Por Marcia Jiménez

El pasado 11 de agosto se presentó en el Complejo Cultural Los Pinos, la novela más reciente de Francisco José Cruz y González: La Segunda República de Pericrania. The British Connection. Tania Viramontes, poeta y cineasta, talentosa y cordial, introdujo ante el público al escritor Pedro Ángel Palou y a los académicos Antonio Azuela de la Cueva y Francisco José Paoli Bolio, quienes comentarían el libro.

Cruz y González, colaborador invitado de SIEMPRE, ha sido profesor universitario, es diplomático de carrera y ha representado a México en Ginebra, Argentina y, como embajador, en Marruecos, Mali, Senegal, Côte d’Ivoire, Ghana, Gabón, Polonia y Ucrania. Ha escrito múltiples artículos de su especialidad y tres libros sobre las relaciones internacionales, entre 2009 y 2018.

Ha escrito, además, literatura, destacando los Cuentos de amor reincidente. Polonia, la del corazón mediterráneo y El cuento de la diplomacia, versión en español y polaco, de los mencionado Cuentos y de otros, del embajador uruguayo Luis Sica. Asimismo, las novelas ¡A la mar, Galvao!, La República de Pericrania y la que es motivo de esta reseña.

Esta Segunda República de Pericrania relata sucesos que tienen lugar en la isla del Caribe que compraron unos diplomáticos jubilados, aunque en la compra intervinieron, sin que los ingenuos diplomáticos se percataran, mafiosos interesados en crear un paraíso fiscal. La isla de Pericrania, fue la nueva patria de diplomáticos jubilados, de todas partes del mundo, en la que viven fantasías laborales y eróticas; y, en esta segunda novela, algunos participarán en una misión secreta, llamada The British Connection.

El primer comentarista de la presentación fue Pedro Ángel Palou, escritor laureado y autor él mismo de múltiples novelas, históricas algunas y quien acaba de publicar la novela México. Este autor, que escribió el prólogo de las dos novelas sobre la Repúblicas de Pericrania, comentó que por ser el humor rara avis en la literatura latinoamericana, era de celebrarse el que los personajes de ambas novelas desplegaban. Colocaba a Cruz y González “a la altura de Cabrera Infante y Jorge Ibargüengoitia, dos de los grandes satiristas de América Latina”.

Añadió que Cruz y González es, para la región, “nuestro nuevo Swift” —yo, que escribo esta reseña—, espero que no se trate del Swift que, según Jorge Luis Borges, se propuso “desacreditar al género humano” y, tampoco, el que André Breton considera “el verdadero iniciador del humor negro”.

Concluyó Palou sus comentarios invitando al lector a adentrarse en esta “Ínsula Barataria” del Caribe y de la mano de sus habitantes, diplomáticos jubilados, de mil latitudes, descubrir historias satíricas disfrutables, fantasías eróticas y, de vez en cuando, percibir un dejo de tristeza.

Tocó el turno a Antonio Azuela, académico con altos estudios universitarios en Inglaterra, doctor por la UNAM, experto en cuestiones urbanas y ambientales, exprocurador federal de protección al ambiente y discípulo de Cruz y González en la universidad.

Inició Azuela su intervención desplegando humor y refiriéndose al “móvil declarado” de la novela, que es “la defensa de los diplomáticos, víctimas de la envidia y del resentimiento de los gobernantes”; por lo que, de entrada, él simpatizaba con esa fantasía “corporativa”, pues era miembro de otra corporación, la de los académicos, igualmente golpeada y ninguneada.

Precisó que el novelista dedica sus dos novelas sobre Pericrania a sus colegas de gremio, víctimas de envidias de gobernantes y elogia a los diplomáticos que “no saben lisonjear ni al vulgo ni a los poderosos”, citando al abate Salas Bringas Ponzano, personaje que no sabemos si es real o inventado por Arturo Pérez Reverte.

Se preguntó, si estos diplomáticos, que producen tantas envidias, y también fascinación, deveras se la pasan de un coctel a otro, lo que —añadió— los lectores de la novela irán descubriendo a medida que avancen en la lectura. Descubriremos —señala— si existe esta fiesta permanente de los diplomáticos y nosotros somos simples colados en ella, lo que puede transformar la simpatía que les tenemos en una verdadera envidia.

Luego Azuela se refirió a los personajes del libro reseñado: “un desfile de individuos que combinan arquetipos nacionales con rasgos individuales”, y se detuvo en el que aparece como jefe de Estado, un senegalés, para preguntarse si el novelista habría hecho con ello una deferencia al grupo de los 77 —con el que tuvo relación laboral durante su misión en Ginebra, a inicios de los 80 del siglo pasado—. También se preguntó el motivo por el que el novelista aparece como hondureño: ¿es una falsa modestia?

