En algunos diarios y medios electrónicos, la noticia pasó de las secciones científicas a las de información general: un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York había descubierto un nuevo órgano en el cuerpo humano al que llamaron intersticio.

La información fue de un medio a otro con datos semejantes sobre el intersticio, pero sobre todo se destacó el descubrimiento de ese nuevo órgano en pleno siglo XXI, cuando se pensaba que ya se habían descubierto todas las estructuras del organismo. Lo más sorprendente era que ese órgano se convertía en el más grande del cuerpo humano… Pero no hubo tal descubrimiento, aunque sí revelaciones importantes sobre la función del espacio intersticial (el espacio que existe entre las células).

 

Un intersticio de equivocaciones

Un grupo de investigadores encabezados por el patólogo Neil Theise, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, publicó el 27 de marzo su trabajo “Structure and Distribution of an Unrecognized Interstitium in Human Tissues” (“Estructura y distribución de un intersticio no reconocido en tejidos humanos”) en la revista en línea Scientific Reports, en el cual señalaban especificaciones nuevas del concepto de intersticio humano, sin que en ningún momento llamaran al espacio intersticial un nuevo órgano.

Sin embargo, un medio libre de toda sospecha (hasta entonces) dio su interpretación a este hallazgo. Eurekalert!, “un servicio de noticias en línea y global, operado por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia” (AAAS, por sus siglas en inglés), como refiere en su página, causó confusión porque tituló la información como Newfound ‘organ’ had been missed by standard method for visualizing anatomy (“«Órgano» recién descubierto se había perdido por el método estándar de visualización de la anatomía”).

En el cuerpo de la nota la información es precisa y puntual, pero ese titular y el pie de una ilustración hacen referencia a un nuevo órgano humano. Eso no fue todo, la mayoría de los medios que reprodujeron la información no tuvieron el cuidado de consultar la fuente original, es decir el trabajo de Theise y colaboradores, para cerciorarse de ese trascendental hallazgo, sino que tomaron como cierto el titular y aseguraron que se trataba de un nuevo órgano de nuestro cuerpo.

Al margen de la importancia del hallazgo de los investigadores, conviene destacar dos cuestiones: la primera: la cabeza de la noticia y el pie de la ilustración, son errores de los que algunos científicos culpan al periodismo de la ciencia, que en busca de atraer lectores privilegia el sensacionalismo; la segunda: la mayoría de los medios reprodujo lo publicado por Eurekalert! Es decir que se trató de un ejemplo de lo que no debe hacerse en el periodismo, y menos aún en el dedicado a la ciencia.

 

Un hallazgo importante

Theise y colaboradores lo que hicieron fue describir “la anatomía y la histología de un espacio previamente desconocido, aunque extenso, macroscópico, con fluido dentro y entre los tejidos”. Desconocido en cuanto a que si bien ya se sabía de su existencia desde hace dos siglos, no se sabe con precisión cómo está estructurado y qué funciones tiene.

Tradicionalmente, los patólogos toman muestras, les hacen cortes finos y les agregan sustancias químicas para verlas al microscopio, en el proceso se drena el líquido intersticial y desaparece el espacio virtual. Por esa razón no se conocía plenamente el intersticio.

Los investigadores David Carr-Locke y Petros Benias, coautores del trabajo, en 2015 fueron los primeros en observar en vivo el espacio intersticial en los conductos biliares de un paciente con cáncer, gracias a una nueva técnica, la endomicroscopía por láser confocal, que consiste en introducir en el organismo un endoscopio con el que se detecta la fluorescencia de los tejidos, de tal forma que se aprecia el espacio intersticial y sus estructuras. Posteriormente realizaron observaciones en 12 pacientes operados del páncreas y de los conductos biliares.

Los resultados de sus trabajos demostraron que los espacios intersticiales “en lugar de ser un paquete de colágeno, son espacios intersticiales llenos de líquido. La presencia de líquido tiene implicaciones importantes para la función y la patología del tejido”, refieren en su trabajo, en especial en las enfermedades degenerativas como la rigidez de las extremidades, esclerosis (endurecimiento de órganos). Asimismo, se encontró una conexión con el sistema linfático, lo que podría explicar la rapidez con que en algunos casos se presentan metástasis (diseminación del cáncer a un órgano distinto de aquel en que se inició).

Por esta razón, Neil D. Theise considera que “este descubrimiento tiene el potencial de impulsar avances radicales en medicina, incluida la posibilidad de que tomar muestras del fluido intersticial se convierta en una potente herramienta de diagnóstico”.

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f/René Anaya Periodista Científico