Entrevista a Kristina Velfu, consultora de arte

 

Hace algunas semanas, el Museo del Palacio de Bellas Artes inauguró, como parte de las celebraciones por el Año del Caudillo del Sur, una exposición titulada

“Emiliano Zapata, después de Zapata”. Se trata de una muestra en que se presentan al público diferentes representaciones, e interpretaciones, visuales del ícono hechas a lo largo de los siglos XX y XXI.  Una vez inaugurado este recorrido pictórico, las autoridades encargadas de su difusión optaron por utilizar una particular imagen de Zapata para realizar la promoción oficial: se trata de una pintura hecha por el artista chiapaneco Fabián Cháirez donde parece un Emiliano Zapata desnudo, feminizado, montando un caballo blanco en estado de excitación. Una vez que la imagen comenzó a circular en las redes sociales, comenzó a generarse una contundente polémica que se avivó cuando integrantes de la familia del revolucionario realizaron enérgicas declaraciones descalificando la obra de Cháirez. El conflicto generado llegó a su punto máximo de tensión cuando algunos grupos político-campesinos irrumpieron en protesta dentro del Palacio de Bellas Artes exigiendo fuera retirada y destruida la mencionada pintura, además de que se presentaron agresiones físicas contra integrantes de la comunidad LGBTTTI. Después de varios connatos de violencia, finalmente se decidió que la pieza permaneciera en exhibición aunque acompañada de una “cedula informativa” donde la familia Zapata define como inadecuada la representación de Zapata.  Para conversar respecto a lo que esta querella representa, Kristina Velfu, profunda conocedora del mundo del arte, compartió con Siempre! su lectura de los hechos y la obra de Cháirez, no sin antes explicar que Emiliano Zapata no ha sido ajeno a los pinceles de diversos artistas a lo largo de los años.

Kristina Velfu, consultora de arte

 

“A través del movimiento artístico del muralismo se narró visualmente la historia de  México. La pintura entonces, fue parte fundamental consolidación de la identidad mexicana y sus ideales de  nación. En ellos siempre presente la figura de Zapata como héroe libertario. Entonces, como ahora, el arte siempre ha propiciado el pensamiento y sus transformaciones. Por otra parte, a través  del arte, también supimos cuáles son los valores que desde el gobierno se promueven. En el caso de la época postrevolucionaría se buscaba la consolidación de una identidad común que finalmente se logró. En la exposición “Emiliano. Zapata, después de Zapata”, actualmente presente en el Palacio de Bellas Artes, hay pinturas sobre él de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, María Izquierdo, Miguel Covarrubias, Felipe Ehrenberg, entre otros, que nos hacen saber cómo el personaje ha sido motivo de muchas interpretaciones”.

Refiriéndose específicamente al estilo del controversial pintor, la especialista en difusión de la cultura  indica que la obra de Fabián Cháirez Soria “podría ser catalogada como un neomexicanismo, es decir, expresiones figurativas en la pintura que toma la iconografía de  figuras patrias, religiosas o populares para hacer de ellas una reinterpretación con estética kitch y un toque de irreverencia, con el fin de cuestionar a la cultura oficial.” En el caso de Zapata, prosigue,  ese cuestionamiento va dirigido al concepto tradicional de la masculinidad mexicana, cuya representación simbólica ha estado siempre presente en la figura del Charro, en este caso, en el Charro de Charros, Emiliano Zapata.  Kristina Velfu ofrece su opinión personal entorno a la pieza.

“El Zapata de Cháirez expuesto en Bellas Artes logró uno de los objetivos del arte: provocar. Su presencia en el máximo recinto artístico del país así como en la difusión oficial de la exposición generó controversia y posturas encontradas. Permitió que pudiéramos identificar, en el suceso mediático, a los paradigmas predominantes de nuestro país y explorar en ellos si queremos conservarlos o no. Se coló en la conversación de sobremesa de quienes gustan del arte y de quienes en general no suelen acercarse a él. En las próximas semanas veremos filas para fotografiar la obra o al menos conocerla en persona: ese es el resultado de la difusión del arte.

 

“El Zapata de Cháirez expuesto en Bellas Artes logró uno de los objetivos del arte: provocar. Su presencia en el máximo recinto artístico del país así como en la difusión oficial de la exposición generó controversia”.

 

“El contenido sexual del cuadro  y la feminización de un héroe de la Revolución es una reinterpretación o intervención personal del artista. No significa que todos tengan que compartirla o corresponda a la realidad histórica del personaje”.

Paralelamente, Velfu indica que Luis Vargas Santiago, curador de la exposición que consiste en más de cien obras, colocó en el último eje curatorial una revisión visual de las revoluciones después de la de Zapata y cómo se retoma al personaje, libertario y rebelde, como un emblema de otras revoluciones sociales; por lo que la presencia del cuadro es debido a esto, además de que también se  demuestra una nueva tendencia oficial abierta a ser incluyente. Sin embargo, la egresada de la maestría en Discurso y  Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid,  expresa que se percibe cierta confusión del por qué se utilizó la obra de Cháirez como la imagen oficial de la muestra.

“Pienso que al trabajar internamente con el discurso curatorial, los encargados de la comunicación consideraron que podría ser fácilmente entendible sin previa explicación. Sin embargo, al publicarlo a plana entera para anunciar la exposición,  no queda clara la razón por la que se eligió esta obra para exponerla. Por otra parte, Bellas Artes se ha manejado hasta ahora como una institución conservadora y es también la voz oficial de lo que el régimen busca comunicar culturalmente, por lo que resultó una sorpresa. Para conciliar a las partes en conflicto, Bellas Artes optó por prometer a los nietos de Zapata que ya no se utilizaría para difundir la muestra”.

De manera complementaria, Kristina Velfu expresa lo siguiente respecto a las manifestaciones y protestas y protestas alrededor de la pieza:

“No es el arte lo que es subjetivo, es el espectador el que tiene toda la libertad de percibir al arte de acuerdo a sus propios criterios. Una obra puede disgustar o gustar porque el arte no está sujeto a ningún dogma, regla o juicio moral. Es el espacio de expresión  libre frente al  que todos podemos tener  una opinión.

“Las muestras de intolerancia a esta opinión son las que debemos reprobar”.

Finalmente, quien es la encargada de Relaciones Públicas y Prensa de Morton Subastas, considera, por otra parte, que la polémica generada puede representar para Fabián Cháidez una oportunidad reivindicar su carrera y para el arte en México una medición.

“Fabian Cháirez tiene 32 años, es originario de Chiapas,  abiertamente homosexual y hasta ahora solo conocido por la comunidad LGTT.  Rechazado por muchas Galerías que se escandalizan por sus obras, ahora todos sabemos de su existencia. Es posible que su obra se revalúe, especialmente el Zapata que ha sido ampliamente difundido e incluso reinterpretado. Si él aprovecha esta oleada de atención y se mantiene haciendo propuestas y exposiciones, esto puede ser un parteaguas para su carrera.  De no ser así, esto no pasará de la anécdota y el suceso mediático. Respecto al arte nacional en general, no creo que sea exactamente esta obra una coyuntura, pero sí pienso que el arte es una manifestación del presente, un termómetro sobre lo que nos interesa y nos inquieta socialmente, una herramienta simbólica de cambio. No hay que demeritar el mundo de lo simbólico pues, es la semilla de la transformación”.