El método de la oposición para seleccionar al candidato a la Presidencia de la República es una victoria ciudadana. Se trata de una revolución política que, de tener éxito, cambiará el esquema de poder.

Representa también un triunfo de los partidos tradicionales. Ellos mismos nunca imaginaron que iban a poder abrir las puertas a la sociedad para construir una alianza que les permitiera salvar juntos al país de una amenaza autoritaria.

Quienes hoy descalifican el procedimiento opositor necesitan entender algo: No se diseñó para satisfacer los egos o las ambiciones personales de alguno de los aspirantes. Se trata de una vía para que la ciudadanía, por primera vez en la historia del país, decida quién debe dirigir el destino de la nación.

Este sólo hecho representa un cambio de era. Significa que la sociedad decidió expropiar el poder que estaba bajo el monopolio absoluto de los partidos.

Indica que acaba de nacer en México una nueva sociedad, decidida a participar en la solución de problemas y que hoy se coloca al frente para impedir la consumación de un régimen dictatorial.

La misión fundamental del método presentado por el PAN-PRI-PRD y las organizaciones ciudadanas bajo el nombre de Frente Amplio tiene una sola dedicatoria: ganar el 24 para poner a salvo a México y su democracia.

La disolución del Consejo Electoral integrado por destacados expertos e intelectuales ha sido utilizado por el gobierno y sus juglares para profetizar la derrota de la fórmula opositora, cuando en realidad se trata de una victoria.

El Frente Cívico Nacional, una de las agrupaciones civiles, logró convocar a mexicanos destacados en la construcción de una vía electoral eminentemente ciudadana. Esto provocó que los partidos se sentaran a la mesa y abrazaran la idea de inaugurar, junto con la sociedad, un proceso que rompe paradigmas.

El método opositor le ha quitado el sueño al presidente por tres razones:

Primero, porque su “corcholata” favorita, Claudia Sheinbaum, no prende. No enciende el ánimo social pese a los acarreados que el arrima el gobierno. La señora ha perdido hasta la identidad. Se le vio en un mitin imitando el mismo tono y repitiendo las acusaciones trilladas de su amigo el presidente.

En segundo lugar, porque López Obrador jamás creyó que los partidos de abrieran. Sabe que el método ciudadano opositor ha comenzado a generar -antes de conocer el nombre del candidato (a)- curiosidad, entusiasmo y movilización.

La tercera preocupación de AMLO tiene que ver con el contraste. Los dos métodos son reflejo de dos tipos opuestos de país. El autoritario, faccioso y represor de libertades encabezado por Morena; y el ciudadano, abierto, libre, institucional e incluyente.

En el 2024 la lucha electoral no se dará entre partidos políticos sino entre dos modelos de nación. Entre un candidato (a) que represente y hable por los demócratas y el que tratará de dar continuidad a un régimen autocrático y depredador.

La nota vanguardista de la oposición la pone también un Consejo Técnico, –un pequeño INE—, con expertos electorales que garantizarán la legalidad y transparencia del proceso.

Observadores nacionales e internacionales serán vigilantes de que se cumpla con la ley y los principios democráticos.

México puede estar al inicio de una revolución política. Desde hoy la ciudadanía se organiza para salvar a México de las garras de un tirano.

@PagesBeatriz

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