México conmemora este año el 500 aniversario de la Conquista, marcada por la petición del “perdón” del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador. España contempla estupefacta la inédita demanda.

La insistente y recurrente petición del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador al Rey de España Felipe VI, jefe del Estado Español, para que pida perdón por los agravios cometidos durante la Conquista, ha provocado una ola de indignación, pero también ha puesto sobre la mesa una reflexión sobre lo que supuso la colisión entre dos imperios, que pese a sus diferencias, tenían mucho en común. Ambos eran guerreros, con un fuerte sistema de creencias, ambiciosos y cultivados.

En su reciente obra Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México, el catedrático de historia moderna de la Universidad de Barcelona, Antonio Espino, sostiene que la petición del mandatario mexicano de un “perdón formal por los múltiples excesos cometidos sobre la población aborigen ha sido mal interpretada, porque buena parte de la población española aún no es consciente sobre lo ocurrido hace 500 años en América, debido a la educación de la dictadura franquista, que fomentó la grandeza del Imperio Español”. No obstante, este investigador advierte que aunque hubo muerte, explotación, destrucción y genocidio cultural, los “gobernantes mexicanos actuales no deberían escudarse en los hechos ocurridos hace 500 años, para justificar su falta de respuestas a los retos del presente. Todo el mundo tiene derecho a reivindicar su pasado y pedir esas disculpas, pero sin caer en el error de que todo tiempo pasado fue mejor”. En su libro, Antonio Espino considera que Hernán Cortés no es ni héroe, ni villano y recurre a la definición que dio el historiador estadounidense Henry Wagner: “Cortés era una especie de empresario independiente que comandaba una banda de aventureros armados. Ni más, ni menos. Ni tropas del rey, ni intereses políticos, seguidos solo de intereses personales”.

Fernando de Prado, historiador español, descendiente de Moctezuma y de Cristóbal Colón asegura que “juzgar un acontecimiento de hace 500 años con la mentalidad de hoy, con nuestra escala de valores y nuestros prejuicios y circunstancias actuales, es imposible” y se pregunta si en la petición de “perdón” López Obrador se hace un planteamiento “victimista” simplificando unos hechos complejos, donde “él es el bueno y los demás son malos”. Fernando de Prado comenta que “jamás ha oído a nadie en España reclamarle a Italia perdón por la invasión de los romanos que fue absolutamente salvaje, con legiones poderosas que entraban cortando manos, mutilando y destrozando”.

Ninguna conquista está exenta de dolor, humillación y crímenes. Se construyeron catedrales e iglesias sobre los templos venerados por los mexicas. Se evangelizó a la población con la esperanza de que abandonaran los sacrificios humanos que tanto impresionaron a los españoles.

Para el historiador andaluz Juan Sánchez Galera, lo que no se cuenta de la leyenda negra española, es que “el cuerpo de normas que reglaron la vida de las colonias de América, supuso el origen de lo que hoy conocemos como derechos humanos. Isabel de Castilla, mejor conocida como la Reina Católica, dictó en el año 1500 un decreto en el que prohibió la esclavitud de los habitantes del Nuevo Mundo, pidió que no fueran agraviados y determinó que no fueran despojados de las tierras que les pertenecían. Pero los colonos sortearon las leyes a su antojo e hicieron posteriormente caso omiso a la disposición del Emperador Carlos V, que en 1540 ordenó a los gobernadores de Las Indias observar un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios y la prohibición de cristianizarlos por la fuerza o contra su voluntad. Dado el incumplimiento de este decreto, en 1526 se impuso que en todas las expediciones militares fueran sacerdotes, con el fin de poner fin a los abusos contra los indígenas, que sufrían violencia injustificada con el frecuente uso de las armas.

El gobierno español no quiere un enfrentamiento diplomático con un país tan querido como México y socio privilegiado, pero ha sido firme: No va a pedir perdón.

Para el académico y novelista Arturo Pérez Reverte, López Obrador es quien debería disculparse, ya que lleva apellidos españoles. De todos es sabido que su abuelo nació en Cantabria, al norte de España.

En El espejo enterrado el escritor Carlos Fuentes señaló que “la hazaña de Cristóbal Colón abrió el telón sobre un inmenso choque de civilizaciones, una gran epopeya, compasiva a veces, sangrienta otras, pero siempre conflictiva: La destrucción y creación simultáneas de la cultura del Nuevo Mundo”.