Por Theresa Solís

@theresasolissol

En conversación con Miguel Valencia, ingeniero ecologista y activista, quien organizó la Primera Conferencia de Descrecimiento económico en México, sale a la luz la figura intelectual de Iván Ilich (1926/2002), un pensador austríaco de quien surge éste concepto y a quien se le ha clasificado como pensador de la resistencia, debido a que su obra cuestiona el desarrollismo económico, ligado al industrialismo en el contexto de la cultura moderna.

Destaca que Ilich teólogo de formación, tiene de nacencia una interesante mezcla religiosa y cultural, al provenir de un padre croata católico y una madre judía sefardí, con lo que creció políglota y viajero natural. Un pensador que incluyó la discusión ecológica a través de sus obras, y quien tuvo cierto esplendor durante los años setenta como nos subraya Valencia. Cuestionó con su obra escrita a la escuela escolarizada como forma represiva de educación; a la medicina alópata o patentada como forma de explotación social desde el sector salud; al uso intensivo de la energía sin equidad y a la falta de reparto justo de la riqueza; pero sobre todo Ilich fue crítico de la manera en que la sociedad industrial moldeó las relaciones sociales y la percepción que tenemos de nuestro espacio, y de nuestra relación con la naturaleza finita ante el ciclo infinito de productividad que planteó el industrialismo. Para él, la función de las instituciones es legitimar el control de los hombres, su esclavización a los imperativos de la diferencia entre una masa siempre creciente de pobres y una elite cada vez más rica.

Miguel Valencia

Iván Ilich llegó a Cuernavaca en 1960, dónde abrió el Centro Intercultural de Documentación (CIDAC), lugar en el que florecieron grandes discusiones entre intelectuales y estudiantes occidentales de América Latina, con frecuencia religiosos. Allí originalmente se impartían cursos de lengua y cultura hispanoamericana a los misioneros norteamericanos, y con el tiempo fue recipiente de personajes como  Paul Goodman, Erich Fromm, Peter Berger, Paulo Freire y Sergio Méndez Arceo. Éste último por cierto, como teólogo de la liberación, le dio protección a Ilich cuando en 1969 pidió licencia de sus votos de sacerdote porque las publicaciones que produjo en el CIDOC lo enfrentaron con las ideas de la Santa Sede del Vaticano, de dónde dependía; así como con el gobierno de Luis Echeverría en México. El CIDOC fue fundado en colaboración con Valentina Borremans, Fedora Stancioff y Gerry Morris.

En Europa, quien da continuidad a la idea de décroissance desde 2003, luego de la muerte de Ivan Ilich en 2002, es Serge Latouche, economista francés; y en México Jean Robert, residente desde 1972 y quien fuera arquitecto de la estructura administrativa de varios bancos en Holanda y Suiza, pero quien desde muy joven anhelaba hacer algo más inteligente que servir al capitalismo, ahora es su acérrimo crítico mediante el descrecimiento; igualmente que Miguel Valencia Mulkay, quien en conversación nos define la diferencia entre usar el concepto con la palabra decrecimiento y descrecimiento:

Miguel Valencia en el Palacio de Medicina de la UNAM.

“El movimiento mexicano por el descrecimiento fundado en 2007, adoptó en ese año la palabra descrecimiento para traducir la palabra francesa décroissance, que es el movimiento original del que se parte. Y lo hicimos con una doble intención: quitar la connotación científica que tiene esta palabra, que ha sido utilizada generalmente en la ciencia y darle un sentido de voluntariedad. De que es voluntaria la idea de decrecer, entonces esa “S” hace la diferencia para que se vea que no es algo que sucede pasivamente, sino es algo que queremos nosotros que suceda; y por otro lado lo hicimos para españolizar la palabra, porque la palabra descrecimiento tiene la “S” como deshacer, desvestir, descomponer, todas las palabras llevan “S”, sólo esta palabra de decrecimiento no, porque es un galicismo y se usa sin “S”. Ese es el cambio que hicimos.”[1]  “…queremos descrecer por medio de la reducción voluntaria de nuestros consumos de petróleo, gas, electricidad, metales, maderas, carnes, agua, plásticos, autos, aviones, trenes rápidos, […] Queremos descrecer  por medio de la autonomía de las comunidades: pueblos, barrios, ejidos, colonias. Queremos descrecer rechazando las ideas comunes de productividad y competitividad, haciendo política contra el crecimiento por el crecimiento, que no toma en cuenta la naturaleza de lo que se produce.”[2]

