Las hermanas Brontë, Charlotte, Emily y Anne, vieron la luz por vez primera en la Inglaterra del siglo XIX, en una sociedad en la que el papel de la mujer estaba muy delimitado. Criadas en el seno de una familia irlandesa que practicaba la religión anglicana, las tres hermanas se propusieron luchar contra su tiempo y dedicarse a la literatura, un campo vetado por aquel entonces a las mujeres. Para ello tuvieron que enfrentarse a un entorno hostil, lleno de privaciones materiales y morales, adelantándose a su tiempo con el inicio de una lucha que años después sería ganada.

Este lunes 30 de julio se cumplen 200 años del nacimiento de Emily, la segunda de las hermanas. Como retrata la biógrafa Winifred Gérin, Emily no tenía amigas, era intolerante, malhumorada pero también responsable y trabajadora. Pocos podían imaginarla creando los cataclismos sentimentales que trasladó a su única novela Cumbres borrascosas, creada en 1845, una obra extrema e inclasificable, considerada en su momento como una extravagancia de mal gusto.

Esta novela hizo de su autora una figura inmortal, pues asegura el poeta español, Álvaro Pombo, Emily refleja en ella su potencia creadora, “hace que haya una inmersión en la lengua con la narración de la historia, la creación de los personajes y la fuerza de los detalles de una gran prosa vigente en el siglo XXI”.

Después le siguieron a Emily 200 poemas más, bajo el seudónimo masculino de Ellis Bell; con ellos y su única narración de romanticismo inglés, afirma Pombo para el diario El País, “desafío la época victoriana, rompió los esquemas literarios predominantes, abrió nuevas vías a la literatura, adelantándose con varios temas, algunos con aires feministas que baten puertas y ventanas”.

Las hermanas Brontë, Charlotte, Emily y Anne

En las últimas décadas Cumbres borrascosas se ha convertido en un referente indeleble dentro de las historias clásicas, pues ha sido adaptada en diversas obras teatrales, cinematográficas y en la televisión mundial. Entre las más destacadas están la dirigida por el cineasta William Wyler, protagonizada por Laurence Olivier en 1939 y la que dirigió el francés André Téchiné en 1979, con Isabelle Adjani en el papel de Emily; sin olvidar la adaptación del director de cine, Luis Buñuel, con su largometraje Abismos de pasión.

Para recordar a Emily Brontë -quien aseguran especialistas, padeció el síndrome de Asperger y murió a los 30 años de tuberculosis-, su tierra natal se ha dado a la tarea, junto con la Sociedad Brontë y diversos centros culturales de diferentes partes del mundo, de celebrar con homenajes, lecturas, revisiones y debates de sus textos, así como la muestra Making Thuder Roar, en la casa familiar, ahora convertida en museo, en Bradford. Mientras, en las librerías españolas regresan las ediciones de Cumbres borrascosas, en especial la magnífica traducción de Carmen Martín Gaite que recuperó Alba, sello que también rescata los poemas completos de la escritora.

Así que una novela, y un generoso puñado de poemas, es todo lo que queda de la autora inglesa que murió creyéndose un absoluto fracaso. Para conocer un poco más de ella, su familia y legado, entre las diversas producciones audiovisuales dedicadas a contar la vida de la familia Brontë se encuentra el reciente telefilm To Walk Invisible: The Brontë Sisters, que puede verse en algunas plataformas de streaming.