El propagandista de Palacio, Epigmenio Ibarra, inicio su colaboración en el noticiero de Ciro Gómez Leyva disparando al aire: “¿A quién le sirve la violencia?” Y responsabilizó lo mismo a Felipe Calderón que a Salinas de Gortari y a Peña Nieto del “infierno” mexicano.

A la pregunta de Epigmenio habría que contraponer otra: ¿Quién es el principal generador de violencia en el país? Y la respuesta está en esas “mañaneras” de las cuales el productor de televisión dice ser un fanático.

Él mismo pudo haber recomendado al presidente crear ese espacio para amenazar y someter a sus adversarios. Para operar, desde el poder, como un francotirador que afina todos los días la puntería para descalificar y doblegar a sus críticos.

La oratoria de López Obrador es venenosa. Esta hecha para sembrar odio, confrontación e intolerancia. Le sirve para dividir al país y eliminar al contrario. En su retórica no hay argumentos, sino disparos de rencor para separar a la sociedad en buenos y malos.

¿A quién le sirve, entonces, la violencia? A López Obrador.

El discurso polarizante, que destruye al diferente tiene sus efectos más nefastos en la cancha nacional. Ahí está la barbarie en el Estadio de Querétaro donde público y aficionados se golpearon a matar. Al fiel estilo de la “mañanera” había que eliminar al otro por el solo hecho de traer la playera del equipo contrario.

¿Por qué no iban a actuar así, si desde la presidencia de la república se enseña todos los días que al adversario hay que insultarlo, acuchillarlo, aniquilarlo? Que no tiene derecho a pesar distinto, que solo hay una verdad única, un equipo único, un marcador único.

Esa saña con la que unos y otros se golpeaban la propiciaron varios factores, pero uno en especial:  un clima nacional cargado de violencia donde la agresión ya sea verbal o física, moral o emocional es legitimada desde el poder.

El baño de odio con el que se riega el país todas las mañanas tiene su principal cosecha en el asesinato de periodistas. Jamás había sido tan fácil y atractivo matar reporteros. Y la razón es obvia: hay un sicario verbal que escupe metralla desde el púlpito presidencial cada vez que los califica de mercenarios, conservadores o “chayoteros.”

Ahí está, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, vomitando bazofia en contra de la prensa para quedar bien con su jefe.

La guerra que ha declarado López contra los medios es tan obvia que ha ignorado las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derecho Humanos. Le han advertido —sin que le importe— que la sección “¿Quién es quien en las mentiras”? Facilita que aprieten el gatillo contra la prensa independiente.

Entonces, ¿a quién le sirve la violencia?

Acusa Epigmenio Ibarra a Felipe Calderón por haber desatado la guerra entre cárteles. Que hoy puede haber violencia, pero no violación de los derechos humanos. Es la forma como razonan los fanáticos de la 4T para ocultar el fracaso del régimen. Es el uso de la mentira cargada de propaganda para ocultar la verdad.

Si a este gobierno le interesara proteger los derechos humanos habría combatido a los cárteles, cosa que no ha hecho ni hará. La política de “abrazos y no balazos” fue pensada para proteger a los criminales, garantizar su impunidad y permitir su expansión a cambio de que le ayuden a Morena a ganar elecciones.

Así que, ¿a quién le sirve la violencia?

López Obrador ha convertido al país y a su propio gobierno en campo de guerra. En México se encuentran las 8 ciudades más violentas del mundo. Nos hemos convertido en una nación de ejecuciones, fusilamientos y multihomicidios. Claro, todo negado o minimizado por un presidente que evade la realidad.

Que sale con macabras frivolidades cuando sugiere que al Cártel Jalisco Nueva Generación le deben cambiar el nombre o cuando niega que hayan ejecutado a 17 personas en San José de Gracia, Michoacán porque no encontraron  cuerpos.

El signo de la violencia está por todas partes. El gabinete está convertido en el epicentro de una lucha brutal por el poder. El presidente utiliza la justicia para perseguir a sus enemigos políticos, al Congreso para destruir instituciones y a la Corte para violar la Constitución.

En la presidencia de la república hay un hincha. Un troglodita que tritura a diario el Estado de derecho. Alguien que cultiva, instiga y aplaude la violencia. Que la usa para “sacar raja” y sumir al país en la barbarie.

@PagesBeatriz

 

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