Esfinge

Al Noroeste de Tebas de Beocia, sobre la carretera que va de esa ciudad a Lebadea y Delfos, hay un monte que en la actualidad se llama Fagas. Anteriormente se llamaba Ficio. No es muy alto; pudiera alcanzar los ochocientos metros de altura. No más.

En la actualidad el monte Fagas está parcialmente desforestado; en él sólo crecen arbustos y plantas de pequeño tamaño. Las partes bajas y planas, entre los brazos en que se abre el monte, están cultivadas. A un lado corre una carretera vecinal que entronca con la carretera que he mencionado anteriormente. Se entiende que en el siglo XIII antes de la era actual, antes de la guerra de Troya, es decir, hace más de tres mil años, en el monte crecían elevadas coníferas que daban lugar a sitios sombreados e inaccesibles. Esto ha desaparecido.

En el monte Ficio, hoy Fagas, según los mitógrafos, se posaba Esfinge para acabar con la vida de los viajeros que se atrevían a intentar resolver los enigmas que planteaba. La presencia y la acción de Esfinge era un obstáculo al paso de peregrinos que se dirigían a consultar al entonces recién fundado oráculo de Delfos; también era un factor que impedía el tráfico de mercancías. Por la presencia de Esfinge, la vida religiosa y comercial de la región se veía entorpecida.

En estas notas, en forma reiterada, se alude a Esfinge sin anteponer el artículo “la” en razón de que, como se comenta más adelante, era un nombre propio.

Esfinge había sido enviada a Tebas por la Diosa Hera como castigo, por el hecho de no haber castigado a Layo, rey de ella, por haber raptado a Crisipo, hijo de Pélope, para tener relaciones sexuales con él; esa acción era reprobada por la Diosa que velaba por los matrimonios. Existía la versión de que Layo fue quien inició la homosexualidad en Grecia y que, por ello, fue advertido de que moriría a manos de un hijo que tuviera (Sófocles, Edipo rey, 711; Apolodoro, Biblioteca, III, 7; Lisímaco, (4), Escolio a Eurípides, Fenicias 66; Pisandro 16F10; Pausanias, Descripción de Grecia, VI, 26, 7 y  X, 5, 4).

“Poco después los tebanos comenzaron a sufrir el azote de un monstruo terrorífico, la Esfinge (Estranguladora), una criatura alada con cuerpo de león y cabeza de mujer, la morfología bastante conocida en el arte de Oriente Próximo. Hesíodo la clasifica como hija de Orto y de Quimera, y se refiere a ella como <<la letal Fix que llevaba la destrucción a los cadmeos>>; a la vista del origen beocio de Hesíodo y testimonios posteriores que señalan que el monstruo se sentaba sobre el monte Fición a las afueras de Tebas, podría parecer que Fix era una forma local beocia de su nombre. Según su leyenda más conocida, planteaba un enigma a los que pasaban por allí, y los mataba si eran incapaces de resolverlo, pero estaba condenada a encontrar su propia muerte si alguien daba la solución correcta. Sin embargo, hay razones para suponer que en las tradiciones más tempranas ella pudo sencillamente haberse llevado jóvenes tebanos sin plantear ninguna pregunta.” (Robin Hard, Mitología griega, La esfera de los libros, p. 407).

A decir de los mitógrafos, Esfinge “… era bestia con cuerpo de perro, cabeza y rostro de mujer, alas de pájaro y voz humana; Pisandro agrega que tenía cola de serpiente. Apolodoro dice de ella que era hija de Equidna y Tifón tenía rostro de mujer, pecho, patas y cola de león y alas de pájaro … Era atractiva por la variedad del color de sus alas, vuelta hacía los rayos del sol, su espalda era dorada como el oro, pero orientada hacía las nubes, resplandecía con brillo cerúleo como un arco iris.” (Hesíodo, Teogonía, 326 y en la obra de la autoría del responsable de esta colaboración: Edipo, una víctima del destino, p. 94. TSJDF, México, 2012).

Esfinge es un motivo netamente egipcio. El más representativo es la gigantesca Esfinge que se halla en el valle de Giza, en Egipto, junto a las grandes pirámides. De ahí posiblemente lo tomaron los viajeros griegos y lo llevaron a Grecia continental. Lo significativo del tema está en el hecho de que, como mito, haya prosperado en Tebas de Beocia, un sitio que no es puerto ni recibe de manera directa la influencia de los viajeros. En fin, así se presentaron los hechos. Los mitos, normalmente, no se rigen por la lógica. El tema de la Esfinge, como un monstruo, aparece representado en diferentes lugares de Grecia.

