Daniel Ávila Ruiz

 El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha generado importantes ventajas para los países firmantes: 1) un comercio total de bienes y servicios cercano a $1.2 miles de millones de dólares (mmd) anuales; 2) uno de los sectores de producción automotriz más eficientes del mundo; y 3) cadenas de suministro que permiten a América del Norte competir con los fabricantes europeos y asiáticos, que tienen acceso a costos por mano de obra más bajos.

Aun así, el TLCAN ha recibido grandes críticas por problemas relacionados con las tasas de empleo en Estados Unidos. Además, el déficit de Estados Unidos con México es de aproximadamente $60 mmd, lo que parece ser una de las principales preocupaciones de la administración de Donald Trump.

Ciertamente, se han perdido algunos trabajos manufactureros en Estados Unidos, pero alrededor del 75% de dichas pérdidas se deben a la automatización y no al TLCAN. Inclusive, los déficits comerciales más grandes de Estados Unidos los tiene con naciones con quien no tiene acuerdos comerciales (China, Alemania y Japón), por lo que parece ilógico culpar a un acuerdo regional por la situación en la balanza comercial de ese país.

Sin embargo, la administración Trump exigió la renegociación del TLCAN a fin de reducir su déficit comercial, mantener más empleos manufactureros en Estados Unidos y hacer que México pague un muro fronterizo. Ninguno de estos objetivos puede lograrse a través de la renegociación del TLCAN, ya que los dos primeros son la antítesis de los acuerdos de libre comercio y el último es inaceptable para nuestro país.

Pese a todo, de lograrse una renegociación justa, el TLCAN podría beneficiarse de una mayor flexibilidad regulatoria, una mejor protección laboral y ambiental, lograr mayor apoyo a las PYMES, conseguir la cobertura del comercio electrónico y generar un mejor marco normativo para las contrataciones públicas.

¿Qué sucedería con las exportaciones mexicanas a Estados Unidos si no se logra la renegociación del TLCAN? Se desalentaría la inversión extranjera, al menos por un tiempo, lo que provocaría un crecimiento más lento en México, aunque el impacto sobre el déficit y el volumen comercial es incierto.

No obstante, a pesar de la disminución de la inversión y de la posible reubicación de algunas empresas estadounidenses fuera de América del Norte, los aranceles impuestos por Estados Unidos se mantendrían relativamente bajos y las demás ventajas de producir bienes para el mercado estadounidense en México se conservarían.

Los factores relevantes que favorecen a México en dicho escenario incluyen la importancia de las cadenas de suministro interconectadas desde hace mucho tiempo, la proximidad geográfica a los Estados Unidos en comparación con Asia y Europa, así como la gran inversión en infraestructura industrial de vanguardia aunado a la existencia de mano de obra calificada.

Además, un enfoque exclusivamente comercial de la renegociación podría ignorar otros aspectos importantes de la relación México-Estados Unidos, por ejemplo, las cuestiones de seguridad y terrorismo; la reducción de la migración ilegal; y el apoyo brindado por México para mitigar el flujo de migrantes de América Central y Sudamérica.

Creo firmemente que todos los elementos anteriores serán tomados en cuenta a la hora de renegociar el TLCAN. Por ello, creo que de alguna u otra forma nuestro país saldrá bien librado de dichas negociaciones.

*SECRETARIO DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES ASIA-PACÍFICO

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