El último comentarista, antes de la intervención del autor de la novela, fue Francisco José Paoli Bolio, jurista con maestría en la Universidad de Nueva York y doctorado en la UNAM. Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la propia UNAM, ha publicado 28 libros, entre ellos una novela sobre la guerra de castas en Yucatán. Es amigo personal de Cruz y González desde hace más de seis décadas.

Paoli empezó diciendo que no quería privarse de mencionar a los magníficos Cuentos de amor reincidente, así como a la novela ¡A la mar, Galvao!, que, igual que las otras, pinta los tiempos en los que el embajador Cruz y González se convirtió en novelista. Tampoco, dijo, que aunque el tema era hoy literatura, quisiera dejar de mencionar los tres tomos de los ensayos del autor sobre el escenario internacional, en los que, “con maestría y sencillez”, analiza los conflictos que viven los países y el mundo en el siglo XXI.

Las novelas de Cruz y González disfrazan el desencanto del autor después de la jubilación dispuesta por una ley anacrónica que retira del servicio activo a diplomáticos en plena madurez intelectual y activos —la ley ha sido reformada y los diplomáticos hoy gozan de cinco años más, antes de jubilarse, pero nuestro novelista ya no alcanzó a beneficiarse de la reforma—.

Pero tan festivas y satíricas narraciones no pueden ocultar la nostalgia por los tiempos idos que —dice el comentarista— “como las golondrinas de Bécquer no volverán”. Para seguir comentando, que en el texto de la Segunda República de Pericrania aparecen poetas mexicanos, españoles y latinoamericanos que el autor conoce bien; y, añade el comentarista, se vale Cruz y González, al describir un beso, de la expresión poética “rompiendo el aire se volvió suspiro” de Luis G. Urbina. Yo, impertinente autora de esta reseña, hago notar que en una u otra Pericrania, también aparecen poetas franceses, polacos y árabes.

Paoli refiriéndose al último capítulo—-en realidad se trata del penúltimo— djo que le resultó muy interesante porque dijo que tenía relación con lo que él, Paoli Bolio, escribió en su libro La utopía del Estado constitucional, recientemente aparecido. Porque en la novela hay una propuesta -ficción- que es una “utopía de Estado”. ¡feliz coincidencia!

En este comentario final, Paoli habla de las propuestas de los diplomáticos de la Isla, de los Magníficos, como se denomina a quienes gobiernan Pericrania, sobre la propuesta utópica, entre ellos los Magníficos ruso, mexicano, suizo, de Ecuador, de los “pueblos originarios de la Isla” y el primus inter pares, el senegalés Jefe del Estado. Una interesante discusión. Una novela, dijo Paoli, que hay que leer, asegurando a quienes lo hagan que se divertirán.

Cruz y González, autor de la novela, agradeció a Pedro Ángel Palou sus comentarios generosos, así como el haber escrito la Nota avant la lettre de las dos novelas sobre Pericrania. Al agradecer a Antonio Azuela dijo que había sido su mejor alumno, del género masculino, para no recibir reclamos —añadió— de sus discípulas y concluyó señalando que Azuela era “el orgullo de mi nepotismo docente”, recordando, entre carcajadas de los asistentes lo que alguna vez dijo el presidente López Portillo. De Francisco Paoli recordó los más de 65 años de conocerse, de compartir ideas, ideales y afectos, “de ser hermanos”.

El novelista agradeció además a Myrza Maldonado, la espléndida cantante y generosa amiga, gracias a la que Los Pinos abrió sus puertas. A Tania Viramontes, poeta, cineasta, de “buenas vibras”, que fue la que “abrió las puertas” de Los Pinos y coordinó con habilidad esta presentación, A Luis Miguel Santibáñez, sobrino de Cruz González y “cómplice” en la publicación del libro. También mencionó a Krzysztof Augusin. excelente pintor polaco, cuyas viñetas son reproducidas en la portada de las dos Pericranias.

El autor dijo —como lo mencioné ya— que quizá entre los motivos y objetivo inconfesados de esta novela se encuentre el dolor una jubilación en plena madurez, impuesta en términos ofensivos; y también un ajuste de cuentas, porque algunos personajes, entre los malvados, los mediocres y algún otro ridiculizado, tienen nombre y apellido, que no se sabrá, por fortuna.

El resto, son personajes interesantes, graciosos, “una legión” que, en mi opinión, dijo Cruz y González, como protagonistas de mil sucesos, hacen atractiva la novela, que no deja de tener sus chispas de erotismo, pero también de amor y desamor.

La Segunda República de Pericrania, novela objeto de estos comentarios, puede conseguirse, impresa, en Mercado Libre, y en formato Kindle, en Amazon. ¡A la mar. Galvao! y La República de Pericrania, en Amazon y en Ediciones del Ermitaño, su editor, que cuenta con página web. Cuentos de amor reincidente, en Ediciones Porrúa, que la publicó, en Amazon y en Mercado Libre.

La autora es esposa del autor de la novela.