El mito de Esfinge estaba ligado a los enigmas o acertijos que planteaba a quienes deambulaban por las zonas en donde ella estaba asentada y actuaba. Para unos el acertijo era:

“Hay en la tierra un ser bípedo, cuadrúpedo, con una sola voz, que es también trípode. Es el único que cambia de naturaleza de cuantos vivientes habitan la tierra, en el aire y bajo el mar. Cuando camina apoyándose en más pies, es cuando el vigor de sus miembros resulta más débil.”

Hay otra versión del enigma: “Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a la vez, es engendrada por la primera.” (Crónica de Edipo, págs. 44 y 45).

La respuesta al primer enigma es que se trata del hombre, éste, cuando es bebé, gatea; cuando crece camina utilizando sus dos pies; y en la vejez se ayuda por un bastón. La respuesta al segundo es que se trata del día y la noche. Una vez que Edipo resolvió en enigma, Esfinge se arrojó al abismo y se convirtió en roca. La forma del monte Fagas, con dos salientes que parecen dos brazos de Esfinge, pudo haber dado lugar a ubicar en ese lugar el mito.

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Paléfato aportó una explicación que pretende ser racional: “La historia no es digna de crédito y es inverosímil. Pues no puede haber existido tal engendro, es una chiquillada lo de que quienes no podían resolver los enigmas eran devorados por ella, y es además una simpleza lo de que los cadmeos no disparasen sus flechas contra la fiera, sino que se resignaban a ver devorados a sus conciudadanos como si fueran enemigos. La verdad es la siguiente:

Cadmo, quien tenía por esposa a una amazona llamada Esfinge, llegó a Tebas, y tras matar a Draconte se quedó con su fortuna y su reino, así como (más tarde) con la hermana de Draconte, que se llamaba Harmonía. Al enterarse Esfinge de que se había casado con otra convenció a muchos de los ciudadanos para que abandonaran con ella la ciudad; así pues, tras apoderarse de la mayor parte del dinero y coger un perro velocísimo con el que había llegado Cadmo, se marchó con todo ello al monte llamado Ficio, y desde allí le hacía la guerra a Cadmo. Tendía emboscadas en el momento adecuado y mataba a los que iba atrapando. Los cadmeos a las emboscadas las llaman “enigma”. Así pues, los ciudadanos andaban constantemente diciendo: <<Esfinge, la muy cruel, se pone en emboscada y nos atrapa mientras continúa sentada sobre su monte. Nadie es capaz de descubrir el enigma y es imposible pelear a cara descubierta, pues no corre, sino que vuela, y es a un tiempo perro y mujer: así es de veloz>>. Cadmo pregonó que, a quien matara a Esfinge, le daría riquezas en abundancia. Así pues, llegó Edipo, un corintio experto en lances militares que tenía un caballo muy veloz; tras distribuir por grupos a los cadmeos, salió de noche, le tendió una trampa, descubrió el enigma (o sea, la emboscada) y mató a Esfinge.” (Paléfato, Historias increíbles, 4, en la obra Mitógrafos griegos, p. 27 y siguiente, Gredos).

Según Carondas, la mujer que abandone a su marido podrá casarse con quien ella quiera, siempre y cuando el hombre que escoja no sea menor que su antiguo marido. Diódoro de Sicilia, Biblioteca histórica, vol. 4, libro XII, 18, 1. p. 413.

Según Zaleuco, una mujer libre no puede ser acompañada por más de una esclava a menos que se encuentre ebria; no podrá dejar la ciudad a no ser que planeé cometer adulterio; no podrá usar joyas de oro o adornos con ribete morado a menos que sea una cortesana. Diódoro de Sicilia, Biblioteca histórica, vol. 4.  libro XII, 21, 1. p. 417.

“… cuando presentas su poesía como cuentos propios de viejas, a la cual le está permitido inventarse aquello que le parezca apropiado para el goce del espíritu.” Estrabón, Geografía, libro I, 2, 3. p. 252.

Sin casarte pasarás la vida libre de penas. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 70. Editorial Gredos, pág. 374.

Es mejor para un hombre no mantener una esposa. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 90. Editorial Gredos, pág. 375.

La mujer es por naturaleza escasez de medios de vida para los hombres. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 115, Editorial Gredos, pág. 376.

Vives una vida mejor si no mantienes a una mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 115. Editorial Gredos, pág. 376.

