Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]A[/su_dropcap] mediados del siglo XIX, durante la intervención estadounidense en México, una sorprendente y trágica historia se gestó en el seno del ejército norteamericano: un grupo de soldados irlandeses desertó de las filas del norte y se unió a las fuerzas mexicanas para defender un territorio lastimado por las constantes invasiones extranjeras y luchas internas.

En México, los desertores conformaron un batallón al que se unieron un buen número de europeos que se negaron a pertenecer al ejército estadounidense y a cambio aceptaron morir por una tierra que apenas conocían. Se trata del Batallón de San Patricio, que bajo una bandera verde con un arpa y el lema “Erin go Bragh” (“Irlanda por siempre”), lucharon al lado de los ejércitos mexicanos, encabezados por el comandante John Riley, en la guerra en que Estados Unidos arrebató al país más de la mitad de su territorio.

El escritor italiano Pino Cacucci, fascinado por esta narrativa, ha decidido escribirla en su nueva novela El batallón de San Patricio (Grijalbo 2018). Sobre sus motivaciones, y sobre el papel de los “San Patricios” en la Historia mexicana, habla en esta entrevista para la revista Siempre!

Pino Cacucci y el busto de John Riley

-Como italiano, ¿en qué momento te comenzaste a interesar por la historia de un país como México?

Desde mi primer viaje a México, en 1982. Sobre todo me atraían los personajes de la Revolución, de los cuales conocía algunos nombres pero casi nada de sus vidas y sus hazañas. Luego, quedándome a vivir unos años en el país -la mayor parte del tiempo en la Ciudad de México-, la curiosidad se convirtió en fascinación por la historia increíblemente intensa y rica de eventos, muy poco conocida en Italia y tampoco en Europa; nació en mi una pasión para los aspectos menos conocidos y más controvertidos. Entonces empecé a darme cuenta de lo que han sido los años 20 y 30, los de la postrevolución, con personajes de mujeres extraordinarias, así es que llevo décadas de lecturas y búsquedas que se han concretado en varios libros publicados sobre Tina Modotti (de quien en los años 80 nadie en Italia sabía de su existencia), Frida, Nahui Ollin, Antonieta Rivas Mercado, etc., libros en los cuales he elegido la forma narrativa convirtiendo las biografías en novelas, las búsquedas en relatos de viajes. 

-¿Cómo conociste la historia del Batallón de San Patricio, y cómo se volvió una obsesión para ti contar la en forma de novela?

Visitar museos -y aun más si son dedicados a la historia de un país- siempre ha sido algo que hago en cualquier lugar adonde llego, y hay que tomar en cuenta que la Ciudad de México tiene récord mundial de museos. Así que, después de la Casa Azul de Frida y Diego y la casa fortín de Trotsky, visité hace muchos años el Museo de las Intervenciones en Churubusco. Ahí me quedé impresionado en las salas dedicadas a la invasión estadounidense y a los irlandeses del San Patricio. Hasta compré un libro que vendían en la librería del museo que hablaba de ellos.

Luego, vi el busto de John Riley en la plaza San Jacinto en San Ángel, y la placa con los nombres de los últimos combatientes que ahorcaron. Me quedé con una enorme gana de saber más. Pero no había textos y en la red solo encontré noticias superficiales, siempre las mismas. Hasta que pregunté a varios amigos en México cómo conseguir textos y, por ejemplo, los hermanos Paco y Benito Taibo me consiguieron algunos volúmenes muy difíciles de encontrar sobre la historia de la guerra 1846-47, y sobre todo memorias de oficiales mexicanos que la combatieron. Por supuesto están escritos con retórica, tonos de epopeya, etc., pero se trata de la visión de los derrotados, muy diferente de las versiones de los vencedores, y estudiando esas miles de paginas pude reconstruir en todos los detalles las batallas, las marchas, las frustraciones, las rencillas entre mandos, las envidias entre generales, en suma, material precioso para reconstruir toda la historia.

-La Guerra de Intervención norteamericana es uno de los episodios más penosos de la historia mexicana y, mencionas tú, una de las más crueles y sangrientas del siglo XIX en el mundo. ¿Se trata de una guerra conocida fuera de México? Si es así, ¿cuál es la percepción de los extranjeros acerca de ella?

