A principios de marzo 2021, INEGI presentó los datos de la inflación al mes de febrero 3.76 interanual acercándose al límite de 4 por ciento establecido por el Banco de México como objetivo de política monetaria. También señaló que, en enero del mismo año, la inflación fue la más alta en cuatro años.

Debido al aumento de precios, principalmente en los combustibles de uso automotriz alrededor de $21.50 por litro y sin posibilidades a la vista de una disminución de los mismos en el corto plazo, así como una baja generalizada de los ingresos, la fragilidad de las empresas y una fuerte disminución de la inversión en mediano y largo plazos, los efectos de las presiones inflacionarias podrían ser de consideración y afectar el crecimiento económico.

Empero, estos resultados aún están lejos de los niveles inflacionarios observados en 2017, por arriba de 6 por ciento y desde luego, todavía más lejos de los registros observados en las últimas décadas del siglo pasado. Ahora bien, el hecho de que la inflación mensual de febrero (.66 por ciento) es la más alta desde 2010 considerando únicamente este mismo mes, enciende las alarmas, lo cual podría llevar al país a una inflación para el final de este año de 4.2 por ciento, según estimaciones de Consultores Internacionales, S.C.

Básicamente, son tres elementos que han presionado a la inflación y podrían continuar en los próximos meses: los costos de producción, los precios del petróleo y el tipo de cambio. Ante un escenario de debilidad, la inflación podría aletargar la recuperación económica. No se esperan nuevos movimientos a la baja en la tasa de interés en el corto plazo. Por lo que contener la inflación será cada vez más complicado.

Desde marzo de 2020, bajo un marco pandémico, el índice de precios al productor, sin considerar los precios del petróleo, ha venido creciendo rápidamente, a razón de 4.5 por ciento y ya para enero y febrero de este año, se tienen registros de 5.3 por ciento y 5.9 por ciento. Por esta razón, los productores, en un contexto de fragilidad financiera, baja demanda y costos de producción crecientes, han trasladado, vía precios, los incrementos a los consumidores.

Desde luego, esta es una situación internacional como se puede observar con el aumento de diferentes commodities, entre estos: maíz (11.5 por ciento), cobre (17. por ciento), algodón (11.6 por ciento), platino (11.5 por ciento), gas natural (2.8 por ciento).

En cuanto a la evolución de los precios internacionales del petróleo, las expectativas de una rápida recuperación de la demanda, han llevado al Brent a cotizar cerca de 70 USD por barril, mientras que la mezcla mexicana de exportación, hasta hace muy poco, se cotizaba en 64.48 USD por barril. De esta manera, el incremento en el precio de los combustibles, sólo podría disminuir si el gobierno les asignará un subsidio, lo cual no se ve posible debido a las condiciones actuales de las finanzas públicas.

El tipo de cambio ubicado en las últimas semanas, alrededor de 20.70 por dólar y que podría aumentar en los meses siguientes, conforme aumenten los rendimientos del bono del tesoro y disminuyan la política expansiva de la reserva federal (FE), podría fortalecer al dólar en el ámbito internacional.

Cabe destacar que, entre los estados de la República Mexicana más golpeados por la inflación, destacan Chiapas, Guerrero, San Luis Potosí y Veracruz, categorizados también como de niveles altos de pobreza.

Ante este panorama, es recomendable seguir una serie de acciones que pueden abordar la inflación: generar inversiones. Tener ahorros es importante, pero invertir dinero para recibir más, es un gran aliciente ante este tema. Llevar a cabo un plan de finanzas, personales, familiares o bien, empresariales, cuyas principales características sean la flexibilidad y la adaptación; los presupuestos requerirán irse moldeando según las condiciones.

La distribución de los ingresos, debe ser óptima y consciente en cuanto a lo que se destine para cubrir (o cancelar, en la medida de lo posible) deudas, compras, “guardaditos”, así como mejorar hábitos de consumo. El consumo local, las compras digitales, la diversificación de los ingresos, pero especialmente la previsión de las necesidades futuras, resultan esenciales.