El tiempo con su velocidad inexorable nos tiene con 30 meses y medio del actual gobierno.  Los medios siguen escuchando la voz dominante insultante del inquilino de Palacio, quien vive instalado en un país paralelo e irreal, además de obsesionado por convencer para vender su verdad día con día, con propaganda y ataques a todo y a todos.

Lo primero que se perdió con el nuevo gobierno, fue la esperanza de un cambio verdadero como no se cansó de expresar el candidato eterno por décadas. El mesías se evaporó en semanas, salvo sus incondicionales y receptores de dádivas ya casi nadie de clase media para arriba le cree ni le tiene confianza.

Aduciendo corrupción canceló la construcción del NACM, ahuyentó a los inversionistas nacionales y extranjeros y peleo con el sector empresarial. En sustitución de ese aeropuerto, sin planeación, ni estudios avalados por las autoridades aeroportuarias internacionales, puso al ejército a construir uno nuevo cuyo diseño más se parece a una central camionera que a los aeropuertos modernos del mundo.

Como candidato se pasó décadas insultando a las Fuerzas armadas, hoy gobierna con ellas, y lo hace sentado sobre las bayonetas como en el pasado lo hicieron los regímenes dictatoriales. A fin de tenerlos contentos los ha llenado de contratos y dinero; y ahora les ha encomendado la coordinación de la Guardia Nacional, que nació de la necesidad de tener una policía bajo el mando civil para fortalecer la seguridad pública.

En la Administración Pública, demostrando que no tiene ni la más pálida idea de su importancia, despidió a personal calificado y entrenado de todos los niveles, desdeñando grados académicos y años de experiencia, contratando en su lugar a improvisados novatos; dañó las actividades operativas como sucedió en el sector salud, y desde luego contrató a sus correligionarios, aunque no supieran nada del tema con la consecuente pérdida o daños en los servicios públicos.

Su analfabetismo económico lo ha llevado a extender certificado de defunción al Neoliberalismo, pero apuesta en este momento todo el futuro económico al T- MEC, que no es más que un instrumento de libre comercio e inspirado por el neoliberalismo.

La crisis en la economía se hará más pronunciada como consecuencia de la pandemia del corona virus, porque la economía prácticamente quedo estancada en 2018 y para el 2020 el PIB decreció -8.5 por ciento; para este año 2021 se pronostica un aumento del 5.5 por ciento del PIB, con lo quedaremos aún, un 3 por ciento por debajo de lo que teníamos en diciembre del 2018.

Perdimos el rango en la confianza para inversión en las calificadoras internacionales, a nivel internacional son tres las principales calificadoras: Standard & Poor´s, Fitch y Moody´s; aunque el presidente tiene otros datos y por lo mismo no las toma en cuenta.

El recuento podría seguir, pero para finalizar vale la pena consignar la impericia y errática conducción de la crisis sanitaria del Covid-19 y la secuela de muertes, que extraoficialmente rebasan las 600 mil muertes. Abordar la Inseguridad y su creciente espiral de muertes y violencia o la polarización y encono que conscientemente el presidente ha generado entre los mexicanos, sería motivo de otro artículo.