Es una historia absolutamente ignorada, u olvidada por completo. Casi nadie en Europa sabe que antes de 1848 el territorio de México era el doble de lo de hoy. Y a parte del evento histórico de la llamada “guerra USA-México 1846-1847“, que aparece en textos y sitios en la red, se borró de la memoria la nefasta presencia de las milicias de voluntarios de los estados del sur, cuyas acciones hoy en día provocarían una demanda al tribunal internacional por violaciones de los derechos humanos.  Tenemos los datos de las bajas en las batallas, pero nadie nunca calculó la espantosa masacre de civiles, de tal tamaño que en nuestra época causaría el uso de la palabra “genocidio”.

-¿Cuál es la justificación histórica de los Estados Unidos para esta intervención cruel sobre México, en la que el país perdió la mitad de su territorio?

De hecho hoy nadie en Estados Unidos sabe de eso, borraron de la memoria esos eventos, así que no advierten ninguna necesitad de encontrar una justificación. En ese entonces, fue muy sencillo: Estados Unidos era una potencia en expansión y necesitaba espacio, nuevos territorios, y solo podía conquistarlos al norte o al sur; y al sur, había enormes territorios fértiles, como los de Texas y California. Sobre todo les interesaba California, una región muy prospera y desarrollada. Luego, usaron hasta la Biblia, anunciando a su opinión pública que era una afrenta a Dios tener tanta tierra y no explotarla. Claro, recurrieron a pretextos, y Texas fue el pretexto ideal. Sin olvidarnos que los colonos anglos de Texas provocaron la reacción del gobierno mexicano violando la prohibición de tener y comerciar esclavos africanos. Siempre hay que recordar que México ha sido el primer país de América que promulgó la abolición de la esclavitud. Es increíble pensar que el gobierno norteamericano, entre sus mentiras, anunció que invadía a México para “dar al país la democracia”: México tenía mucho que enseñar a los EEUU en materia de civilización y democracia, y hasta respecto del ser humano que no se podía esclavizar.

-¿Cuál fue el motivo principal por el que los hombres que formaron el Batallón de San Patricio desertaron para unirse al ejército mexicano? ¿Fue la conciencia de que se trataba de una guerra injusta? ¿Fue sentirse identificados con el pueblo mexicano?

Antes que nada, hay que considerar sus orígenes: eran migrantes, que se fueron a Norteamérica para sobrevivir, en su mayoría irlandeses, pero también polacos, alemanes, italianos, y en Estados Unidos fueron tratados con racismo, sobre todo a los irlandeses, a los que odiaban también por ser católicos. Y los irlandeses eran jóvenes con la semilla de la rebeldía adentro de sus corazones: escapaban de una patria invadida y colonizada por los ingleses que prohibían hasta el uso de su idioma, el gaélico. Y cuando en EEUU no tuvieron otra chance que enrolarse en el ejército para conseguir trabajo con la esperanza de llegar a ser ciudadanos con todos los derechos… las humillaciones aumentaron: les prohibían hablar en gaélico entre ellos y también profesar su religión. Hasta que los mandaron a invadir a México, donde descubrieron tener mucho en común con lo mexicanos y nada con los anglos puritanos protestantes que eran sus oficiales y generales.

Cuando vieron las atrocidades cometidas por las tropas -y aun más por las milicias de mercenarios de los estados del sur, en primer lugar los “Rangers” de Texas- las violaciones de mujeres y hasta de niñas, las casas saqueadas y las iglesias quemadas, decidieron que no podían aceptarlo y desertaron. Pero aquí viene lo que definiría la opción de la dignidad: en México había lugar para todos. Hubieran podido desperdigarse e inventarse una nueva vida en cualquier rincón del inmenso país, y no: decidieron pelear, se unieron al ejército mexicano, y aunque tenían muy claro que era imposible derrotar al ejército más poderoso del mondo ya en ese entonces, combatieron hasta el ultimo. Perdieron todo, hasta su propia vida, menos el bien que consideraban supremo: la dignidad.

