A unos días de celebrarse los comicios que definirán en todo el país los 3,400 cargos de elección popular  en disputa —entre ellos el de presidente de la república—, los mexicanos que acudan a las urnas deberán estar conscientes de la importancia que representa para el futuro del país defender su libre decisión para exigir a los que resulten ganadores, mejores condiciones de vida y un trabajo digno para todos los mexicanos.

El hartazgo de las mayorías a una política económica que por más de tres décadas ha aniquilado el nivel de vida de  la mitad de la población —55.3 millones pobres de acuerdo con el Coneval— se ha reflejado ante el marcado rechazado a los partidos politicos que ni coaligados han logrado posicionar a sus candidatos en el ánimo de los electores.

La lista nominal  de 87 millones 800,000 electores, está integrada en un 30 por ciento por jóvenes de entre 18 y 30 años;  unos 25.7 millones de votantes en cuya decisión descansará buena parte del futuro político de los candidatos inscritos en la boletas electorales.

Estas nuevas generaciones no deben pasar por alto que el modelo neoliberal seguido a pie juntillas por los gobiernos en turno en los últimos seis sexenios derivó  en la aprobación de reformas que, como la laboral, les han  cancelado su estabilidad laboral,  su ingreso en la seguridad social y con ello a una atención médica, una vivienda y una pensión dignas.

La tecnocracia ha privatizado y desmantelado más de mil empresas públicas para beneficiar con su venta, a precios irrisorios, a los empresarios nacionales y extranjeros; Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, la desaparición de Luz y Fuerza del Centro y ahora el debilitamiento de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad son parte de esta estrategia que en nada benefició  a la población.

Por eso es de vital importancia para el futuro del país que al emitir su sufragio los mexicanos lo hagan pensando en una opción que realmente sea garantía de un proyecto  más incluyente y justo,  donde la clase trabajadora participe como uno de  los ejes primordiales tanto de la política social como del desarrollo económico.

La mayorías deben librarse  de los anzuelos publicitarios y la compra del voto, a través de las eternizadas dádivas, que las han condenado a ser utilizadas como un instrumento electoral  para conservar los privilegios de una minoría rapaz, empecinada en desmembrar a la nación y sus riquezas naturales, y, con ello, condenar a las nuevas generaciones a la pobreza.

El costo de la elección por  28,928 millones de pesos, que al final del día pagamos todos los mexicanos, no es garantía, sin embargo, de  imparcialidad  y transparencia de parte de los órganos electorales, por lo que todos los mexicanos deberemos estar atentos a que el voto de las mayorías sea respetado de manera íntegra, porque es un derecho constitucional no negociable e irrenunciable.