Los hechos son los hechos. Donald John Trump, el 45º presidente de Estados Unidos de América, (EUA), es el primer mandatario estadounidense en dar un “paso histórico”, al caminar, el domingo 30 de junio, unas decenas de metros en suelo de Corea del Norte. Acto sin precedentes.

Al invitarlo a cruzar la línea llamada Zona Desmilitarizada (DMZ) –la franja que separa el Norte y el Sur de la península de Corea desde el conflicto militar que enfrentó a los países hermanos de 1950 a 1953–, el dirigente omnímodo norcoreano Kim Jong-un, le recibió con estas palabras: “Usted es el primer presidente de EUA que está en mi país”. A su vez, el magnate estadounidense respondió: “La relación que hemos desarrollado significa mucho para mucha gente. Es un honor que me haya pedido que cruce la línea (divisoria). No estaba seguro de sí me lo iba a pedir. Me la paso muy bien con usted”. Poco más tarde, embebido por el momento, en términos visuales, el residente de la Casa Blanca agregó: “Es un día legendario, histórico”, al fin y al cabo, el hombre de la extravagante cabellera está en plena campaña para lograr su reelección. ¡Qué mejor lugar para iniciarla que esa tierra de nadie, considerada la última frontera de la Guerra Fría! Al saludar al visitante, Kim Jong-un replicó: “Está muy bien verle de nuevo. Nunca habría imaginado que le vería en este sitio”.

Tenía razón el norcoreano, pues por si alguien lo ignora la Zona de Seguridad Conjunta (JSA) de Panmunjon –el único lugar de los 254 kilómetros de frontera de largo (con cuatro kilómetros de ancho) donde soldados surcoreanos y norcoreanos se ven cara a cara–, fue implementada desde el fin de guerra. En ese lugar se encuentra el pabellón en el que se firmó el armisticio (que no Tratado de Paz), en 1953. Pese a 66 años de tregua, la guerra entre los dos países técnicamente continúa. La gran noticia sería que las partes en pugna firmasen el Tratado de Paz. Ambos disfrutan la fotografía del saludo de mano. Al ver las imágenes de los dos jerarcas no se sabe quién sonríe más falsamente.

Habrá que ver si este gesto da frutos y permita el reinicio de las negociaciones que anticipadamente anuncia el representante del Tío Sam y comprobar que éstas conduzcan a avances sustanciales en la cuestión nuclear, por lo menos.

A ESTAS ALTURAS DE LA HISTORIA, vale la pena recordar que la Guerra de Corea –1950 a 1953–, fue un conflicto provocado por la invasión de las tropas norcoreanas en Corea del Sur en la madrugada del 25 de junio de 1950. Convocado urgentemente, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió la asistencia de la organización mundial en favor de Corea del Sur. El presidente Harry Truman respondió a este llamamiento y dispuso la intervención de las fuerzas estadounidenses. Asimismo, diversos contingentes internacionales fueron enviados rápidamente a Corea.

Al mando de las tropas de la ONU, el general americano Douglas MacArthur logró detener la invasión norcoreana en la cabeza de puente de Pusan, y el 15 de septiembre ordenó una contraofensiva que, el 26 de octubre del mismo 1950 condujo a las tropas de la ONU hasta la frontera  Manchú. Entonces, Corea del Norte se encontró entonces en una situación militar desesperada, pero China Popular decidió intervenir bajo la forma de enviados “voluntarios”. Entonces, la balanza se inclinó nuevamente en favor de los comunistas: una poderosa ofensiva China desencadenada el 26 de noviembre de 1950, obligó a las fuerzas internacionales a evacuar Seúl y a replegarse cerca de 100 kilómetros  al sur del Paralelo 38º. El frente fue estabilizado a principios de enero de 1951 y, poco a poco, las fuerzas de la ONU lograron rechazar a los comunistas al norte del Paralelo 38º. China fue condenada como agresora por la ONU en febrero de 1951. Sin embargo, MacArthur, para evitar una nueva ofensiva comunista reclamó una ofensiva aérea contra las bases chinas en Manchuria. El presidente Truman se negó a autorizar ese ataque y reemplazó a MacArthur por Mathew Búnker Ridgway el 11 de abril de 1951. Tres meses después se iniciaron las negociaciones de paz que duraron dos años.

Después de la muerte de José Stalin, los comunistas abandonaron su intransigencia y el armisticio fue firmado en Panmunjon el 27 de julio de 1953. Hasta el momento, no se ha firmado la paz. ¿Hasta cuándo se mantendrá esta situación?