-Episodios como el del “Álamo”, al ser contados, pasan a ser un compendio de mentiras para enaltecer o justificar hechos vergonzosos. ¿Esto pasa con la historia en general? ¿De qué manera es especialmente indignante en la guerra que cuentas?

La supuesta “epopeya de Álamo” es un invento de Hollywood. Antes de la película con John Wayne tampoco en EEUU sabían nada de eso. Y crearon un mito totalmente falso, hasta ridículo: los “defensores” del Álamo eran no solamente traficantes de esclavos, estafadores y bandoleros, sino que cada uno de los que Hollywood convirtió en “héroes” eran prófugos de la justicia estadounidense, sobre todo por estafas con terrenos vendidos ilegalmente o más veces a distintos compradores. En suma, una bola de delincuentes (sea suficiente el ejemplo de Jim Bowie: se fue a esconder en el burdel del pueblo de San Antonio de Béxar pero las mujeres lo delataron a los soldados mexicanos porque era un violento que pegaba a las pobres prostitutas, algo un poco diferente del héroe que en la película peleó hasta el ultimo cartucho). En fin, todas las guerras comienzan con una gran mentira para convencer la opinión publica del país que desata la guerra. En general, las guerras de invasión registran un sin fin de atrocidades, luego borradas de la memoria colectiva porque la Historia la escriben los que ganan. Pero es especialmente indignante lo que pasó con la “conquista” de México, donde los invasores se presentaron al mundo como los “civilizados” que llevaban la democracia y la justicia y el progreso en un país poblado por “borrachos y vagos” (así presentaban a los mexicanos los diarios norteamericanos de la época).

-La figura de Antonio López de Santa Anna es una de las más polémicas en la historia mexicana. ¿Sus decisiones erradas fueron por ineptitud o por traición?

El debate entre los historiadores mexicanos sigue abierto: hablé y discutí con muchos, es muy difícil tomar bando entre las dos hipótesis, aunque tenemos el dato que algunos diputados mexicanos de su época lo acusaron abiertamente de traición a la patria, junto al hecho muy singular que un barco de guerra norteamericano enviado por el presidente Polk recogió a Santa Anna en La Habana haciéndolo desembarcar en Veracruz antes de empezar la invasión. Seguramente Polk consideraba Santa Anna como el mejor instrumento para ganar la guerra, con él al mando del ejército mexicano. También sabemos que Santa Anna había ofrecido a Polk la cesión de California desde el principio: a lo mejor Polk lo pensó, pero luego decidió que era mucho más rentable trazar una línea y quedarse con todos los estados entre el Pacífico y el Atlántico.

Lo que opino sobre ese asunto tan complejo, es que Santa Anna tenia una desmesurada ambición, seguramente como militar era un incapaz y un inepto, pero es probable que hubiese calculado que, perdiendo batallas, y así ofreciendo un triunfo con pocas bajas al enemigo, el gobierno norteamericano tendría en cuenta eso dejándolo en el poder. Cálculos equivocados, porque a los vencedores solo importaba tomarse las riquezas de México (hasta se quedaron por un largo tiempo en la capital cobrando impuestos y robando todo lo que pudieron) y nada les importaba de quien se quedaba en el poder, en un país expoliado y humillado.

 

-¿Qué tan importante fue el papel de las mujeres en esta guerra?

Fue muy importante por el apoyo que dieron a las tropas mexicanas, que sin su ayuda no hubieran tenido comida ni asistencia para los heridos; pero también hubo muchas mujeres que pelearon en los grupos de guerrilleros (la misma palabra “guerrilla” surgió en ese entonces) que se formaron atrás de las líneas de los invasores, atacando sin tregua las tropas ocupantes.

-¿La Historia le ha dado el lugar que se merece al Batallón de San Patricio, o le debe reconocimiento?

La Historia, con mayúscula, ha olvidado totalmente al Batallón de San Patricio. Incluso la guerra de invasión casi no aparece en los textos oficiales, sino como algo muy superficial y de escasa importancia. Es una memoria que sobrevive sólo en México, gracias a museos y conmemoraciones, que son algo, pero no suficiente, porque esos eventos siguen siendo muy actuales y nos dan la clave de interpretación de la política exterior de los EEUU desde entonces hasta la fecha.

*Ilustraciones de Stefano Delli Veneri