En la primavera de cada año, desde 1995, el 23 de abril, se celebra el Día Internacional del Libro; coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra (el 22 de abril de 1616) y William Shakespeare (23 de abril de 1616). En México, por decreto presidencial, desde 1980 se festeja el Día Nacional del Libro, cada 12 de noviembre, fecha en que nació sor Juan Inés de la Cruz (1651); la conmemoración se acompaña con el tiraje de un libro antológico de un autor que se distribuye gratuitamente, sobre todo, entre estudiantes de secundarias y preparatorias.

El propósito es reiterar a la juventud escolarizada y a la sociedad la importancia de la lectura; además, los miembros de la Cámara Nacional de la Industria Editorial realizan diversas actividades para los especialistas y, en general, para la población no especializada. En la celebración se estimula la lectura, en lecturas colectivas en voz alta de los clásicos; se realizan pláticas, conferencias, talleres; sesiones de creación literaria. Algunas de estas actividades se integran al programa de la Feria Internacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Las cifras del Inegi

Las universidades también participan en esta fiesta que incide en las políticas de fomento a la lectura; las cifras muestran de manera fehaciente que hay fallas de origen, relacionadas con los programas de estudio desde los niveles básicos.

Según el Inegi —al concluir sus valoraciones del Módulo de Lectura (Molec) en abril del presente año—, los lectores de 18 años y más decrecieron de 84.2 por ciento en febrero de 2015 a 76.4 en febrero del año que corre; de cada cien lectores de los materiales Molec, de 18 y más de edad, cuarenta y cinco señalaron haber leído al menos un libro; entretanto en 2015, lo realizaron cincuenta de cien personas.

A pesar de los resultados, es estimulante saber que, en la lectura de libros por tema, los que más se mencionaron fueron los de literatura, que representa el 40.8 por ciento, seguidos de los libros de texto —de uso universitario en particular— de asignaturas o profesiones con 33.6 por ciento.

Lo cierto es que los libros antes de salir de la imprenta y ocupar un lugar en las mesas de novedades o en los estantes de las librerías pasaron por un largo proceso que se inicia cuando los autores entregan sus originales para que las casas editoriales decidan si los convierten en libros.

 

Usos y costumbres

Poemas mexicanos sobre el libro y otros versos de lo impreso es una selección de treinta y cuatro poemas realizada por Carlos Francisco Gallardo Sánchez, con la cual la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa celebra el Día Nacional del Libro, es una excepcional selección desde distintas perspectivas y estilos.

Un poema, en palabras de Terry Eagleton, “es una declaración moral, verbalmente inventiva y ficcional en la que el autor, y no el impresor o el procesador de textos, es quien decide dónde terminan los versos”. El crítico inglés no alude a la rima, el ritmo, las imágenes, la dicción; tampoco menciona la presencia del simbolismo porque el mismo lo señala, hay poemas que no poseen estos elementos que por lo demás pueden aparecer en la prosa.

Autores de los siglos XIX, XX y XXI abarcan esta original selección que incide sobre temas presentes en el proceso de la producción editorial de un texto; incluso el pago de las suscripciones de colecciones; por ejemplo, en El Telégrafo de septiembre de 1833, se describe en un poema anónimo como “los gastos de mi impresión, / decían, son excesivos, y los suscriptores siempre / al pagar olvidadizos. Son todavía los libreros / muy ruines y mezquinos…”. El poema recoge la inconformidad de lectores que, asimismo, no quieren pagar la impresión de un libro que cueste más de lo que valga un libro.

Usos y costumbres del gremio de correctores, editores y cajistas: la cultura de la edición es confrontada por poetas que no pocas veces han desarrollado como oficio alterno al de escritura el de corrección de textos; un oficio cuyo prestigio en el imaginario social y de las profesiones en torno a la edición es menor a los saberes, esfuerzos y talentos que exige a sus realizadores. Salvadores providenciales son con frecuencia los correctores ante “redactores improvisados”, “los escritores sin ortografía”; no sin ironía y verdad inocultable, Héctor Carreto señala en “Palabra de corrector”: Señor. Hiciste un mundo apresurado. / Ninguna obra maestra, debes saberlo, / se escribe en siete días. / Por si decides corregir tu creación [Señor] / te dejo mi tarjeta.

Las bibliotecas y, naturalmente, los acervos bibliográficos forman parte esencial de la identidad y memoria de las sociedades, los países.

Guillermo Prieto —periodista, escritor y político liberal— transmite su devoción a los libros y su edificante morada para su consulta colectiva: “La historia que en su cuna sonreía / Y dando de sus vidas las señales / En brazos de la piedra balbucía. / […] ¿Qué es el libro? ¿Qué expresa? ¿Qué excelencia / Representa en el mundo de la mente, / Flor bella de la humana inteligencia?”

En “Inauguración de la Biblioteca Nacional de México”, el escritor funde identidad, nacionalismo, tradición, sabiduría y progreso como valores universales. La razón sustituye a la fe; el antiguo convento de los agustinos (s. XVI) se convirtió en la primera sede de la Biblioteca Nacional de México (1884-1979).

 

Esmerada selección

Los territorios del libro y su producción son el punto de partida de Poemas mexicanos…; recupera, además, poetas, algunos de ellos ya clásicos como Prieto, Francisco A. de Icaza, Amado Nervo, Efrén Rebolledo, Renato Leduc, Salvador Novo, José Emilio Pacheco.

El lector advierte cómo escritura, corrección y edición son labores estrechas que en no pocos casos se integran en las prácticas de creadores, traductores, bibliófilos y académicos. Jaime García Terrés, Marco Antonio Campos son, entre tantos, ejemplos de poetas-editores, de igual modo Juan Domingo Argüelles, quien asimismo es crítico literario y estudioso del complejo tema de la lectura y autor de la Antología general de la poesía mexicana (2012).

Poemas mexicanos sobre el libro y otros versos de lo impreso (ilustrado con grabados de Artemio Rodríguez) es una esmerada selección con breves notas puntuales y un glosario. Gallardo Sánchez —jefe de Difusión y Publicaciones de la UAM Cuajimalpa— nos deja un volumen donde historia, poesía, corrección y edición se reúnen. Los poetas reflexionan, en general, sobre el proceso editorial; también sobre su oficio, sus conflictos y grandezas.

Carlos Francisco Gallardo Sánchez (Selección, notas y glosario), Poemas mexicanos sobre el libro y otros versos de lo impreso, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, 2018.