Otro aspecto que no puede pasar inadvertido es lo sangriento de la Guerra de Corea. Las bajas oficiales son las siguientes: 38 mil 500 soldados de la ONU (incluyendo efectivos estadounidenses); 70 mil surcoreanos, casi dos millones de norcoreanos y chinos, más de tres millones de civiles muertos en bombardeos, epidemias… Desde el principio, este conflicto tuvo una connotación internacional. En las primeras semanas del conflicto, hubo el temor de que con ese motivo se desencadenara la Tercera Guerra Mundial, el mundo estaba muy sensible en este tenor por la cercanía de la Segunda Guerra Mundial. Pero la URSS que sin duda había estado al tanto de los preparativos de Corea del Norte para invadir el sur, se abstuvo de intervenir dado que estaba clara la decisión de EUA en este enfrentamiento. Por primera vez, las dos grandes potencias mostraron claramente su voluntad de evitar un face-à-face irremediable. La Casa Blanca, al decidir la destitución de MacArthur rechazó el riesgo de un conflicto generalizado con China. De tal forma, en contra de los temores de los aliados europeos de Washington, la política estadounidense, pese a la Guerra de Corea, permaneció fiel a la prioridad que había dado a Europa desde 1947.

Aunque en general los medios celebraron la reunión de los mandatarios como un éxito, sobre todo en el bando de la Unión Americana, no todos los expertos opinan de igual manera. Por ejemplo, Robert E. Kelly, de la Universidad surcoreana de Busan, dice que todo lo ocurrido es una alegoría de la “farsa” en la que se ha convertido el proyecto de diálogo con Corea del Norte, fomentado por Trump. Este especialista escribió en Twitter, “En el último minuto, se hace para la televisión e impulsado por la lujuria de Trump por el drama y la imagen, en lugar de la sustancia. Busca una foto para su campaña electoral de 2020. ¡Qué espectáculo de payasos! Es un puro show televisivo”.

 

Por otra parte, varios precandidatos demócratas a las primarias de su partido para los comicios presidenciales del año próximo, el mismo domingo 30 de junio comentaron escépticamente el encuentro entre Trump y King Jong-un, calificándolo más como una “sesión fotográfica” que como un avance de fondo hacia la desnuclearización norcoreana.

Como lo hizo Bernard (Bernie) Sanders senador (independiente) por Vermont: “No veo problemático reunirse con Kim Jong-un en Corea del Norte o en otro sitio. Si podemos desembarazarnos de las armas nucleares (norcoreanas) será muy bueno, pero no quiero que se trate simplemente de una sesión fotográfica”. El popular senador entre la juventud demócrata –autodefinido como “socialista”–, también hizo evidente su preocupación por las “increíbles incoherencias” del mandatario republicano que ha “debilitado” a la diplomacia estadounidense.

A su vez, Amy Klobuchar, senadora por Minnesota, declaró a la cadena CNN: “No sabremos si esto funciona hasta que no haya resultados… no observo un camino claro para continuar las negociaciones con Pyongyang”. Asimismo, Julián Castro, otro aspirante a la candidatura presidencial demócrata declaró a la misma cadena: “Soy siempre favorable a hablar con nuestros adversarios, a abrir canales diplomáticos”, pero criticó la perspectiva “errática y desordenada” de Trump en las discusiones con Kim Jung-un. “Es preocupante que el presidente convoque de manera errática un encuentro sin haber realizado el trabajo previo, parece que solo es cuestión de espectáculo, no tiene sustancia”, afirmó Castro al tiempo que lamentaba que el “hecho sirva para elevar y fortalecer el perfil de un dictador”.

En fin, la senadora y aspirante presidencial demócrata, Elizabeth Warren, aseveró que el magnate “no debería estar desperdiciando la influencia de EUA con oportunidades de foto e intercambiando cartas de amor con un dictador implacable”.

“Histórico” el paso de Trump en Corea del Norte, solo que todo gira alrededor de sus aspiraciones para reelegirse. En este intento juega con los intereses de China, desprecia a sus aliados tradicionales de Europa, chantajea a México con el problema de los emigrantes, y sigue admirando a Vladimir Putin y a Kim Jong-un. En algún momento, algo puede fallarle y entonces, adiós, a la reelección. Este ajedrez apenas comienza. VALE.