Dudo que a Margaret Randall le agrade ser definida como “leyenda viviente” de la poesía… y no solo la estadounidense también la mexicana, por la estrecha familiaridad que tiene con nuestro país: sus nietos, que comparte con el poeta Sergio Mondragón son mexicanos. Su poesía en general refleja su entusiasta activismo en apoyo a las causas revolucionarias de América Latina y su postura crítica ante el gobierno de su país de origen, con mayor énfasis en la actualidad, perceptible ya en su más reciente libro El rizoma como un campo de huesos rotos.

Lo privado es público

¿Cómo vive una luchadora social y una crítica del sistema el actual gobierno encabezado por Donald Trump?

Uno quisiera que el gobierno de su país reflejara tolerancia y justicia y no ignorancia, manipulación, avaricia y violencia. Pero es necesario que todo ciudadano, no solo los artistas e intelectuales, levantemos la voz. Somos conscientes de que la política estadounidense afecta el mundo entero. A pesar de las agresiones diarias de Trump y su gente, hay una fuerte resistencia en el país: Black Lives Matter, #MeToo y los jóvenes que están luchando por un mayor control de armas, entre otros. Mi último libro de poesía —no traducido aun al español— se titula La mañana siguiente, en referencia a la mañana en que despertamos con la noticia de que un criminal se había apoderado de la Casa Blanca”.

En su poesía, relaciona usted interioridad y cotidianidad con los conflictos políticos, bélicos y sociales. ¿Cómo logra fusionar tan efectivamente su historia personal con la Historia, en mayúsculas?

Desde mi toma de conciencia feminista —a finales de los sesentas— proclamamos que lo privado es público. ¿Qué quiere decir realmente? Pues que las fuerzas externas y las internas afectan todo quehacer humano. Mi padre fue un hombre preocupado por la justicia, y en la medida en que avanzaba mi vida busqué personas y movimientos que, pensaba, reflejaban esa búsqueda.

“Haber vivido en países profundamente afectados por la política exterior de Estados Unidos —agrega— me ayudó a comprender la neocolonialización, el imperialismo, los más recientes diseños globales. He tenido la suerte, a lo largo de mi vida, de poder nutrirme de experiencias que muestran las relaciones gubernamentales y humanas de manera significativa”.

“En mi obra me interesa jugar —dice esta mujer autora de casi cincuenta títulos, entre poesía, testimonio y ensayo— con los elementos tiempo y espacio. La literatura puede volver a la vida personajes de cualquier tiempo Es una manera de dar voz a los que han sido ignorados o silenciados, rendir homenaje, reconocer esfuerzos heroicos, revivir la memoria colectiva”.

Víctima de abuso sexual

Esto ha permitido a Margaret Randall danzar entre múltiples personajes que en realidad son personas, “héroes desconocidos”, parafraseando a Whitman. “En la literatura —dice— uno puede deshacerse de las aparentes líneas divisorias entre seres vivos y muertos, lo que pasó y lo que uno hubiera querido que pasara; el tiempo y el espacio. Uno puede hablar una verdad más allá de esa «verdad» que se constriñe a una posición política o religiosa, y habilitar su propia Verdad”.

Hay un episodio muy doloroso en la infancia de Margaret Randall que ha revelado en otros libros y que reaparece en El rizoma: el abuso sexual del que fue objeto a manos de su abuelo materno. También aparece su padre, a quien estuvo muy unida, en especial a través de la literatura que él la ayudó a descubrir.

“Fui víctima del abuso sexual —recuerda— de mi abuelo materno a muy temprana edad. No tenía todavía el don del lenguaje, por lo que tuve que esperar años para reencontrar (en una psicoterapia) dicha experiencia; reclamarla, analizarla. Hace rato me preguntaste qué me había impulsado hacia una búsqueda de justicia. Cuando uno sufre una injusticia, comienza a buscar la Justicia, con mayúscula. Para mí, y creo que es evidente en mi obra, la vida se compone de episodios sombríos y crueles así como de ternura y belleza. Son dos caras de un mismo viaje. Siento la necesidad de escribir de todo eso, pero no experimento alivio, quizá porque en vez de alejarme me acerco. Siempre está allí, ya sea en mi vida o en las de los demás”.

 

Ola de neofascismo

“La literatura —dice— puede llegar a ser un arma, en el sentido en que se utiliza para luchar por un cambio social; por una mayor comprensión entre los seres humanos, en contra del clasismo, del racismo, de la xenofobia, la misoginia y la homofobia. En un mundo en el que hay tanta manipulación de los hechos por parte de quienes sostienen el poder, muchas veces nos vemos como David frente a Goliat. Al plasmar verdades, sobre todo acerca de uno mismo, uno se coloca en la posición más vulnerable, se arriesga a que el enemigo puede usar esas armas en nuestra contra. Sin embargo, son riesgos que tenemos que asumir”.

¿Cómo percibe Margaret Randall a este país que ama tanto, inmerso en una cruenta batalla electoral que, como nunca antes, involucra y afecta a los ciudadanos?

En estos momentos el mundo entero vive una ola de neofascismo, repleta de chantaje, manipulación, una profunda corrupción y una violencia desmedida. México no es una excepción. Pero soy optimista por naturaleza y confío en que las elecciones de julio traigan una esperanza. Confío en las nuevas generaciones, aunque suene como un cliché.

Margaret Randall nació en Nueva York en 1936 y El rizoma como un campo de huesos rotos lo publicó Quetzal León Calixto-Secretaría de Cultura, 2017. La traducción del inglés es de María Vázquez.

@tintavioleta