica al ámbito editorial de la fotografía; a la falta de propuestas, ex profeso, en la fotografía; señala que “se han perdido muchas propuestas en el espacio de lo subjetivo”.

Con el deseo en la piel…, además de su contribución cinematográfica, será esclarecedor para las nuevas generaciones de reporteros gráficos y de diseñadores y editores de publicaciones periódicas.

 Rebeca Monroy Nasr, Con el deseo en la piel. Un episodio de la fotografía documental a fines del siglo XX, México, UAM-X, 2017.