En el año 2007, Martin Scorsese creó la organización World Cinema Foundation, con el propósito de ayuda a los países del mundo que lo requirieran a preservar sus tesoros cinematográficos y apoyarlos en su conservación, con la participación del trabajo de los archivos fílmicos internacionales, proporcionándoles un recurso a aquellos que carecieran de la infraestructura técnica y de las instalaciones apropiadas, para hacer el trabajo ellos mismos. Gracias a la opinión de Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, se tienen copias en la WCF de cinco películas mexicanas: Enamorada (1946) de Emilio Fernández, El fantasma del convento (1934) de Fernando de Fuentes, Los olvidados (1950) de Luis Buñuel, Redes (1936) de Emilio Gómez Muriel & Fred Zinnemann y Dos monjes (1934) de Juan Bustillo Oro.

Después de realizar La perla (México, 1945), una de sus mejores películas, en la que nuevamente se ocupó de los problemas sociales de los grupos étnicos, de forma coherente y exenta de demagogia, incluido su indiscutible virtuosismo plástico, con la colaboración de Gabriel Figueroa, recuérdese María Candelaria (México, 1943) que también ha trascendido por su belleza plástica y su pintoresquismo, más que por su tema trágico, Emilio Fernández emprendió la tarea de realizar Enamorada, modelo de comedia costumbrista, enmarcada dentro del tema de la Revolución Mexicana, cuyos antecedentes literarios son La fierecilla domada de William Shakespeare, y la colección de cuentos didácticos y morales Libro de Petronio o Conde Lucanor del Infante Don Juan Manuel, uno de los creadores del arte narrativo español.

Existe una versión en inglés de Enamorada: The Torch (La antorcha, conocida en México por el título Del odio nace el amor, Estados Unidos, 1949), con Paulette Goddard y Pedro Armendáriz, una suerte de ejercicio, para auto examinarse a sí mismo, que hizo Emilio Fernández, diríase por sus pistolas, si se me permite parodiar el título de un libro sobre su vida y obra, escrito por Paco Ignacio Taibo I.

Enamorada, historia escrita por Iñigo de Martino, Benito Alazraki y Emilio Fernández, se rodó en Cholula, ciudad colonial del Estado de Puebla. Hay buenos momentos de comedia, casi increíbles, tratándose de María Félix, Pedro Armendáriz, Fernando Fernández y Miguel Inclán, y mementos en que Emilio Fernández, mediante su alter ego, Pedro Armendáriz, se “avienta” sus apasionados discursos, algunas veces conmovedores y otras veces casi ridículos, sobre la Revolución, el arte y el amor.

El inicio de la película, con los disparos de cañones sobre la embestida de las fuerzas revolucionarias zapatistas, prestas a tomar la plaza, que aparecen en una larga secuencia, con todo y créditos, es de un realismo magistral, digno de admirarse, incluida la música de la marcha de Zacatecas, el toque de campanas y la bandera tricolor hondeando, hasta que aparece el General José Juan Reyes (Pedro Armendáriz) ordenando que agarren a un merolico que en ese momento se “avienta” un discurso demagógico de recibimiento y se lo guarden vivo.

Emilio García Riera escribió que Emilio Fernández, “El Indio”, era un enamorado”. Aclara: “Era un enamorado en el sentido que suele dar a esa palabra el pueblo mexicano, para aludir no a una situación, la de estar enamorado, sino a una condición esencial”. Continúa: “El Indio era un enamorado porque su vida –y su obra– fueron obsedidas por una imagen ideal de la pareja humana: un hombre –él mismo, y nadie más– logra conciliar en su acceso a la mujer –una sola, y todas ellas– la sensualidad con la reverencia. La sensualidad queda exaltada y embellecida por su sumisión a la reverencia, y el éxtasis amoroso toma las formas ceremoniales que convienen a un temperamento profundamente religioso”.

Adela Fernández, hija de “El Indio”, cita a su padre: “A mí no me gusta cuestionarme acerca de si creo o no en Dios. Con la Guadalupana no tengo duda alguna, porque en ella está presente la fe del pueblo y basta esa fe para que haga milagros.”

Emilio García Riera comentó al respecto: “El enamorado lo era por religioso, y si los momentos más bellos de su obra fueron los momentos de amor, en el sentido en que el éxtasis es la mayor aspiración de la poesía mística, los más trágicos fueron los que describían la separación de la pareja o la inaccesibilidad para el hombre de la mujer amada. Esos momentos, los extáticos y los trágicos, son no sólo los mejores del cine del Indio Fernández, sino, quizá los únicos que dan valores  clásicos, no contingentes, a una obra celebrada sobre todo por sus no siempre indiscutibles valores plásticos”.

En Enamorada vemos una singular forma romántica e idealizada de recordar a la Revolución: La presencia de una niña, hija adoptiva del General José Juan Reyes. Alguna vez Emilio Fernández declaró que su niñez fue muy hermosa. La más feliz, porque tuvo todo lo que los niños ansían: una pistola, un caballo y el campo de batalla. Esos fueron sus juguetes y los revolucionarios sus compañeros de juego. Su hija Adela escribió que por el cariño desmedido que tenía por el General Lázaro Cárdenas, aprendió cosas de él como si fuera un niño y devoto estudiante; repetía sus palabras y comentaba obsesivamente durante años sus enseñanzas, como si acabara de platicar con él. En definitiva, Enamorada es un canto de amor a la Revolución, expresado en el amor a la mujer.

Se comentan tres secuencias antológicas de la película: 1. Después de ocupar Cholula, los revolucionarios zapatistas descansan en la plaza principal. Beatriz Peñafiel (María Félix) camina de la iglesia rumbo a su casa y se levanta  ligeramente la falda, para subir una escalinata. Al verla el General José Juan Reyes (Pedro Armendáriz) le silba. Ella voltea, cuando le oye decir que si volviera a ver ese chamorro se dejaría abofetear. Ella le enseña sus pantorrillas. Acto seguido lo abofetea dos veces. Extasiado, el General murmura: con esa mujer me voy a casar. 2. Cuando Beatriz, en su cuarto, escucha la serenata que el enamorado le lleva, vemos sus bellos ojos, en primerísimo primer plano, que delatan, también, su enamoramiento. 3. Las tropas del General José Juan comienzan a evacuar Cholula, sin presentar combate. Beatriz se va a casar con su novio extranjero. Inquieta, jala el collar de perlas que tiene en su cuello, rompiéndolo. Las perlas ruedan por el suelo y ella sale corriendo para acompañar a su verdadero amor.