PAN-PRI-PRD y MC tiene hoy un solo mandato: evitar el asesinato de la nación.

Y evitar el desastre significa que la oposición vote en contra de la reforma eléctrica para neutralizar al dictador.

La propuesta del presidente pone en riesgo a la democracia en su totalidad. No solo es un asunto de tarifas eléctricas o de energías limpias, de contratos o inversiones.  Lo que está en juego son las libertades. Impedir la consolidación de un Estado totalitario que busca tener el control absoluto de la política y la economía.

Lo que busca el presidente es poner a México en la antesala de las expropiaciones. Después de la industria eléctrica vendrían otras estatizaciones.  Buscaría, al estilo de su gurú Hugo Chávez, tener el control de otras empresas productivas que permitan al régimen intervenir en fábricas, hoteles, redes de distribución, telefonía, banca y medios de comunicación.

Si sólo se tratara de dar luz más barata a los pobres, hubiera optado sólo por modificar algunas leyes. No, lo que quiere es de dar un golpe a la Constitución para borrar del mapa la libre empresa y la libre competencia. El señor López quiere ser dueño único del país, sueña con ser ese Nicolás Maduro o ese Daniel Ortega que borraron por decreto la división de poderes.

El dirigente del PRI, Alejandro Moreno dijo que su partido votaría “categórica y tajantemente” en contra de la reforma eléctrica de López Obrador por considerar que atenta contra la economía y la Constitución.

Ojalá y así sea. Ojalá y el PRI se sostenga. Ojalá y se decida a ser la oposición que salve al país de un genocida institucional. El tiempo se agota y ha llegado  la hora de que la alianza “Va Por México” se ponga por delante de la historia, de arrebatarle de una vez por todas la agenda al autócrata y de impedir, al costo que sea, el asesinato de la nación.

Tan el tiempo se agota que las muestras de preocupación y nerviosismo en Estados Unidos son cada vez más frecuentes. Washington sabe que aquí se está gestando una dictadura y que la aprobación de la reforma eléctrica implicaría tener que replantear de manera radical la relación entre los dos países.

En el Congreso estadounidense y en la Casa Blanca saben que López pretende colocar a México en la órbita del socialismo más autoritario de América Latina. Conocen sus coqueteos subterráneos con Putin. Tienen información de que su proyecto es una vulgar imitación del decálogo bolivariano y que, de aprobarse la reforma eléctrica, van a tener que levantar un muro diplomático y comercial.

La carta de cuatro senadores de Estados Unidos al Secretario de Estado Antony Blinken y al Procurador Merrick Garlan donde denuncian el uso político de la justicia en México y de cómo López Obrador  somete al Poder Judicial a su capricho, es —aunque AMLO los llame mentirosos— una clara señal de que este régimen comienza a ser visto como un serio peligro para la seguridad de Estados Unidos.

AMLO llamó traidores a los diputados que voten en contra de la reforma, pero y él, ¿qué tipo de traidor es?

¿A qué tipo de intereses sirve un presidente que quiere dejar en la oscuridad a los pobres, que quiere destruir las inversiones existentes, las cadenas productivas y convertir al país en un cementerio de empresas?

En la presidencia de la república hay un asesino de la democracia y la oposición tiene que ir por él.

Después de que varios ministros de la Corte declararon la constitucionalidad de la ilegal Ley de la Industria Eléctrica, la oposición está más obligada que nunca a evitar que López Obrador termine de asesinar la democracia del país.

@PagesBeatriz

 

También te puede interesar leer

Se descara el dictador