Ricardo Muñoz Munguía

La novela es el género que se puede dar muchas libertades y, la que hoy nos ocupa, se prende de las imágenes, agota los panoramas que atraviesan los pasos y la memoria. Al inicio se espera que la historia cobre “acción”, por decirle de algún modo a lo que vendrá, pero el autor se decide por hacerlo dosificadamente y, conforme avanzamos en las páginas, el cambio de respiración nos indica la fuerza y el interés que ha cobrado la historia de dos jóvenes muy opuestos en carácter, actitud, formación…, pero, cuando al fin se habrán de juntar en un interés, un interés que los rebasa y que por nombre lleva el de Mariana, es cuando la separación es inminente.

La historia de la primera novela de Béla Braun (Ciudad de México, 1977) corre en paralelo. Dos voces intercaladas la nutren principalmente. Una, la de Adrián Amezcua, quien con tonos frescos y sus innumerables menciones de “verga” se deja ver experimentado y dispuesto a entrarle a todo, sin escrúpulos, fuerte, muy malo para la escuela pues reprobaba todo, menos Física e Historia Universal…, quien además es el encargado de responder y describir sobre el otro protagonista, quien precisamente lleva la otra voz, es la de el “Tili” (tilico), de quien su apodo lo describe físicamente y como lo apodaba Amezcua pero con los nombres de Imre o Imikém, un muchacho llegado a una colonia que al analizarla parece no convencerle pero preferible eso a regresar a la casa que más tarde abandonó, quien es inteligente pero, sobre todo, un gran jugador de ajedrez, así forzado por su padre pero también el impulsor de que este juego ocupara su vida por completo; también de un carácter escondido como el que mostró en una reunión cuando hasta le causaba pena ajena a Amezcua pero Imre hizo la mención de sus tres sueños: “El primero es ser campeón nacional de ajedrez. El segundo no se los puedo decir. Y el tercero es que todos ustedes se ahoguen en el río de mierda que pasa allá abajo”.

La portada de Sacrificio (Nieve de chamoy, México, 2017) atina con exactitud la trama. Entre claroscuros va el desarrollo; en líneas paralelas, como ya se dijo, toman un rumbo que tiene una misma puerta: Mariana.

El periodista, editor, músico y escritor, Béla Braun, entrega una novela que adjunta una carga importante de imágenes pero éstas terminan por ser un fondo de agua ante dos personalidades que, después de cerrar el libro, nos obliga a profundizar en ellas y, entonces, se intercalan las visiones sobre los protagonistas. Sin duda, un trabajo valioso. Braun debe afianzar su Sacrificio con una, desde ya, esperada nueva novela.