Habrá discursos, aplausos, porras; las gradas se llenarán con aduladores y personas que probablemente nunca usarán un avión; una mesa de incondicionales bien peinados y sonrientes admirarán y aplaudirán hasta el vuelo de las moscas que asedian sus hedores; habrá cámaras de televisión y fotógrafos bien pagados para que dejen testimonio de la apoteosis.

Miles o quizá millones de bots inundarán las redes para anunciar el gran paso a la “modernidad” y a la relevancia mundial de México porque se inaugura uno de “los mejores aeropuertos del mundo”. Ni Julio Verne podría llegar a tales niveles de fantasía.

En los medios de comunicación durante varios días, se verán y escucharán intervenciones de “eruditos aeronáuticos” con opiniones y conocimientos parecidos a los de aquel prócer que decía que los aviones se repelen entre si para no chocar en el aire, y se insistirá en que somos un mejor país gracias a la “majestuosidad” de la obra y la buena decisión de hacerla.

Es muy probable que se documente y haya imágenes de un avión que despega o aterriza en la nueva pista, bajo las órdenes de una inclinada torre de control que justifica su mala construcción emulando a la torre de Pisa.

Que se grite a los cielos que un vuelo a Venezuela, que no representa nada en aviación, hará que el nuevo aeropuerto nazca ¨internacional¨ a pesar de que nuestro país esté impedido y denostado a la categoría dos en seguridad aérea y sea rechazado por los países con los que tenemos más del noventa por ciento del intercambio aéreo.

Por supuesto dicho acontecimiento será utilizado para recordarle a los ciudadanos que deben votar para que el “gobierno de la modernidad” siga tomando decisiones apartadas de toda razón.

Así, seremos testigos de una de las mayores infamias y sin duda de uno de los más grandes desfalcos que México ha sufrido en su larga historia gracias a las malas decisiones, los grandes complejos de inferioridad, la trampa, la mentira, la terquedad, la arrogancia y la psicología del derrotado que sentenciaba Octavio Paz.

Se anunciarán vuelos y rutas previamente pagadas y negociadas por el gobierno, lucirán a todo color los excusados con las imágenes del Chapulín Colorado, en una palabra, habrá fiesta. Sin embargo, después de la borrachera de elogios, vendrá la ineludible y cruda realidad que es aún más necia que ellos, pero además, es fatal.

Una vez que inicien las operaciones aéreas, seguirán los problemas de siempre y habrá otros peores en el reducido y conflictivo espacio aéreo del Valle de México; el nuevo aeropuerto complicará aún más las llegadas y las salidas de vuelos llenos de vidas ignorantes de lo que les rodea cuando van arriba de un avión.

Seguirán las demoras, prevalecerán los altos costos de operación y seguiremos limitados para crecer y ser más competitivos, es decir, todo lo que se ha dicho y advertido por muchos desde hace mucho tiempo, será cierto.

Los debates sobre los recursos invertidos seguirán porque será incomprensible e inexplicable que tales cantidades de dinero se hayan gastado para empeorar y dejar cerradas las posibilidades aeronáuticas de México.

Y por fin, cuando se agoten todas las escaramuzas y adulaciones, como en la película del Titánic, vendrá el descubrimiento de la verdadera dimensión del desastre: Lo que México dejará de ganar.

Se entenderá entonces, que el nuevo aeropuerto no era uno para la Ciudad de México, sino para dar sustento a todo el sistema aeronáutico nacional; que se trataba de crear un centro logístico para todo el Continente Americano que daría a nuestro país miles de millones de dólares de ingreso, decenas de miles de empleos, mayor seguridad aérea y poder negociador con el mundo entero.

Hay obras que marcan la historia de un país, este remedo es sin duda una de ellas.

El escandaloso gasto que implicaron la clausura de Texcoco y la construcción de este mini aeropuerto será ínfimo comparado con lo que nuestro país perderá en los años por venir; es probable que en pocos años esos números sean parecidos o superen aquellos que generó el FOBAPROA del que tanto se quejaron, pero por otro lado es seguro que México perdió en lo político, en lo económico y en lo social, y perdió mucho.

El próximo día 21 de marzo se inaugura un desfalco, una nueva página que será referencia histórica cuando se traten de explicar las razones del atraso de México.

El autor es Piloto Aviador, ex secretario general de ASPA.