Morelos siervo de la nación (México, 1965) de Julio Bracho (17 de Julio de 1909, Durango, México-26 de abril de 1978, Ciudad de México), con Luis Aragón.
Medio metraje en colores, filmado para conmemorar el bicentenario del prócer. Breve y rigurosa reconstrucción histórica que comienza con un Mural bajo créditos y continúa ficcionalmente, con voz fuera de cuadro, a manera de documental, ilustrado con imágenes de de la época y pasajes de los hechos en campaña del generalísimo, cuando Morelos es trasladado desde su celda hasta el sitio de su fusilamiento, el 22 de diciembre de 1915.
Morelos (México, 2012) de Antonio Serrano (17 de mayo de 1955. Ciudad de México).
Un cura que oculta a su hijo, haciéndolo pasar como su sobrino, para protegerlo, porque el apellido Morelos es peligroso. Procreador de una niña con una bella mesticita que supuestamente ha quedado viuda, etc. Un libertador lleno de pasión, hombre de carne y hueso, legendario y mitificado y ahora desmitificado, dedicado a la causa por la Independencia y la libertad de la América Mexicana.
CONTINÚA EL APUNTE PRELIMINAR
Tal era el hombre que, a la primera noticia de la proclamación de la Independencia, dejó su curato y voló a ofrecer sus servicios y su vida al antiguo rector del colegio de San Nicolás, cuando este marchaba a la capital de la colonia. Después de su entrevista con Hidalgo, en Indaparapeo, volvió al pueblo de Cuarácuaro y, armando allí veinticinco hombres con lanzas y escopetas, marchó con ellos rumbo a Churumuco; atravesó el Mexcala, en la hacienda de las Balsas, y entró en el territorio que hoy pertenece al Estado de Guerrero. En Coahuayutla, se le unieron algunos hombres armados, a las órdenes de don Rafael Valdovinos y, avanzando hasta las orillas del Grande Océano, engrosó en Zacalutla su pequeña tropa con 50 soldados, al mando del capitán de milicias de este puerto, don Marcos Martínez.
Animado Morelos con tan feliz principio, recorrió la costa en dirección al sudeste y cayó rápidamente sobre Petatlán, donde se apoderó de algún armamento y se le unieron poco más de 200 hombres. Con estos refuerzos se dirigió a Tecpan, donde el capitán realista don Juan Antonio Fuentes, comandante de la tercera división de milicias del sur, había fortificado el paso del río que baña las orillas de la población; pero, sintiéndose débil para resistir al jefe independiente, huyó a Acapulco con la gente que tenía a sus órdenes y que desertó en su mayor parte, volviendo a Tecpan, a donde engrosó la tropa de Morelos. Morelos entró en la importante villa que se acaba de nombrar el 7 de noviembre de 1810. Hasta entonces, había aumentado considerablemente sus tropas y armamento sin disparar un solo tiro. Tecpan, lugar populoso de la costa, le proporcionó abundantes recursos; pero ninguno, sin duda, fue de más valía que la incorporación a sus filas de don Hermenegildo Galeana, que tanto debía distinguirse en los campos de batalla y cuyo nombre queda unido desde entonces al del integérrimo Morelos.
Al día siguiente, salió de Tecpan el Caudillo del Sur. En el Zanjón se le unieron don Juan y don Fermín Galeana -hermanos de don Hermenegildo Galeana, seguidos de setecientos hombres, en su mayor parte sin armas. Ahí comenzó Morelos a tener artillería, siendo su primera pieza un cañón pequeño que recibió el nombre del Niño y que servía para hacer salvas en la Hacienda de los Galeana, llamada San José. El 9 de noviembre, la división de Morelos, fuerte de dos mil hombres armados con fusiles, lanzas, espadas y flechas, después de tocar en Coyuca, avanzó hasta el Aguacatillo, donde llegó el 13, formándose en este lugar un campo atrincherado con tercios de algodón. Ese mismo día, 700 hombres que Morelos había destacado a las órdenes de Valdomiros, para ocupar el Veladero, posición que domina a Acapulco, tuvieron que sostener un combate con 400 realistas, enviados por el jefe de la plaza, Carreño. Trabose la lucha al pie de la montaña y, después de un ligero tiroteo, huyeron los realistas, dejando muchas armas tiradas, pasándose a los insurgentes un número considerable de soldados.
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Morelos, entretanto, aseguraba sus posiciones y, además del campo atrincherado del Aguacatillo, fortificó los puntos de las Cruces, el Marqués, la Cuesta y el Veladero. Harto justificadas eran las prudentes disposiciones adoptadas por el jefe independiente. Noticioso el virrey de la aparición del nuevo enemigo, creyó que bastarían a contenerlo las tropas realistas de Acapulco; pero las nuevas que recibió de la rápida y feliz correría de Morelos a lo largo de la costa y del asedio que contra aquel puerto había establecido, le obligaron a dictar otras medidas y, en consecuencia, dispuso que, de la brigada de Oaxaca, marchase a atacar a los insurgentes del sur una sección de 1500 hombres, a las órdenes del comandante de la quinta división de milicias, Francisco Paris.
La suerte de las armas, en el primer encuentro, fue favorable a este jefe, a quien acababa de unirse el comandante de la sexta división de la costa, don José Sánchez Pareja, pues el 1 de diciembre logró dispersar, en Arroyo-Moledor, a una sección de las fuerzas de Morelos, al mando de don Rafael Valdovinos; pero, en cambio, uno de los capitanes de Morelos, don Miguel de Ávila, al frente de 600 hombres, rechazó, en Llano Grande, una fuerza salida de Acapulco a las órdenes de don Juan Antonio Fuentes y del subdelegado de Tecpan, Rodríguez que murió algunos días después de las heridas que recibió en el combate. Resuelto Paris a tomar las posiciones de Morelos, atacó vigorosamente el 8 de diciembre las de San Marcos y las Cruces: peleose con furia durante todo el día y sólo la noche separó a los combatientes, sin que de parte de alguna se alcanzase señalada ventaja. El jefe realista, 5 días más tarde, renovó su ataque, dirigiéndolo esta vez sobre las fortificaciones de la Sabana, defendidas por el coronel Ávila con 700 hombres. Las tropas de Paris, que aumentaban con un refuerzo salido de Acapulco, ascendían a 2000 soldados, con dos cañones, se dividieron en tres columnas, poniéndose al frente de la del centro el mismo Paris, encomendándole la de la derecha a Sánchez Pareja y confiándole el mando de la de la izquierda a don Francisco Rionda. En este orden y apoyadas por una sección de 100 hombres, que debía flanquear la posición de Ávila, marcharon las columnas haciendo jugar su artillería que fue contestada con los certeros disparos del Niño. Terrible fue la acometida y grande el esfuerzo de los realistas para apoderarse de las fortificaciones de sus enemigos y, después de muchas horas de combate, tuvo que retirarse Paris hasta el paraje de Tres-palos dejando el campo regado de muertos y heridos… Seguirá la investigación.
Los apuntes preliminares preceden a la sinopsis y “esta” al tratamiento que se hace antes del guion literario definitivo, siendo “este” el antecedente del guion técnico final.

