Editorial

 

La orden está dada: matar al INE. Por eso los nuevos sicarios de la democracia Mario Delgado, Ricardo Monreal, Salgado Macedonio, Ricardo Salinas Pliego y otros, preparan el terreno para llevar a cabo su eliminación.

Para López Obrador es absolutamente indispensable ejecutar al actual árbitro electoral. Lo es para poder desconocer los resultados electorales del 6 de junio en el muy probable caso de que Morena pierda la elección.

La reciente visita del presidente de Bolivia, Luis Arce, tuvo ese propósito. Arce vino a poner a disposición del presidente mexicano la fórmula electoral que ha permitido a los actuales dictadores latinoamericanos reelegirse una y otra vez en el cargo. Arce mismo es producto de un fraude preparado por Evo Morales.

Por eso el tabasqueño salió en defensa del boliviano y exigió a la OEA “respetar la voluntad del pueblo boliviano y la democracia”.

Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia comparten lo que algunos llaman “dictadura electoralista” y lo que menos necesitan es un INE autónomo e independiente del Ejecutivo.

Más allá de buscar la renuncia de Lorenzo Córdova o de cualquier otro consejero lo que pretende  el régimen es desmantelar el sistema electoral actual para sustituirlo por otro que les permita manipular las elecciones a su antojo y así detentar el poder indefinidamente.

Para ello, López Obrador necesita hacer varias cosas. De acuerdo al recetario bolivariano tiene que sustituir la Constitución de 1917 por otra que le permita controlar las elecciones, introducir normas y ordenamientos para simular democracia e institucionalizar el fraude.

Las iniciativas que presentó  el diputado de Morena Sergio Gutiérrez Luna en 2019 para eliminar los Organismos Público Electorales (OPLES) y recortar de nueve a tres años la presidencia del INE, se quedan cortos ante lo que recomiendan los estrategas electorales de Evo Morales.

El diputado Pablo Gómez ha sido más franco: “Nosotros lo que vamos a proponer es cambiar todo el andamiaje y los métodos. Queremos que desaparezca el Consejo General del INE”

Y efectivamente se trata de tirar el andamiaje democrático para implantar un sistema que le permita a Morena ganar con el menor número de votos, aumentar el número de diputados y senadores, cambiar las circunscripciones, eliminar los candados constitucionales a la sobrerrepresentación, tener el control del padrón electoral para poderlo falsificar libremente y emitir arbitrariamente  credenciales para votar.

Una maquinaria electoral donde el ciudadano se convierte en una simple marioneta para simular democracia. “Votas, pero no eliges”. Asesinar al INE es estratégico para que el 6 de junio sobreviva el régimen y pueda quedarse  abierta la puerta a lo que viene. El órgano electoral es el último obstáculo —la Corte ya está doblada— a la tiranía pejísta.

Eso explica el tamaño de la  ira de López Obrador en contra de los consejeros que decidieron aplicar la ley para poner un alto a la arbitraria candidatura de Félix Salgado impuesta desde Palacio Nacional.

¿Quién es el INE para oponerse a los designios presidenciales y dejar fuera de la jugada a quien debe ser gobernador para seguir operando —en representación del gobierno—  a favor de los grupos delincuenciales  en Guerrero?

La ferocidad de la reacción gubernamental parece indicar que los consejeros afectaron con su decisión intereses muy importantes y que las cosas no se van a quedar así. Por eso Salgado recurre ahora al levantamiento popular para oponerse a lo que calificó como las “arbitrariedades” del INE.

Estamos como país ante el absurdo. Vemos a la delincuencia hecha gobierno, a la máxima autoridad ordenando a las hordas quemar  instituciones porque no le gusta la aplicación de la ley. México puede estar ante un inminente autogolpe de Estado que pondrá fin a la democracia.

 

@PagesBeatriz