El silencio es un adorno para todas las mujeres. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 135, Editorial Gredos, pág. 377.

Es propio de una mujer excelente guardar la casa. Pues una mujer es para una casa calamidad o salvación. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 140, Editorial Gredos, pág. 377.

No confíes a una mujer tu propia vida. Pues una mujer no sabe más que lo que ella quiere. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 140, Editorial Gredos, pág. 377.

Un viejo enamorado es el colmo de la mala suerte. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 145, Editorial Gredos, pág. 378.

El que va a casarse se encamina hacia el arrepentimiento. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 145, Editorial Gredos, pág. 378.

El adorno de una mujer es su carácter, no sus joyas. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 145, Editorial Gredos, pág. 378.

Una mujer justa es la salvación de la vida. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 145, Editorial Gredos, pág. 378.

No es fácil encontrar una mujer excelente. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 150, Editorial Gredos, pág. 378.

Es mejor enterrar a una mujer que casarse con ella. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 150, Editorial Gredos, pág. 378.

La mujer es en general costosa por naturaleza. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 155, Editorial Gredos, pág. 378.

Cásate no con la dote, sino con la mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 155, Editorial Gredos, pág. 378.

Una mujer virtuosa es la salvación de la vida. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 155, Editorial Gredos, pág. 378.

La naturaleza no le da a la mujer la capacidad de mandar. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 155. Editorial Gredos, pág. 378.

El matrimonio es para las mujeres un mal deseado. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 155. Editorial Gredos página 378.

Cuando tengas la intención de casarte, mira a tus vecinos. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 160. Editorial Gredos página 378.

Una mujer no piensa en absoluto en lo que es conveniente. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 160. Editorial Gredos página 378.

Una mujer nunca se distingue en nada a otra mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 165. Editorial Gredos página 378.

Una mujer te adula para conseguir algo. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 165. Editorial Gredos página 379.

Cuando te hayas hecho viejo, no te cases con una joven. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 165. Editorial Gredos página 379.

No confíes en una mujer ni en su lecho de muerte. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 170. Editorial Gredos página 379.

No hay ningún otro mal más terrible que una madrastra. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 185. Editorial Gredos página 379.

Pues de un esposo viejo dueña es la mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 190. Editorial Gredos página 380.

Pues las mujeres son hábiles en maquinar tretas. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 190. Editorial Gredos página 380.

Al casarme con una rica yo mismo he sido el causante de una desgracia. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 195. Editorial Gredos página 380.

Por causa de las mujeres suceden todos los males. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 200. Editorial Gredos página 380.

Por culpa de las mujeres se viene abajo una gran honra. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 215. Editorial Gredos página 381.

También en las mujeres hay comportamientos sensatos. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 230. Editorial Gredos página 381.

Pues no es posible ver fidelidad en las mujeres. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 230. Editorial Gredos página 381.

Los celos de una mujer son el fuego que consume toda una casa. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 275, Editorial Gredos, página 383.

No tendría que vivir una mujer con carácter voluble. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 280. Editorial Gredos página 383.

El mar, el fuego y el tercer mal, la mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, Sentencias en un verso, 32, Editorial Gredos, página 384.

Mantén relaciones buenas con tu compañera de lecho, para que no intente tener una experiencia con otro hombre. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, 10. Editorial Gredos, página 480.

Porque la raza de mujeres es toda ella frívola, y, si se la halaga, tiene propósitos menos malos. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, 10. Editorial Gredos página 480.

Se casan ahora con la dote y no con la mujer. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, 18. Editorial Gredos, página 483.

La mente femenina se deja dominar la mayor parte de las veces por la envidia. Proverbios Griegos, Menandro, Sentencias, 8. Editorial Gredos, página 483.

Por ello la mujer es mas compasiva que el hombre, más llorona, y también más celosa y más quejumbrosa, más criticona y más hiriente. También es más apocada y desesperanzada que el hombre, más descarada y más mentirosa, más tramposa y más memoriosa, y también más vigilante y más tímida, y en general más indecisa que el macho y de menos comida. Aristóteles, Investigación sobre los animales, libro IX 10. Editorial Gredos, página 481.

“… el macho corre en ayuda de la hembra, mientras que la hembra huye cuando el macho ha sido herido. Aristóteles, Investigación sobre los animales, libro IX 15, Editorial Gredos, página 481.

¡ …Las abejas…. grandes están pálidas y relucientes, como mujeres ociosas. Aristóteles, Investigación sobre los animales, Libro IX 15. Editorial Gredos página 545.