Una gran mentira más emitida desde Palacio Nacional fue lo que se ha dicho sobre el precio por kilo watt que pagan los hogares mexicanos. No solamente el Presidente, sino su equipo, intentan defender lo indefendible: Justificar la tóxica y cavernícola reforma eléctrica.

Seguramente el precio caro de la luz que dio este gobierno se los ha de haber dado Bartlett, con base en sus 23 casotas que tiene, probablemente ellos sí pagan la tarifa mas cara.

Hay que señalar que la reforma eléctrica es como una manzana envenenada, aparenta ser bonita por sus toques nacionalistas, pero si se prueba, puede generar enfermedad e incluso muerte.

Sin luz, el problema no es que los mexicanos dejen de ver Netflix. No. El problema es que, al ser la luz tan cara, millones de familias tendrían que desconectar sus refrigeradores, por ejemplo, y sin comida, empezarán a enfermar.

Esto, dentro de un sistema de salud que de por sí está colapsado. Respecto al tema de salud, me parece importante señalar que el viernes pasado vinieron a comparecer ante este Senado el secretario Jorge Alcocer y el Director del INSABI. Al ser cuestionados sobre el abasto de medicamentos oncológicos, informaron que se ha entregado sólo el 25 por ciento de la demanda total de medicinas.

Mientras aquí en el Senado de la República las senadoras y los senadores de Morena hacían malabares para defender al gobierno, ante nuestros reclamos de falta de medicamentos, ellos aceptaron, sí, estos titulares de salud sí aceptaron lo que nosotros hemos dicho de manera reiterada: en este gobierno no hay medicamentos para la mayoría de los enfermos de cáncer.

Lo han aceptado las autoridades y ahora lo que sigue, es resolverlo porque de no ser así, el pueblo de México seguirá sufriendo de dolor físico y muriendo por la incompetencia del gobierno de López Obrador. Es claro que las compras consolidadas no están funcionando.

Queda claro que a esta administración no le importa la salud de los mexicanos, ni hoy ni nunca. El desabasto de medicamentos es una problemática actual que sigue sin atenderse, a la par que se pretende aprobar una reforma eléctrica que proyecta contaminación y por lo tanto problemas de salud pública.

Con esta reforma, el presidente López Obrador pretende varias cosas, entre las más importantes, que la CFE concentre el 54 por ciento de la producción eléctrica del país; desaparecer órganos especializados y vigilantes como la Comisión Reguladora de Energía, el Centro Nacional de Control de Energía y la Comisión Nacional de Hidrocarburos; cancelar los certificados de energías limpias, certificados que nos permiten saber si se está cumpliendo con la normatividad; y cancelar las concesiones mineras para la explotación, por ejemplo del litio.

Es evidente que el impacto de esta iniciativa es dañino para el medio ambiente, ya que, como sabemos, prioriza el uso de energías contaminantes, atenta contra la competitividad, abre la puerta a la discrecionalidad de la CFE –situación que provocaría que los costos se eleven de manera importante–, lo que afectará la economía de las familias mexicanas.

Esta iniciativa es una clara regresión al siglo pasado. En el PAN tenemos una posición clara y pública de que no la acompañaremos. No acompañaremos la destrucción de las instituciones que tanto nos ha costado construir.

@kenialopezr

 

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