Latouche en su libro La apuesta por el descrecimiento, nos dice que el descrecimiento no es una teoría, es una consigna política. Seríamos más felices sin el crecimiento perpetuo, pues éste genera enorme injusticia, desigualdad, bienestar ilusorio, crea una antisociedad enferma por estas diferencias, y destruye al planeta como único hábitat. Se trata de una ruptura necesaria con la situación actual.

En este mismo sentido debe subrayarse que son los habitantes originarios de la Tierra, quienes han sobrevivido pese a las garras del capitalismo, por saber relacionarse con ellos mismos igual que con la naturaleza, respetando lo que para ellos no tiene precio, ni se debe de comprar, ni vender como es el aire, el agua, la selva, el bosque, es decir todas las reservas naturales que son quienes han sido fuente de alimento y vida  para la humanidad. Es seguir su ejemplo, como hecho indispensable para reconciliarse consigo mismo y con el entorno. Es decir, descolonizar y decolonializar[1] el espíritu que a través del tipo de educación originado en el pensamiento capitalista de superexplotación, la manipulación mediática, la incesante intervención de la tecnología en nuestra vida, y el consumo cotidiano, nos encierra en un modo de vida que esclaviza la vida a un imaginario de la escasez, desnaturalizando a la humanidad. De allí la importancia de que florezca en México la semilla que sembró Iván Ilich, durante los dieciséis años que vivió en Cuernavaca, Morelos, y que actualmente a través de sus discípulos como Miguel Valencia, el Descrecimiento resuene como una posibilidad de desarticular en México la alienación humana al sistema productivo infinito dentro de la globalización.

En palabras de Valencia, los resultados de la 1ra. Conferencia de Descrecimiento en México son positivos, si aludimos a que tuvo 216 presentaciones, 184 ponentes y 400 asistentes diarios durante cuatro días, y miles de seguidores vía streaming, además de que su portal sigue muy visitado. Un ciclo que dio oportunidad a la convergencia entre líderes de ONG, intelectuales de América Latina y Estados Unidos relacionados con la filosofía del Buen Vivir, propia de Ecuador y Bolivia, y la corriente de Degrowth y décroissance, relacionada con la misma aura.

[1] Maldonado-Torres, n.: Walter Mignolo: una vida dedicada al proyecto decolonial consultar PDF en: http://www.redalyc.org/html/1051/105115241017/
[1] Youtube Theresa Solís: Testimonio de Miguel Valencia, ecologista, activista y organizador de la 1ra. Conferencia de Descrecimiento en México 28/09/18. https://youtu.be/GczZe9zL_MA
[2] Gutiérrez Otero, Patricia. ¿Descrecimiento o decrecimiento? en Universidad. Revista del Pensamiento y Cultura de la BUAP. Año7.No.28. Julio/Sep. 2017. Pag.5.
Referencias:
Ecomunidades: http://red-ecomunidades.blogspot.com/2010/07/nuevo-libro-de-jean-robert.html
1ra Conferencia de Descrecimiento México 2018 https://degrowth.descrecimiento.org/
Ecopolítica: https://ecopolitica.org/ivan-illich-una-crca-ecola-de-las-instituciones/
Latouche Serge. La apuesta por el descrecimiento. https://books.google.com.mx/books?isbn=8474269849
Fotos: Theresa Solís