Se cumplen 90 años de la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); esta conquista fue producto de una larga lucha del espíritu humano y de la libre manifestación de las ideas, que se venían gestando desde los magníficos rectores Justo Sierra y José Vasconcelos.

Me relató mi padrino de bodas, don Emilio Portes Gil —que fue el presidente de México que otorgó esta nueva categoría a la educación superior—, el profundo significado que tenía para la transformación de México este nuevo paso que le daba la universalidad del pensamiento y la libertad de cátedra, a lo que había sido uno de los más antiguos claustros universitarios, desde que se creó la Real y Pontificia Universidad de México.

Viene al caso este tema, no solo como una efeméride del evangelio de la patria, sino como una defensa —presente y actual— ante la iniciativa que el presidente López Obrador envió al Congreso de la Unión el pasado de 13 diciembre de 2018, con motivo de la reforma educativa al artículo 3 constitucional, la cual fue turnada a las Comisiones Unidas de Educación y de Puntos Constitucionales, las cuales solicitaron prórroga y les fue otorgada hasta el 30 de septiembre de 2019, a efecto de dictaminar la iniciativa en comento.

En este proyecto se modifica la fracción VII del artículo 3 de nuestra norma fundamental, que actualmente se refiere a la autonomía, a la libertad de enseñanza, a las relaciones laborales de los trabajadores de las universidades y a la investigación libre, que la Constitución reconoció desde el 9 de junio de 1980, al incorporarse estos conceptos en la carta magna de la nación.

A pesar de que el presidente López Obrador ha reiterado su respeto a la autonomía universitaria, el pasado 12 de marzo también expresó su duda respecto al manejo financiero y económico de las universidades autónomas.

En lo que se refiere a la UNAM —según estudios recientes—, se encuentra como la mejor situada académicamente en América Latina, por lo tanto, atentar contra su espíritu y su independencia sería un grave error a las conquistas fundamentales de la republica.

No basta que el presidente de la república haya dicho que reconoce las autonomías universitarias; no basta que el secretario de Educación y los presidentes de las Comisiones de la Cámara de Diputados digan lo mismo; mientras que esté ahí la iniciativa de marras y no haya una rectificación pública del párrafo VII del artículo 3 constitucional, pende la espada de Damocles de la guillotina legislativa, sobre este principio fundamental que los universitarios defenderemos con serenidad y claro sentido ideológico, de lo que representa la autonomía.

El presidente debe modificar su iniciativa, por un principio de legalidad y de congruencia, debe regresar este proyecto a la vigencia plena de la actual redacción.

Este año, desde la Facultad de Derecho de la UNAM, encabezada por el doctor Raúl Contreras, iniciaremos una serie de actos culturales conmemorativos de la autonomía, demostraremos el orgullo de la comunidad universitaria por su institución y defenderemos cualquier agresión que pueda surgir a la vida institucional y a nuestra máxima casa de estudios.

Señor presidente: sea usted congruente con lo que dice y con lo que firma, retire su propuesta a la fracción VII del artículo 3 constitucional de la iniciativa que presentó el 13 diciembre de 2018; es un imperativo categórico, moral y jurídico que lo honraría.