Al mezclar religión con política suele conformarse un coctel explosivo como lo ha registrado la historia porque suelen desatarse las pasiones para invocar al fanatismo que no atiende razones y se perfilan confrontaciones como sucedió en diversos países, por ejemplo Francia y nuestro país en diferentes momentos.

La Reforma en México que encabezó Benito Juárez diseñó un modelo laico que no significó necesariamente un esquema anticlerical, se estableció dicho paradigma para dar paso a la modernidad y a una mejor opción de convivencia social.

Hubo un periodo oscuro que se vivió en México con la denominada guerra conocida como La Cristiada, este conflicto se suscitó entre los años 1926-1929 durante la presidencia de Plutarco Elías Calles quien nunca ocultó ser un jacobino irredento, en ese tiempo también figuraron anticlericales como Tomás Garrido Canabal quien fuera gobernador de Tabasco y a quien años después el general Lázaro Cárdenas le pediría no entrometerse en asuntos religiosos.

La denominada cristiada nunca tuvo razón de ser, la cerrazón del gobierno y la jerarquía católica llevaron dicho conflicto a un ambiente violento que cobró miles de vidas.

Después del gobierno callista los siguientes no tuvieron algún choque significativo con las iglesias, ya con Carlos Salinas de Gortari se reconoce jurídicamente a la iglesia católica en 1992, se ha escrito desde entonces que se trató de una concesión al clero ante la carencia de legitimidad del entonces mandatario que llegó al poder mediante una cuestionada elección en 1988.

Por cierto, el primer embajador de México ante El Vaticano fue Enrique Olivares Santana, ex secretario de Gobernación, ex gobernador de Aguascalientes y miembro de la masonería.

En los años sesenta y setenta en América Latina floreció una corriente de la iglesia católica conocida como la teología de la liberación, la opción preferencial por los pobres, esta cobró auge luego del Concilio Ecuménico Vaticano II, en México destacaron dos obispos como lo fueron el de San Cristóbal de las Casas Samuel Ruiz, así como el de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo.

Hace algunas semanas dos sacerdotes jesuitas fueron arteramente asesinados en Chihuahua por un individuo que actualmente está prófugo, se han registrado algunos diferendos entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y miembros de la jerarquía eclesiástica, aunque al mandatario no es un jacobino ni mucho menos, le han cuestionado su estrategia en materia de seguridad.

En Michoacán el anterior fin de semana fue agredido el sacerdote Mateo Calvillo quien ha desempeñado funciones en materia de comunicación social en la Arquidiócesis de Morelia, el clérigo fue atacado por un sujeto que le produjo diversas lesiones en el municipio de Queréndaro cercano a la capital michoacana, ya se integró una carpeta de investigación por las autoridades de la Fiscalía General de Justicia de Michoacán.

El gobierno y la iglesia tienen definido su ámbito de competencia, el primero se encarga del poder temporal y la otra de los asuntos de índole espiritual, seguramente habrá coincidencias porque ambas instituciones tienen el propósito de alcanzar el bienestar.

Es un asunto de política y filosofía, más allá de lo sacro y lo profano.